DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   30 DE SEPTIEMBRE DE 2013 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación
Luisa Paré

El poder del agua en las
Altas Montañas: conflictos ambientales y de
distribución y apropiación

José Cruz Agüero Rodríguez y Julia Tepetla Montes

Un río tóxico en resistencia: diversidad biológica contra contaminación desenfrenada
Jordi Vera Cartas y Beatriz Torres Beristáin

Hidroeléctrica El Naranjal: por qué no darle luz verde
Beatriz Torres Beristáin y Sebastián Altamira

La hidroeléctrica en Zongolica: entre el despojo y la esperanza
Gerardo Alatorre Frenk, Rosalinda Hidalgo Ledesma y Teresa Campos Sánchez

Noé Vázquez Ortiz:
una semblanza

Majloc Demon


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Hidroeléctrica El Naranjal:
por qué no darle luz verde

Beatriz Torres Beristáin
Correo electrónico: [email protected]

Sebastián Altamira
Licenciado en sociología SEA- Universidad Veracruzana
Correo electrónico: [email protected]

Modelo de desarrollo y consecuencias socioambientales de las presas

A mediados del siglo XX la construcción de presas, transvases y grandes proyectos de irrigación estaban integrados dentro de los procesos de industrialización y la Revolución Verde enfocados a la generación de energía eléctrica para la modernización agrícola e industrial. Actualmente existen muchísimos ejemplos de los graves efectos ocasionados por la modificación de los sistemas hídricos naturales en ese entonces.

Dos de los más dramáticos son la desaparición del Mar Aral, ubicado entre Kazajistán y Uzbekistán, debido a proyectos de irrigación que convirtieron a uno de los lagos más grande del mundo en tierra estéril, y la destrucción de Los Saltos del Guairá, unas bellísimas cascadas en el río Paraná en la frontera de Paraguay y Brasil. Eran una de las maravillas del mundo natural y desaparecieron con la construcción de la hidroeléctrica Itaipú.

La generación de energía eléctrica a través de hidroeléctricas se etiqueta como “energía limpia” o “renovable”. Sin embargo, esto es cuestionable pues las presas ocasionan graves daños ambientales desde su construcción hasta su desmantelamiento. El represamiento de ríos afecta el caudal ecológico de la cuenca impactando fuertemente los ecosistemas cercanos.

Además, las presas, especialmente los que se encuentran en zonas tropicales, producen gran cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) como el CO2 (dióxido de carbono) y el CH4 (metano) por la descomposición de materia orgánica que se da en el embalse y en los canales de conducción.

Los habitantes de las zonas afectadas por represas han sufrido la pérdida de sus tierras, la destrucción de sus recursos naturales y la forma de ganarse el sustento causando pobreza y destrucción en sus estructuras sociales, así como enfrentamientos por tierras con otros pueblos. Por las afectaciones socioambientales, las hidroeléctricas no son en realidad fuentes de “energía limpia” y menos “sustentable”, como se pretende hacer creer.

Grandes presas en México

Durante el último sexenio, las iniciativas de construcción de grandes presas fueron duramente cuestionadas y su avance fue lento, conflictivo y tortuoso. Son las presas de La Parota, en Guerrero, Las Cruces, en Nayarit, Arcediano, en Jalisco, Paso de la Reina, en Oaxaca y El Zapotillo, las que destacaron por su nivel de confrontación entre el gobierno, las comunidades y las organizaciones de la sociedad civil.

El último megaproyecto hidroeléctrico fue La Yesca (750MW) entre los estados de Nayarit y Jalisco, donde no se respetaron los derechos de pueblos y comunidades originarias, las cuales siguen demandando el cumplimiento de las compensaciones y obras pactadas.

En el estado de Veracruz se construyó una presa en la sierra de Zongolica: Proyecto Hidroeléctrico Veracruz (42 MW), pero los habitantes no fueron informados ni consultados, y los opositores fueron criminalizados. Se cooptó a líderes locales y se ocasionaron fuertes daños ambientales.

Dado el fuerte rechazo social a los megaproyectos hidroeléctricos, alternativamente se llevan a cabo iniciativas que se cubren con el manto de la sustentabilidad. Las llaman “minihidroeléctricas”, pero también ocasionan daños sociales y alteraciones al medio ambiente. Además, muchas veces el mismo río se represa con estas “minipresas” en varias secciones de su cauce, provocando impactos acumulativos, similares o aún mayores a los que ocasionaría una megapresa.

La presa El Naranjal

La zona donde se pretende construir la hidroeléctrica es mestiza e indígena; sus habitantes se dedican principalmente al campo.

