Opinión
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A la Mitad del Foro

El arca de Noé

T

ras el diluvio, el recuento de daños y de agravios, de la corrupción y la avaricia de gobernadores, ediles y de los incontenibles emprendedores que han fraccionado las tierras de humedad y levantado viviendas en los cauces de los ríos, al borde de esteros y lagunas que sustentan la vida misma y han sido devastados por los que no creen en el calentamiento de la Tierra. Vecinos, compañeros de viaje y de ignorancia de los charlatanes del Tea Party a los que financian billonarios que niegan la evolución de las especies y predican el creacionismo, el Génesis con fecha y hora exactas.

Enrique Peña Nieto vuela en jet y helicóptero, no viaja en carroza; ejerce el poder con la corte trashumante. Volvió a Guerrero. Al puerto de Acapulco. A las tierras desoladas de la Costa Chica, de la Costa Grande, de la montaña de los libres, de las guerrillas, de los pobres más pobres, de los caciques más atrabiliarios. Es mandatario. No ha recurrido a un notario para cumplir el compromiso de rescatar a las víctimas y reconstruir lo que se llevaron las aguas. Ya vendrá la hora de señalar a los responsables del desacato a las normas de la República y de las leyes inexorables de la naturaleza. Más de la mitad del país es zona de desastre. Los ricos, la desoladora clase política y los charlatanes del ágora electrónica y las mesas redondas en las que dan vueltas a la noria la transición en presente continuo y el cuento electoral con los pies de trapo, ven a los náufragos desde el arca de Noé del tercer milenio.

Algo queda, siempre hay algo que se salva de la destrucción de la naturaleza y de la estulticia de los empeñados en desmantelar el poder constituido, las instituciones, el imperio de la ley, la república federal laica, democrática y representativa. Mientras las pantallas de la televisión y las computadoras se solazaban con la violencia desatada estúpidamente el 2 de octubre, en la conmemoración del 1968 en el que los jóvenes de París, de Praga, de Berkeley, de nuestra ciudad de México, sacudieron a los poderes establecidos del mundo entero y exigieron llevar la imaginación al poder; mientras entre nosotros se repetía la incesante obsesión de las conjuras y las infiltraciones, el combate maniqueo entre buenos y malos, un chiquillo de siete, ocho o nueve años (nunca se sabe en el reino de la desnutrición y la incuria) empuña una pala y limpia el lodo que cubre el salón de su escuela, la escuela Plan de Ayala, en Parotillas, Guerrero.

La imagen vigorosa de ese chiquillo es reproducida en la página 13 de La Jornada del viernes 4 de octubre de 2013. Dice el pie de foto: Los alumnos de la escuela Plan de Ayala, en el poblado Parotillas, realizan labores de limpieza en el plantel para poder volver a clases. Quieren volver a clases. Vayan al carajo los de las interminables mesas de diálogo, de las discusiones bizantinas sobre la democracia sin adjetivos, la democracia participativa, la democracia del referéndum perpetuo; y las batallas imaginarias de las ambiciones enfrentadas por el reparto de prebendas y del poder al servicio de los dueños del dinero. Cuando Noé bajó del arca se puso una borrachera de padre y muy señor mío. Salud, miserables. Al otro lado del mundo, en la isla de Lampedusa, se alinean los cadáveres de cientos de náufragos que huían de la miseria y se embarcaron en busca de una vida mejor en la Unión Europea de la austeridad fiscal y el desempleo.

Los de la apertura enloquecida en homenaje a la globalidad, nuestros reformistas que le hacen pa’León y le hacen pa’Lagos, los que se confunden en el vacío ideológico del centro, de la estabilidad económica que ha venido a tomar el lugar de la estabilidad social del priato tardío, esa nueva camada de intelectuales inorgánicos, ven la tempestad y no se hincan; vieron llegar el diluvio y, desde las alturas, a salvo de los deslaves y las aguas que se salen de madre piden... nueva reforma electoral y demandan castigos bíblicos para los que en el pasado reciente se repartieron las ganancias de hoteles, fraccionamientos y las interminables filas de idénticas viviendas populares que reclamó la memoria del agua. ¿Cuántos han agarrado una pala para unirse a ese niño de Parotillas que quiere volver a clases? ¿Cuántos de todos nosotros hemos cerrado los ojos ante el sacrificio de los nómadas que son esclavizados en México por criminales y policías, de los miles que han muerto a la mitad del río o en el desierto? O en el Mediterráneo de las huellas grecorromanas, ruta de la civilización y hoy tumba para los que huyen del norte de África; de la miseria. Como los nuestros.

Ahí viene el cortejo. Ya se oyen los largos dislates. Gustavo Madero exige prioridad para la inconclusa reforma política y, ante todo, para la enésima reforma electoral. Extraño sitio de encuentro del PAN y el PRD para coincidir en el veto a la reforma financiera, porque endeuda al país. Luis Videgaray ha dejado hacer, dejado pasar, enorme reducción del gasto público, condena segura a una prolongada recesión. Pero se anima a esbozar una política económica anticíclica, a rechazar el cero déficit; a poner limitadas trabas a los privilegios fiscales, incluyendo la todavía incierta eliminación de las consolidaciones que sirven a los grandes consorcios para eludir impuestos; y a imponer un 10 por ciento de impuesto a las utilidades en la sacrosanta bolsa. En el inasible centro, los impuestos progresivos son regresivos cuando aumentan las tasas de los ricos.

Y el milagro del Pacto de la concordia plural nos ofrece el portento de la izquierda que se suma a la derecha para evitar el agravio a los emprendedores de nuestra oligarquía en el sistema intransitivo que dice clase media y nunca pueblo. Ni siquiera cuando hacen el recuento de los que sobreviven en la pobreza alimentaria: los que tienen hambre y han de esperar pacientemente a que concluya el reparto de lo reunido en los centros de acopio. Rosario Robles es adelantada del gobierno trashumante y la cruzada contra el hambre tendría la mácula de la publicidad mediática si no espera a que bajen las aguas y se aprueben las reformas que tanto necesita el país.

La reforma PAN-PRD postula la relección de diputados y senadores. Y la segunda vuelta en elecciones presidenciales. El antepasado de Gustavo Madero escribiría La sucesión presidencial cuando Porfirio Díaz llevaba 30 años en el poder. El sobrino y las izquierdas del pluralismo omnivalente abren la caja de Pandora. Tendremos presidentes de segunda vuelta. Y de segundo, tercero y cuarto sexenio. Al tiempo. Por ahora, el PAN enarbola el centralismo conservador de La Profesa. Han vuelto a la Columna de la Independencia a gritar: ¡Viva Agustín de Iturbide! La reforma electoral es brega de eternidad: habrá una sola autoridad electoral, en lugar de un instituto federal y 31 institutos estatales.

Se acabó la República Federal. Y desfila el cortejo de gobernadores en vía de jefes políticos. Ángel Aguirre espera al ministerio público metido en el agua. Gabino Cué agradece ya no ser el pagador de la CNTE. Roberto Borge hace cuentas alegres. Rafael Moreno Valle posa para un retrato mayestático. César Duarte enciende un cirio al Sagrado Corazón y olvida que Paso del Norte es Ciudad Juárez. Arturo Núñez recita el código de Justiniano. Y de Yucatán a Sonora podrían grabar en letras de oro la frase inmarcesible de Graco Ramírez: Estamos juntando varas, señor Presidente. Viene el tiempo de tirar cohetes.

Tantas vueltas y revueltas ... Y el sistema es inmortal.