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Aprender a Morir

Teologadas

A

lguien que firmó su correo como Fraile Mostén se refiere a la columna Un teólogo libre, del lunes 28 de octubre, en los siguientes términos: Su columna no aclara que la teología se basa en la fe, en la creencia de que existe un Dios que de alguna manera se ha manifestado a los seres humanos. La fe, por así decirlo, es una supraconciencia y se desarrolla en un campo que solemos llamar espiritual, en el que reconocemos que en nosotros se dan algunos fenómenos que no son puramente materiales. Por lo tanto no tiene sentido hablar de la teología sin la fe.

“Unamuno –continúa el correo–, en su libro Del sentimiento trágico de la vida, dice: ‘Usando sólo la razón puedo pensar que, así como antes de nacer yo no era, después de morir puedo volver a ese estado de no ser’. Este podría ser el corolario de toda tanatología, si se entiende exclusivamente como consideraciones sobre el morir. Y como el conocimiento humano trata del ser como objeto del conocimiento, no le es posible comprender el no ser: la muerte en sí misma nos es incomprensible. Afirmar que se puede tener un sentido laico de lo trascendente sin la fe, pareciera una contradictio in terminis, por lo que ‘laico sin fe’ es una idea contraria a ‘sentido de lo trascendente’.

“Por lo tanto, para hablar de cualquier teología, no sólo de la católica, es indispensable hacerlo desde la fe, sólo así se pueden entender las sistematizaciones de las distintas creencias del mundo, lo que lógicamente nos lleva a la religión y a los dogmas. Religión viene de re-ligare, unirse a una fe y a las creencias que de ésta emanan. Luego entonces este acto de atarse a una creencia es un acto libre de cada individuo, no algo impuesto ni limitante.

En su artículo veo también cierta intención de llevar al lector a una conclusión predeterminada, ya que meter a la Teología de la Liberación en la Tanatología no viene al caso, laica o religiosa. Por último, que el ser humano tenga el derecho de establecer su propia muerte es un asunto laico que compete a la ley y no a la religión, concluye preocupado este fraile Mostén.

Por su parte, el teólogo Hans Küng, quien a sus 85 años pretende recurrir al suicidio asistido y al que este lector nunca alude, afirma con una fe pensante: Si Dios ha confiado la vida entera a la responsabilidad del ser humano, entonces esa responsabilidad ha de ejercerla también sobre la fase final de su vida. También en esto nos falta compromiso.