Opinión
Ver día anteriorJueves 12 de diciembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Jauría
E

n un nuevo y atractivo local en la colonia Condesa que tiene como arrogante título El teatro, como si por ese rumbo no existieran los muy consolidados Foro Shakespeare y Círculo Teatral, por citar a los más conocidos, se estrenó para el público capitalino la obra del dramaturgo, promotor y ensayista duranguense Enrique Mijares, Jauría, bajo la dirección de Richard Viqueira. El espacio, según se puede observar, aunque es reducido tiene muchas posibilidades. Una, ubicar las gradas con que cuenta para los espectadores de tal manera que el montaje se ofrezca a la italiana y otro que el escenario quede en medio del butaquerío inserto en las gradas, dividido, como es en este caso.

El texto de Mijares se divide en cinco partes que plantean, cada una y casi la misma, la victimización de una mujer que puede ser de clase pudiente o empleada de una maquiladora. El punto de vista ya no es el de la víctima sino de los victimarios que conforman la jauría y a los que se conoce por sus apodos –uno en cada cuadro– tomados de algún animal depredador: El Gavilán, La Hiena, El Zorro, El Buitre, La Rata. La motivación principal para atacar a una desconocida, según dice uno de ellos, es ver el temor reflejado en sus ojos. Motivo baladí que da lugar a dolorosas situaciones que irradian hacia personajes que no se mencionan pero que pueden ser amantes, amigos o familiares. Son sucesos extraídos de una realidad que se da en la frontera norte de donde procede el dramaturgo.

Nada de esto se observa en la escenificación de Viqueira. Como no existen programas de mano (El lugar tiene que cubrir esos detalles si quiere convertirse en un verdadero espacio teatral) me parece que el otro actor es Emmanuel Marín pero el de la actriz me resulta desconocido, por lo que pido perdón a todos. Al encenderse la luz, los dos actores y la actriz aparecen con una especie de medio tutú de color azul, rojo y amarillo, aunque los varones van desnudos abajo y la actriz viste playera y shorts. Esto se mantiene durante toda la escenificación con los tutú cambiados de persona y de lugar en el cuerpo, con algún muy rápido chispazo de humor como el rezo ante Viqueira con el tutú en el cuello enmarcando su rostro como recuerdo de la guadalupana.

No sólo algunos espectadores, sino incluso quienes hemos seguido la trayectoria de Richard, al no conocer de antemano el original de Enrique Mijares, entendimos poco de su propuesta, cosa que no había ocurrido hasta entonces. Por lo pronto la desnudez de los actores que a mi entender, y a pesar de las vueltas mentales que le di para comprenderla y justificarla, es totalmente innecesaria. Jauría no es una de las felices transgresiones de Richard y, si me atreviera a dar un consejo a un teatrista a quien tengo afecto como persona y admiro como creador, le recomendaría que se detenga un momento y reflexione en lo que está haciendo.

Que su investigación de nuevas fórmulas escénicas, como la inútil desnudez en este caso, no opaque sus muchos logros anteriores. Que haga un recuento de sus montajes y de lo que se le ha dicho con anterioridad, olvidando las fórmulas a las que se aferran algunos periodistas, como lo de kamikaze del teatro, sin correr los riesgos físicos que ha corrido en muchas, o casi todas, sus escenificaciones, pero seguir perfilando un estilo como ya hizo en Umbral, por ejemplo, en que no se puso en peligro (cosa que se agradece, porque nadie quiere que le pueda ocurrir alguna desgracia), al contrario, contó una historia de poder y dependencia con elegancia y delicadeza. O Monster truck, la divertida exploración del sonido a través de una historia real ocurrida entre un camión y una elefanta escapada del circo. Pongo estos ejemplos porque en ellos no hubo riesgo o violencia, sino la desatada imaginación de Richard Viqueira escenificando textos suyos. Dudé si escribir o dejar pasar esta escenificación, pero creo que hice bien en comentar lo que pienso. Ignoro si tengan peso, aunque confío en la sencillez que Richard Viqueira ha mostrado siempre y que es don de los talentosos.