Opinión
Ver día anteriorJueves 7 de noviembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Rompe el magisterio

Fracasa el diálogo

El GDF y las culpas ajenas

H

asta el martes que pasó, las negociaciones producto de la tregua que se habían dado los miembros de la CNTE y el Gobierno del DF fueron por buen camino.

Las posibilidades de un desalojo violento se habían disipado y la posibilidad de que los contingentes de las diferentes secciones de la coordinadora cerraran vialidades importantes estaba frenada. El acuerdo rodeaba la necesidad de replegar el plantón para permitir el libre tránsito vehicular y de las personas, y el funcionamiento de los comercios instalados alrededor de la plaza que aloja al Monumento a la Revolución.

Fueron negociaciones tensas que en ciertos momentos se frustraban, pero al fin, al inicio de esta semana, los diferentes líderes de la agrupación magisterial acordaron con el gobierno de la ciudad, y con el mismo Miguel Ángel Mancera, la relocalización de las casas de campaña o carpas, si así se les puede llamar, hacia la plancha que ocupa el monumento. Era, como dicen los políticos, un acuerdo en firme.

Ayer por la mañana estaba casi libre la calle Lafragua, en su acceso con Ponciano Arriaga, cuando menos. Un grupo de empleados del Gobierno del DF se hizo presente para ayudar al repliegue, pero de inmediato fueron rechazados. El acuerdo estaba roto.

En punto de las 18 horas se reunieron el secretario de Gobierno, Héctor Serrano; el jefe de la policía, Jesús Rodríguez Almeida, entre otros funcionarios, para señalar la estrategia a seguir para liberar las vialidades.

El asunto quedó en manos del secretario de Seguridad, Jesús Rodríguez Almeida, después de un último esfuerzo para revivir el acuerdo, pero los líderes estaban totalmente rebasados. Los profesores de Oaxaca se negaron a cumplir el compromiso hecho por su líder, Rubén Núñez, e incluso amenazaron con desconocerlo.

En el gobierno de la ciudad había cierta desazón por el fracaso de los días y días de diálogo, e incluso de su intervención para que la Secretaría de Gobernación reanudara las pláticas con el liderazgo magisterial. Todo se fue por el caño, señalaban algunos de los funcionarios que suponían que se cumpliría con el acuerdo.

Es más, en la última reunión de profesores con funcionarios de Gobernación se llegó al punto en el que las autoridades federales aseguraban a los maestros que ninguno sería despedido injustificadamente o debido a la evaluación a que serán sometidos. Pero eso no cambiaba ninguno de los términos en los que se escribió la ley que ha llevado a la manifestación de la CNTE, lo que pareció irritar aún más a los que se hallaban en el plantón, que ese día ya no eran muchos.

Y aunque no se conoce completo el documento o la propuesta que se hizo en Bucareli, los profesores decidieron que no respondía a sus demandas, y debido a ello, principalmente, rompieron el acuerdo con las autoridades de la ciudad de México.

Lo que suceda en horas de la noche o más tarde en el Monumento a la Revolución deberá ser muy bien evaluado por las autoridades, y desde luego por todo los que busquen manifestarse en el Distrito Federal, que, por otro lado, quedó, de cualquier forma, como el malo de la película, sin culpa de por medio. ¡Viva la democracia!

De pasadita

Mal empieza la semana para el que ahorcan en lunes, dice el refranero popular, y así parece suceder con la nueva presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, quien, especialista en derecho a la información, desde las primeras horas de su nuevo trabajo decidió no dar entrevistas a algunos medios.

La señora Perla Gómez fue muy bien evaluada por los miembros de la Asamblea Legislativa por sus méritos académicos. Lo malo es que a la comisión respectiva de la ALDF que hizo la evaluación se le olvidó que la experiencia de esta señora en los conflictos derivados de la violación a los derechos humanos es nula, y por eso hay quien, recurriendo otra vez al refranero, advierte que si de lo que se trata es echar a perder para aprender, se va por buen camino. ¡Qué barbaridad!