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Yo también me acuerdo
T

raviesa (@más-traviesa) es una revista argentina en línea, la dirige Rodrigo Hasbún, me disculpo si omito otros nombres. En el tuiter se anuncian como El otro lado de la ficción; publican secciones especiales, como la que acaba de terminar, dedicada a ciudades desde la visión de algunos escritores, e inauguraron otra la semana pasada en memoria de Joe Brainard (1942-1992), poeta y artista visual estadunidense, quien en 1970 publicó su famoso libro I remember, traducido como Me acuerdo. Georges Perec se entusiasmó tanto con ese proyecto que escribió: Je me souviens, en cuya dedicatoria se lee “El título, la forma y, en cierta medida, el espíritu de estos textos se inspiran en I remember de Joe Brainard”, de quien Paul Auster dijo: “Me acuerdo es una obra maestra. Los libros supuestamente más importantes de nuestro tiempo serán olvidados uno tras otro, pero la pequeña y modesta joya de Joe Brainard perdurará. Con frases sencillas y contundentes, traza el mapa del alma humana y altera de forma permanente la manera en que miramos el mundo. Me acuerdo es a la vez increíblemente divertido y profundamente conmovedor...Uno de los pocos libros completamente originales que he leído”.

Hace algunos meses, Rodrigo decidió celebrar a Brainard y me escribió contándome que iba a iniciar una sección intitulada justamente así, Me acuerdo, y me pidió que le mandara textos de ese estilo, forma o espíritu. Hace unos dos meses le mandé 15 textos que acaban de aparecer virtualmente, textos a los que seguirán los de otros escritores. En mi caso, las cosas no se quedaron allí, decidí seguir a Brainard y a Perec; escribir mi propio libro empezando con esa frase y rendirle homenaje a David Markson, quien durante los últimos años de su vida escribió libros atípicos que bien podrían caber dentro de esa aparentemente estrecha pero riquísima forma. El mismo Markson los definió como “literalmente repletos de anécdotas literarias y artísticas, siguiendo un estilo no lineal, discontinuo, del tipo del collage”.

Aprovecho este espacio para dar algunos ejemplos de esta mi última aventura escrituraria:

Me acuerdo que de alguna manera mis viajes acaban siendo viajes estáticos.

Me acuerdo que uno de los pocos atractivos de viajar en avión es acrecentar millas para seguir viajando en avión. Yo he acumulado una infinitud de millas o kilómetros y cuando emprendo un nuevo vuelo me acojo a esta acumulación que en verdad poco o nada me sirve.

Me acuerdo que hoy leí que se ha abierto una nueva clase en los aviones para esos viajeros que no pueden soportar los llantos de los niños.

Me acuerdo que la lista de beneficios ofrecidos por las aerolíneas es muy atractiva. Sólo que casi siempre resulta inalcanzable alcanzarlos.

Me acuerdo que se dice que Banamex es el banco de los viajeros, pero como todo lo que se ofrece no empobrece, esa promesa suele ser engañosa.

Me acuerdo que estoy de acuerdo con el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, cuando exclama en su Historia Natural de las Indias, después de haber viajado y naufragado en las llamadas Indias: ¡Oh vida humana llena de inconvenientes, cuán ligera cosa y fácil es perderte y por cuantas vías...!

Me acuerdo que me gusta usar productos especiales para el cabello.

Me acuerdo que Walter Benjamin se suicidó.

Me acuerdo que cada vez advierto con mayor claridad que viajar de manera tan compulsiva y frecuente equivale a una adicción. Quizá no tan fuerte como la del cigarro o la heroína, pero con todo una adicción y aunque la gente que viaja lo suele hacer por trabajo se necesita ser adicto a los desplazamiento para soportarlos de esa manera.

Me acuerdo que a los diez años me convertí al catolicismo.

Me acuerdo que si Dante y Virgilio me guiaran por el Infierno, a lo mejor aceptaba entrar con ellos.

Me acuerdo que a Cervantes le preocupaba mucho su mano derecha, con la que escribía, pero en sus prólogos siempre amenazaba con cortársela.

Me acuerdo que los días se acaban con una rapidez digna de mejor suerte.

Twitter: @margo_glantz