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No Sólo de Pan...

Del hambre y carencias alimentarias

A

poco más de una semana del Día Mundial de la Alimentación, en su XXXIII edición, celebradas los 16 de octubre desde 1981 para conmemorar el vigésimo aniversario de la fundación de la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura por sus siglas en inglés) dependencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), el mundo en general y México en particular, no tenemos nada de qué enorgullecernos con 842 millones de personas y entre ellas más de 50 millones en territorio mexicano, sin alimentos o con grados de carencia alimentaria. No. Los objetivos de este evento internacional, según su declaratoria inicial, no se han cumplido, porque la inmensa mayoría del público no se sensibilizó y menos aún la mayoría de los dirigentes en temas de pobreza y hambre.

La falta de sensibilización tal vez se deba a que hambre y pobreza son útiles para mantener a los pueblos en un limbo mental y físico desde el que son fácilmente manipulables: para monetarizar su vida, en vez de producir sus propios alimentos; para participar en el mercado de satisfactores no básicos, coadyuvando al enriquecimiento de muchas industrias inútiles; para venderse como mercancía, ya no sólo el propio trabajo sino el cuerpo, los de hijas e hijos, su salud física y mental, su voto…, en una palabra, para mantener la inercia social que favorece a una minoría.

¿Cuántos de los 150 países que organizan este evento con la FAO, han cumplido en sus suelos con, para no citar todos, los siguientes temas: a partir de 1996, la lucha contra el hambre y la malnutrición; de 2001, la lucha contra el hambre para reducir la pobreza (y por qué no luchar contra la pobreza para reducir el hambre)? ¿O la meta de 2002 de luchar por el agua como fuente de seguridad alimentaria, cuando cada vez se contaminan más los mantos freáticos por los agrotóxicos, la industria extractiva y los ensayos nucleares voluntarios o accidentales? Cierto que la meta de 2007 por el derecho a la alimentación se había insertado, o insertó después, en el papel de muchas constituciones, pero ¿y en la práctica? Todavía en 2010 se decretó la unión contra el hambre y en 2012 la promoción de cooperativas agrícolas para nutrir al mundo ¿cuántas de éstas se crearon sin obstáculos y funcionan, en cuántos países, sin ser atacadas legal o ilegalmente?

Ahora, en 2013, serán los sistemas alimentarios durables al servicio de la seguridad alimentaria y la nutrición. Veremos quiénes, en el Planeta y entre ellos México, llevarán políticas coherentes con esta meta. Porque, cuando se afirma que el hambre reculó en el mundo, comparando los 842 millones con hambre crónica en el periodo 2011-2013, contra 868 millones en el periodo 2010-2012, a pesar de los esfuerzos de los campesinos de los países en desarrollo y se recomiendan mayores esfuerzos para realizar el Objetivo del Milenio porque la subalimentación puede ser fuente de problemas sociales, económicos y de salud, incluso en caso de una tasa baja (sic) de inseguridad alimentaria, aparecen verdades y no sólo palabras: el miedo a las turbas de hambrientos rompiendo la paz social, a que sectores importantes de la población mundial dejen de comprar mercancías que lleven a la quiebra a muchas industrias, que las enfermedades se extiendan a las clases medias y de éstas hacia arriba, incluso donde no haya tanta pobreza. Y para ello se insta a una mayor inversión privada en la agroindustria, para poder llenar los estómagos con lo que sea y tranquilizar los espíritus, para poner en el mercado menos tecnología de punta y más comestibles (que no son lo mismo que alimentos), para facilitar las migraciones en la medida que financien en sus países de origen agricultura de subsistencia, aunque persista una pobreza extendida (sic) Pues África tiene una persona de cada cuatro en puros huesos y en Asia y América Latina alrededor del 17 por ciento… La solución: el desarrollo rural dinamizando los mercados y creando empleos para un crecimiento económico equitativo. Paroles, paroles…, pero ya no sirve esta canción.

Porque hambre tenemos todos los humanos, en algún momento todos los días, pero no todos tenemos carencias alimentarias. Y si el hambre se resuelve masivamente con cualesquiera comestibles, así sean dañinos para el organismo a corto, mediano, largo plazo o por acumulación; las carencias alimentarias, en sus distintos grados, sólo se resuelven con alimentos sanos, proporcionados cotidianamente según las necesidades individuales, incluidas las del gusto y la tradición. El hambre suscita piedad y asistencialismo en las buenas conciencias. Pero las carencias alimentarías obligan a actuar con criterios irrenunciables y responsabilidad en quienes recaen las políticas alimentarias. Cuando de verdad se quiere actuar, se usa un lenguaje inequívoco, no demagógico ni encubierto.