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Toros

Animales débiles y anovillados de Julián Hamdam dan al traste con la segunda corrida

Primer ridículo de empresa y autoridad al adquirir y aprobar encierro sin trapío

El juez Gilberto Ruiz Torres debió devolver dos reses

Estética sin bravura y detalles

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La tarde del domingo en la Plaza de Toros Nuevo Progreso, de Guadalajara, Jalisco, el matador Juan José Padilla lidió a Manu, en el tercer festejo de la temporadaFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 4 de noviembre de 2013, p. a43

Los toros bravos muestran la grandeza; la mansedumbre, falsa belleza, sentenció el viejo aficionado. Amplia es ya la trayectoria de la Delegación Benito Juárez –escoja partido político– en su deplorable apoyo a la autorregulada empresa de la Plaza México, al evitar sistemáticamente la aplicación del reglamento taurino aprobando ejemplares de escaso trapío, permitiendo toda suerte de abusos, soltando orejas como confeti y dejando al público a merced de los desaprensivos promotores, con apenas dos décadas haciendo una fiesta a su antojo.

Ayer, en la segunda corrida de la temporada como grande, Zotoluco, Morante de la Puebla y Diego Silveti, que convocaron a poco menos de media plaza, se las vieron con un terciado encierro de Julián Hamdan sin el trapío que da la edad, manso y sin transmisión. El numerito es añejo, al igual que las preguntas sin respuesta, pues ya se sabe que en esta democracia los elegidos y sus socios mandan y los electores obedecen o, peor, se acostumbraron a los abusos.

¿Para qué nombra el jefe de Gobierno capitalino jueces y asesores técnicos que acatan sin chistar las órdenes de la empresa? ¿Con qué facultades ésta remueve veterinarios e impone a un incondicional? ¿Para qué aprueban el juez y su equipo de especialistas reses de escasa presencia que el público va a rechazar? ¿Quién le ordena a la empresa adquirir encierros chicos para toreros grandes (en España)? ¿No hay aquí quien frene los abusos de las figuras importadas?

Solía decir el inolvidable Juan José Gurrola, maestro de las artes escénicas y aficionado de muy amplio espectro: el verdadero arte es aquello que casi no se puede soportar, pero con el neotaurinismo que nos cargamos lo insoportable es el argumento de criar un toro para el falso lucimiento del torero pasando por encima de las características del toro de lidia: edad, trapío, astas íntegras y, si se puede, bravura.

Como ave de mal agüero –o alerta monitor– de una tauromafia que actúa de espaldas al público, antes de la temporada dije aquí: Luego vienen varios carteles poco equilibrados con toritos de la ilusión, pasadores pero sin emoción, para que toreen de salón las figuras, los que figuran y algunos que quieren figurar.

Eulalio López Zotoluco, primer espada, aprovechó muy bien al que abrió plaza, comodito de cuerna, pastueñito, debilito y docilito, al torearlo de salón por ambos lados, es decir, con la figura muy compuesta pero sin emoción pues la embestida cansina del enemigo lo impedía. Con una parsimonia martineciana durante la faena que no venía al caso y una oreja bien ganada, Eulalio, perdiendo los papeles tuvo el mal gusto de solicitarle al juez otra, sin éxito. Su segundo fue devuelto y nada le permitió hacer el reserva.

Morante de la Puebla, quien el día anterior se dejó un toro vivo en Aguascalientes, tuvo algunos detalles con su anovillado y deslucido lote, y Diego Silveti sacó la casta –y la lluvia– con el último, al que si no pincha le corta la oreja, no sin antes ver cómo protestaban a su primero y era sustituido por uno, también deslucido, de Celia Barbabosa.

Gran cuarteo colocó el banderillero Diego Bricio y vistoso fue el par al relance (pasar en falso y clavar en seguida los palos) de Christian Sánchez. Ambos saludaron en el tercio. Por su parte, el peón español de Morante le dejó los tres pares del quinto a su colega mexicano. De lujo todo.