“En este lugar somos campesinos, principalmente se trabaja la caña de azúcar, el café, la naranja, mandarina, pomelo, plátano, plantas de ornato, el maíz, el frijol. Todos estos tipos de cultivo se dan con facilidad, no tenemos riego pero son temporales, la tierra es muy productiva. Las cosechas más fuertes es la caña de azúcar y el café, son las que nos mantienen. Aunque últimamente no nos alcanza por lo que valen éstas en el mercado”, nos dice Antonio Martínez (AM) integrante del Colectivo Defensa Verde Naturaleza para Siempre.

El proyecto hidroeléctrico El Naranjal afectaría los municipios de Ixtaczoquitlán, Fortín, Amatlán, Cuichapa, Yanga y Omealca. Es un megaproyecto hidroeléctrico promovido por la empresa Hidroeléctrica el Naranjal SAPI de CV, cuyo director general es Guillermo González Guajardo. De concretarse esta hidroeléctrica sería la más grande del estado de Veracruz con una generación máxima de 370 MW. Sin embargo, los pobladores están en desacuerdo:

“El proyecto es ajeno a las necesidades que tiene la población. No va fortalecer la economía local. Los campesinos los que siembran la tierra, los que la trabajan no van a ser los primeros en tener esos puestos se lo van a dar a gente que venga calificada. Entonces que no nos hablen de que va a haber empleo”, asevera Gabriela Sainz (GS), también del Colectivo Defensa Verde Naturaleza para Siempre.

Este proyecto no es una presa de inundación sino de derivación. La diferencia se basa en que se represarían las aguas de los ríos Blanco y Metlac en un embalse de 812 hectáreas, para posteriormente desviar el 98 por ciento del agua del mismo a través de un largo canal (23 kilómetros). El agua será canalizada y, tras pasar por una laguna reguladora de 30 hectáreas, se introducirá en un túnel en el cerro de San José de Gracia. En lo alto de dicho cerro, el túnel desembocará en la primera turbina.

Posteriormente, y mediante un segundo túnel, se conducirá el agua hacia Omealca donde se encontraría la segunda turbina. Dichas obras afectarían los sistemas productivos locales, la comunicación interna y el ecosistema hidrológico. Eso lo saben los futuros afectados:

“El río Blanco lo piensan desviar, pasar por nuestras comunidades, canalizar y esto afectaría gran parte de la forestación que aún se mantiene con la humedad. Al canalizarlo y desviarlo, este río va a afectar la comunicación porque pasan muchos caminos rurales, comunidades, muchas familias que tienen sus parcelas. Si el canal pasa en medio de estos terrenos habría que dar vuelta.” (AM)

‘Vienen cambios en el ambiente desde el momento en que quieren desviar y entubar el agua del Blanco porque nosotros nos abastecemos de pozos artesianos. También se van a ver afectados nuestros nacimiento, se va a ver afectada la salud de nosotros y de nuestros hijos.” (GS)

Las comunidades pertenecientes a los municipios de Naranjal y Coetzala, localizados aguas abajo de la cortina, ni siquiera son mencionadas en la manifestación de impacto ambiental (MIA) y sólo les quedaría el dos por ciento del caudal original. El río Blanco mantiene los ecosistemas cercanos y abastece a manantiales y pozos que se generan con sus infiltraciones. Tampoco son consideradas las afectaciones que se originarán por esta presa después del punto de descarga, teniendo en cuenta que la cuenca aguas abajo desemboca en la laguna de Alvarado.

Estrategias de engaño y desinformación

Desde 2008 en la región se comenzó a comprar terrenos de manera aislada pero nunca se le dijo a los lugareños que serían para una hidroeléctrica. La gente empezó a preocuparse al ver personas extrañas que tomaban muestra de suelos, marcaban y median terrenos con o sin permiso de los propietarios. La gente se siente engañada:

“El proyecto de la hidroeléctrica no se presentó como tal, sino que vinieron con engaños, como que querían tomar muestras de suelo, checar los fertilizantes o que era para traer proyectos nuevos de plantas medicinales o para hacer cabañitas de retiro”. (AM)

La ausencia de información y la intromisión de la empresa hicieron posible la gestación del Colectivo Defensa Verde Naturaleza para Siempre (CDVS). Este colectivo ha buscado el acercamiento con autoridades municipales, estatales y federales con pocos resultados. Estas se han distinguido por su silencio, desinterés, deslindamiento y hasta la difusión de información imprecisa o falsa; incluso de mediación a favor de la empresa.

