Opinión
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Helena
D

esde que fue estrenada en 412 A.C.,esta obra de Eurípides ha sido muy cuestionada, pues rompe con el estereotipo de mujer fatal y liviana que se le había dado a la bella, y la dota de una fidelidad a toda prueba, además de que en la actualidad no se estima que cumple con los requisitos de tragedia y se la entiende más como tragicomedia (en la que la anagnóresis o reconocimiento de la situación, cuando los esposos se encuentran, es seguida por una peripecia positiva) por aquellos doctos afectos todavía a los géneros que hoy en día casi no se respetan.

Como es sabido, según la mitología griega, Helena nació de un huevo que puso Leda, seducida por Zeus en forma de cisne y en la Iliada aparece como la culpable de la guerra de Troya. Eurípides la reivindica y la hace aparecer como una inocente llevada por Hermes –a quien se lo ordenó Hera– a Egipto, mientras una nube con su forma es la que seduce a Paris y da pie a la guerra de Troya. Hera actuó así en venganza por no haber sido elegida por Paris en el juicio en que las tres diosas, Hera, Atenea y Afrodita, compiten por ser la más bella .

La pequeña anécdota de uno de los textos menos representados del trágico griego, aunque sí muy analizado por investigadores y estudiosos, es tomada por David Hevia para formular su propia obra, Beauty free Helena, que continúa con la moda de titular las obras en inglés, de la que deberían escapar la Universidad Nacional Autónoma de México y todas las instituciones a las que, me imagino con pocas esperanzas, correspondería ser las guardianas de nuestro cada vez más corrompido idioma. Hecha esta salvedad, hay que mirar de cerca la versión del autor y director mexicano, que presenta, como el original, a una Helena frágil y dependiente, pero capaz de fraguar el ingenioso plan que permite escapar a los esposos del cerco tendido por Teoclimeno.

Hevia respeta en lo esencial la trama del griego, aunque amplió muchas acciones y parlamentos, y añadió un par de personajes que no existen en el original, como Febe, que es presentada como la acompañante de Helena en su primera salida a escena y que se permite hacerle algunos reproches dada la fama mundial que la protagonista ha alcanzado; y el guardia egipcio que no detesta a los aqueos y que se va transformando en un cómplice silencioso de Helena y su plan de escape, aunque el autor lo ha dotado de parlamentos que contradicen, de propósito, poco a poco sus acciones.

En un escenario que reproduce un aeropuerto egipcio, con la pared trasera conformada por paneles movibles que lucen fotografías de Helena como modelo en diferentes poses, sus bancas de metal, sus puestos de dulces y chucherías a los lados que no logran tapar la visión que se transparenta de las paredes de vidrio laterales con sus respectivas puertas, diseñado por el que es también iluminador –y corresponsable del vestuario con Davidache– Sergio Villegas, se realiza la acción. En principio dos mujeres cubiertas del todo por una burka atraviesan el aeropuerto, tras lo que entran Teucro vestido de traje arrastrando una maleta y Menelao, con un simple saco de mano y bastante astroso, tras haber naufragado y llegar mendigando. Cuando los hombres salen, entran Helena y Febe y se desata la acción, culminando con el encuentro de Helena y Menelao, y el escape de ambos como lo pide Eurípides.

Como director, Hevia mueve a sus personajes por el espacio escénico y logra momentos chispeantes, como el del guardia leyendo lo que posiblemente sea la Iliada y se le dice que no es así. Se le podrían reprochar datos inútiles, como la desnudez de Teóne tras el vidrio y los trajes regados por el suelo, metáfora que quizá remita a la insensatez de los muertos en la guerra, pero que resulta innecesaria. Tampoco logra homogeneizar un reparto muy desigual. Marina de Tavira es una buena actriz que ha crecido con el tiempo y logra crear una Helena muy convincente con todos sus matices. Miguel Cooper no se sostiene en los tránsitos de la tristeza a la euforia ni aparenta la soberbia de Menelao. Silvia Carusillo es una Febe sin mayores problemas, al igual que Carlos Orozco como Teucro. Bella e intencionada, Diana Sedano como Teónoe. Miguel Ángel López muy sobreactuado como Teoclímeno y Pedro de Tavira Egurrola, también responsable de la escenofonía y la música original, muy bien como el guardia.