Tacloban, 10 de noviembre.

Al menos 10 mil muertos, 2 mil desaparecidos, 4 millones 300 mil personas afectadas y 800 mil desalojados, provocó el paso del tifón Haiyan en Filipinas, que a dos días que tocó tierra, lo convirtió en el desastre natural más mortífero en el país asiático, el cual se encuentra simido en el caos debido a la ola de saqueos perpetrados por sobrevivientes que buscan alimentos y medicinas, por lo que el gobierno considera declarar el estado de sitio y desplegó 300 soldados y policías para restablecer el orden.

Nos reunimos con el gobernador (de la provincia de Leyte) por la noche y con base en las estimaciones del gobierno, hay 10 mil víctimas (fallecidos), declaró a la prensa Elmer Soria, alto mando policial de Tacloban, la capital de la provincia de Leyte, en la isla del mismo nombre, una de las zonas más devastadas. El funcionario indicó que Haiyan arrasó entre 70 y 80 por ciento de Tacloban, cuya población es de 220 mil habitantes,

El tifón no sólo desató vientos de unos 275 kilómetros por hora, también provocó olas hasta de seis metros de altura, indicaron las autoridades.

Después de realizar un vuelo sobre Leyte, el ministro filipino del Interior, Manuel Roxas, indicó: de la costa hasta un kilómetro tierra adentro, no hay estructuras en pie. No sé como describir lo que veo... Es horrible. Imaginen todo destruido.

En Tacloban se observan cadáveres flotando, colgados en los árboles y esparcidos entre los escombros de edificios devastados. Además, “las personas caminan como zombis en busca de alimentos”, declaró Jenny Chu, estudiante de medicina.

El presidente filipino, Benigno Aquino III, visitó algunas de las zonas devastadas por Haiyan, e inspeccionó los daños causados. Anunció que la prioridad de su gobierno es restaurar la electricidad y las comunicaciones para permitir el envío de ayuda y asistencia médica a las víctimas.

“Se trata de destrucciones masivas. La última vez que vi algo parecido fue durante el tsunami en el océano Índico” que dejó 220 mil muertos en 2004, afirmó Sebastian Rhodes Stampa, jefe del equipo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) encargado de la gestión de desastres que se encontraba en Tacloban.

El aeropuerto de la ciudad provincial, que está cerca de la costa, quedó destruido por olas gigantes que rompieron vidrios y volcaron vehículos. El administrador de la terminal aérea, Efren Nagrama, dijo que los niveles del agua alcanzaron cuatro metros en el edificio.

Testigos narraron que saqueadores arrasaron con varias tiendas en Tacloban, en momentos en que los esfuerzos de los socorristas por entregar alimentos y agua se veían obstaculizados por el corte de caminos y de los sistemas de comunicaciones. Una estación de televisión informó que los cajeros automáticos fueron abiertos.

Turbas atacaron camiones con comida y tiendas en Leyte, informó el director de la Cruz Roja filipina, Richard Gordon. Hay pandillas operando allí, afirmó.

Niños abandonan Tacloban, capital de la provincia de Leyte, devastada por el tifón HaiyanFoto Reuters

El presidente Aquino declaró que el gobierno desplegó 300 soldados y policías para restablecer el orden y mencionó que considera aplicar el estado de sitio en Tacloban para restaurar la seguridad.

Las localidades apartadas siguen incomunicadas, aunque por la tarde pudo repararse una torre que devolvió la señal de teléfonos celulares a Tacloban, escribieron en Twitter los residentes.

La gente, en algunos casos descalza, busca comida entre las ruinas, como latas de conservas o botellas de agua, y también elementos útiles como madera y lonas para resguardarse porque llueve constantemente. Las familias con niños pequeños se reúnen bajo lonas que han instalado como techo improvisado.

La destrucción se extendió más allá de Tacloban. Las autoridades aún tienen que establecer contacto con Guiuan, una localidad de 40 mil habitantes que fue la primera en ser impactada por el tifón. Baco, ciudad de 35 mil habitantes de la provincia de Mindoro Oriental, estaba 80 por ciento bajo el agua, refirió la ONU.

También había información de daños en la región de Visayas, formada por ocho grandes islas, incluidas Leyte, Cebú y Samar.

Haiyan, un tifón de categoría 5, se debilitó significativamente tras tocar tierra en Vietnam, unos 160 kilómetros al sudeste de la capital, Hanoi, reportaron meteorólogos del estadunidense Centro Conjunto de Advertencia de Tifones (JTWC) en Hawai. Más de 600 mil personas fueron desalojadas antes de la llegada del tifón.

En la capital vietnamita los habitantes se preparaban para las fuertes lluvias y las inundaciones, mientras en las regiones costeras se pidió a decenas de miles de personas que se refugiaran tierra adentro. El cambio de trayectoria del tifón hacia el norte, cuando se preveía su paso por el centro del país, obligó a desalojar a otras 52 mil personas, según el diario digital oficial VNExpress.

El presidente estadunidense, Barack Obama, manifestó su tristeza por la tragedia en Filipinas y ofreció ayuda de su país. El secretario de Defensa, Chuck Hagel, ordenó al Mando del Pacífico que destine barcos y aviones en respaldo de las operaciones de búsqueda y rescate, y el transporte de pertrechos de emergencia.

La Comisión Europea anunció que ha puso a disposición 4 millones de dólares en ayuda de emergencia. Australia y Nueva Zelanda acordaron el domingo una ayuda de cerca de medio millón de dólares, entregada a la Cruz Roja del archipiélago.

La Unicef preparó 60 toneladas de ayuda sanitaria que debería llegar el martes y el Programa Mundial de Alimentos organiza el envío de 40 toneladas de comida.

El papa Francisco, quien ya había mandado un tuit de apoyo a las víctimas, pidió orar por las víctimas a más de 60 mil fieles reunidos en la plaza San Pedro.

Cada año Filipinas sufre una veintena de tormentas y tifones entre junio y octubre, ya que el archipiélago es la primera tierra con la que se encuentran estos fenómenos meteorológicos formados en el Pacífico.