En la actualidad existe un vacío de información por parte de las autoridades, así como ausencia de respuesta a las demandas de la ciudadanía en cuanto a sus responsabilidades, en todos los niveles. La empresa sigue haciendo estudios, presionando e intimidando a la población para adquirir las tierras que no han podido comprar. En contraposición, la sociedad civil resiste:

“El Colectivo Defensa Verde Naturaleza para Siempre se integró para mantener una defensa social y legal. La fortaleza del colectivo es que las comunidades estamos unidas, que nos comunicamos y que la información la bajamos a las comunidades. El hecho que las comunidades estén informadas les da poder y hace que la misma gente ejerza sus derechos. Ya no nos quedamos callados, la gente habla, la gente se comunica. No estamos solos, el grupo está vinculado con organizaciones nacionales e internacionales, que nos apoyan y dan seguimiento”. (GS)

“El centro del colectivo es la confianza de las personas que lo han llevado a cabo; aquí no hay nadie que saque provecho. Aquí, los que buscan algo para su bolsillo no van a encontrar, lo que van a encontrar es una gran satisfacción para el futuro. Hemos aprendido en el camino pues en un principio todos nos decían que caso tenía hacer esto si ya venía de gobierno; que lo que decía el gobierno eso se hacía”. (AM)

En dos años de trabajo, el CDVS ha denunciado el hostigamiento y violación de sus derechos ciudadanos y ambientales. Se ha vinculado con organizaciones nacionales e internacionales y se ha puesto en comunicación con afectados de presas que no fueron indemnizados adecuadamente. Han visitado lugares donde se instalaron presas y constataron los daños ambientales y sociales que acarrearon.

Recientemente, el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), organismo internacional no gubernamental que emite juicios sobre casos donde se han dado violaciones masivas a los derechos humanos individuales y colectivos, tomó para su estudio el caso de la hidroeléctrica El Naranjal. En sus recomendaciones incluyó la cancelación definitiva de este proyecto debido a los altos costos sociales y ambientales, pidiendo asimismo, que se sancione a la empresa por prácticas de ocultamiento de información y coerción para la venta de tierras.

Así como a varias paraestatales en especial a la Semarnat por la autorización de una MIA (enero de 2010) y su posterior modificación (septiembre de 2012), ambas cargadas de ambigüedades y omisiones.

“El gobierno hasta cierto punto se ha mantenido inexistente. Desde un principio hemos solicitamos información, hicimos marchas, caravanas, mostramos ante el gobierno nuestra inconformidad y no nos hacen caso”. (GS)

La gente nos dice que antes del proyecto vivían tranquilos y, aunque con dificultades, se ganaban el sustento con su trabajo. Ahora la amenaza de la construcción de la hidroeléctrica ha causado una fuerte preocupación por el futuro. Así es como sueñan los posibles afectados:

“Yo quisiera que los ríos estuvieran limpios, frenar, mantener nuestros cultivos y que la gente siga viviendo de lo que hasta la fecha ha vivido. Desearía que en mi región regresáramos a como estábamos hace cinco o 10 años, cuando todavía había un poquito más de vegetación.” (AM)

“Yo veo a mi pueblo en 10 años más verde, más fortalecido en su economía pero a partir de que nos dejen trabajar la tierra. Yo creo que entonces estaríamos viéndonos otra vez las caras los pueblos ya no para luchar sino para compartir lo que se produce en nuestras comunidades. A lo mejor intercambiando nuestros productos con una economía más justa y ya no peleando por los territorios ni peleando por que nos contaminaron las aguas, sino compartiendo la riqueza que hay aquí con otras comunidades.” (GS)

Después de dos años de pedir audiencia con el gobernador de Veracruz, Javier Duarte Ochoa, el colectivo pudo exponer sus problemáticas. Como resultado de esta reunión el pasado 5 de junio, en un acto público en la ciudad de Córdoba, el gobernador firmó un decreto declarando área natural protegida a la zona donde se pretende construir la presa El Naranjal.

Sin embargo, el hostigamiento continúa. Prueba de ello son los hechos del pasado 2 de agosto, pues unas horas antes de que diera inicio la reunión del Movimiento Mexicano de Afectados por las Represas y en Defensa de los Ríos (MAPDER), fue asesinado el integrante del colectivo, Noé Vázquez Ortiz.

Noé, artista amateco, estaba preparando la ceremonia de bienvenida a los delegados y las delegadas nacionales e internacionales a dicha reunión y fue sorprendido en el mismo cerro de San José de Gracia, donde pretende hacerse la hidroeléctrica, por tres individuos que lo ultimaron salvajemente.

El “desarrollo sustentable” no compromete la satisfacción de necesidades de futuras generaciones. Por lo tanto un “desarrollo” como el que se pretende impulsar con presas como El Naranjal, que compromete el sustento y vida digna de los pueblos y comunidades, nunca podrá ser sustentable, por eso no hay que darle luz verde.

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