Reflexiones del sur americano
En el Congreso Nacional Indígena

La siembra. 1932

San Cristóbal de las Casas, Chiapas.

Tres luchadores sociales, dos de Colombia y uno de Perú, ofrecen su palabra sobre los sentires de la Cátedra Juan Chávez Alonso, convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Indígena (CNI), que reunió a 236 delegados de los pueblos, naciones y tribus yaqui, mayo, náyeri, rarámuri, odam, nahua, purhépecha, ñahñú, mazahua, popolaca, mephá, entre otros; además de representantes de los pueblos nasa, quechua, ixil y quiché, quienes durante dos días esbozaron el panorama de exterminio actual contra sus pueblos.

Vilma Almendra, de los pueblos nasa y misak, del suroccidente de Colombia. Integrante del Tejido de Comunicación para la Verdad y la Vida, de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN).

Hay un sistema dominante que tiene sus estrategias y que las aplica de la misma forma en todos los territorios. Uno escucha a un pueblo en el norte y otro en el sur, que la minería, el extractivismo, los asesinatos, cooptación, división de líderes, amenazas, una cantidad de cosas que son las mismas que yo veo en El Cauca, en el Valle, en el Chocó, en Antioquia. Uno lo que ve es que hay un plan sistemático de ese modelo dominante, que es ese proyecto de muerte que lo que busca es despojarnos, desarraigarnos de nuestra cultura, de nuestro pensamiento y de lo que sentimos como indígenas, como hijos e hijas de la Madre Tierra.

De un lado es eso, que está muy fuerte, pero no nos quedamos llorando como víctimas, porque llevamos más de 500 años resistiendo y todavía estamos aquí con una palabra firme y una palabra dulce para resistir. Uno escucha a la otra parte, pero a pesar de eso hay luchas, hay resistencias, hay autonomías, hay lazos de unidad y solidaridad; hay pensamientos otros, otras formas de educarse, de tener salud, de tener comunicación, de tejernos a la vida y de resistir.

Necesitamos calma para no desesperarnos, pero necesitamos la desesperación de encontrarnos porque nos quieren exterminar. En Colombia, en México,
en Guatemala, en Honduras, hay un proyecto
definitivo de exterminio.

Lo que me parece muy importante es que estamos en lo mismo, y es el mismo lenguaje que sale desde el pueblo nasa: defender la vida y defender el territorio. Me parece que estar aquí y escuchar a estas hermanas y hermanos es como ver a los 110 pueblos indígenas que hay en Colombia, que están sufriendo la misma represión.

La conformación de una red de luchas en América Latina me parece sumamente importante, y empezar por pensarnos esa otra forma de comunicar, porque muchas veces los mismos pueblos indígenas estamos tan colonizados, que cuando hablamos de comunicación hacemos referencia a una cámara, a una grabadora, a internet o a video, y hemos estado invisibilizando esa otra comunicación que es distinta, y que nos teje a la vida y la Madre Tierra.

Manuel Rozental, médico y activista colombiano, acompañante de pueblos y luchas indígenas en Latinoamérica, parte del colectivo Pueblos en Camino.

Resalto el trabajo con los pueblos indígenas del Cauca, del pueblo nasa, sobre todo, y hago referencia a un pensamiento de ellos que es muy cercano a lo que estoy sintiendo acá, y que no necesita explicación: las palabras sin acción son vacías; la acción sin palabras, es ciega; las palabras y la acción fuera del espíritu de la comunidad, son la muerte. Lo que estoy sintiendo aquí es que claramente hubo una acumulación primitiva que llevó al despojo desde hace quinientos años en una conquista que no termina; y si antes era acumulación primitiva, está quedando claro con los testimonios que ahora estamos en la acumulación definitiva o final. Estamos enfrentando la destrucción permanente y definitiva de pueblos y territorios. No sorprende que la confrontación sea hoy con y contra los pueblos indígenas, porque se confrontan dos proyectos: un proyecto de muerte, que ha sacralizado la acumulación que es para tener, que ha convertido acumular en sagrado y todo en mercancía. Y por eso se apropia de naturaleza y trabajo, y despoja pueblos. Y tiene unos procesos absolutamente incompatibles con ese otro proyecto que tiene más de 500 años acá, y que es inverso. Es decir, está el proyecto de muerte que cumple 500 años y está a punto de destruirlo todo; y los planes de vida de los pueblos, que son diversos, como son los territorios y los pensamientos.

Necesitamos calma para no desesperarnos, pero necesitamos la desesperación de encontrarnos porque nos quieren exterminar. En Colombia, en México, en Guatemala, en Honduras, hay un proyecto definitivo de exterminio. Ahora hay que caminar la palabra, pero como decía una compañera en Colombia antes de una movilización grande: el que no tiene la palabra clara, mejor que no camine. Eso es lo que estoy sintiendo.

Hugo Blanco, activista de las luchas sindicales, campesinas e indígenas en Perú, director del periódico Lucha Indígena.

Estamos conociendo los atropellos que hay con los indígenas, pero supongo que se dará en otras reuniones el intercambio de luchas y resistencias, porque no se trata solamente de quejarse de lo que están haciendo, sino de aprender unos de otros. Por supuesto, vemos los mismos atropellos en todas partes de América Latina y no sólo de América Latina, porque los indígenas de todo el mundo pensamos lo mismo, lo cual muestra que no es una característica étnica.

A todo el mundo le interesa la naturaleza, porque sin ella ni la persona más urbana podría vivir —no tendría qué comer. Pero los indígenas somos las personas que estamos más ligados a la naturaleza, por eso es que cualquier ataque a ella nos ataca directamente, y nos defendemos fundamentalmente a través de la organización comunal. Donde hay indígenas en el mundo, hay organización comunal, ya sea en Australia, en el norte de Suecia, en África, en cualquier parte.

Los atropellos son los mismos. Ahora estamos gobernados por las grandes transnacionales que no tienen más que como sus sirvientes a Barack Obama, a Ollanta Humala en el Perú, a Peña Nieto en México, igual que a los parlamentos, el aparato judicial, la policía, el ejército, los grandes medios de comunicación, que son manejados por las grandes transnacionales, y ellas tienen un mandamiento sagrado: cómo ganar más dinero en el menor tiempo posible. A ese mandamiento sagrado sacrifican todo, son daños colaterales involuntarios. ¿Qué tus nietos no van a tener agua? “Desgraciadamente no es problema mío, mi problema es ganar el mayor dinero posible en el menor tiempo”. A eso sacrifican a la humanidad y a la naturaleza.

Entrevistas: Gloria Muñoz Ramírez