Sociedad y Justicia
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Los Zetas controlan la venta de estupefacientes en La Coyotera, en Monterrey

Avanza entre jóvenes el consumo del tolueno, droga letal y barata

Desde cansancio hasta muerte, sus efectos en el sistema nervioso: Siquiatría

La ONG Acodemis distribuye jeringas y condones entre sexoservidores y consumidores de narcóticos

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Hay mucha droga en el trabajo sexual para poder aguantar el ritmo de vida, por eso la consumen, afirman activistasFoto Sanjuana Martínez
Especial
Periódico La Jornada
Domingo 25 de agosto de 2013, p. 29

En la colonia Garza Nieto, conocida mejor como La coyotera, la única droga que se vende es la que distribuye la letra. Si alguien se atreve a vender o a consumir otra, se arriesga a morir.

Así lo fueron entendiendo sus habitantes con el reguero de sangre, los desaparecidos, los colgados de los puentes y por supuesto, con el miedo o mejor dicho, el terror sembrado a base de las muertes ejemplares.

Desde hace 50 años, esta colonia libre de leyes ubicada en la zona metropolitana de Monterrey, concentra los males sociales: pobreza extrema, prostitución, drogadicción, delincuencia, trata, enfermedades de transmisión sexual, alcoholismo, desempleo, suicidios, trabajo infantil, analfabetismo…

Pero desde que llegaron Los Zetas las cosas cambiaron. La ley de la letra es muy clara: oír, ver y callar. Los antiguos distribuidores de droga fueron ejecutados, los rebeldes que insistieron en vender la mercancía del cártel del Golfo están en la cárcel y a los soplones les cortaron la lengua, los quemaron vivos o aparecieron descuartizados en costales tirados en medio de las calles.

Y es que en La coyotera no entra ni la policía. Las granaderas sólo aparecen cuando un cliente del sexoservicio paga por protección para recorrer los cuartos de mala muerte que ofrecen a la carta todo tipo de trabajos especiales.

El prestigio de esta colonia convertida en picadero de drogas es tal, que llegan centroamericanos y clientes o trabajadoras de diferentes estados de la República. La cocaína convertida en piedra, las pastillas y la mariguana abundan en cada esquina, cantina o burdel: 150 o 200 pesos por la roca, 50 por un coctel de anfetaminas y desde 25 un cigarro de hierba.

Pero lo que verdaderamente consumen los habitantes de La coyotera es el tolueno, la droga más barata y dañina; la más accesible, la que no controlan Los Zetas, la que pueden comprar en cualquier casa, ferretería o tiendita de abarrotes.

Se trata de un derivado del petróleo utilizado en la industria química o en pegamentos y disolventes. Un líquido que además tiene efectos narcóticos y alucinógenos. Por 20 pesos, los cientos de consumidores de tolueno de esta colonia compran su pase al paraíso, al Nirvana; la paz momentánea, el renacimiento sin angustia, sin ansiedad ni sufrimiento.

Los tolueneros son el eslabón más débil de la cadena del consumo de drogas, el más invisible y marginado, y en este lumpen, son una tribu formada por los más pobres de los pobres, los inadaptados, los náufragos del asfalto, el infelizaje de las periferias.

Consumo solventes desde los 12 años, dice María, transexual y sexoservidora desde hace 35 años en La coyotera. Está acostada en la cama. Vive en un pequeño cuarto que renta por 200 pesos a la semana. Son las 12 del día y ya desayunó el tolueno que inhala diariamente cuando se despierta y en la noche.

Antes usaba pegamento amarillo, ahora es tolueno. ¿Cuántas veces al día? No tengo un cálculo. Por ejemplo, una botella de refresco de 600 mililitros es para todo el día. Mi cuerpo siempre ha usado drogas; necesito algún tipo para tranquilizarme. El tolueno me relaja, me da sueño para no estar pensando cosas malas. Varias veces he pensado en quitarme la vida.

Mercado negro

El tolueno es la materia prima para obtener benceno, ácido benzoico, fenol, caprolactama o sacarina y también se usa en la elaboración de poliuretano, medicamentos, colorantes, perfumes o detergentes. Sus efectos nocivos en el sistema nervioso pueden ocasionar cansancio, confusión, pérdida de memoria, apetito, audición y vista; incluso pérdida del conocimiento y la muerte.

Los tolueneros como María prefieren tomar estos riesgos: “Aquí venden tolueno en todas partes. Si no hay, la gente se desespera y se pone bien loca para conseguirlo. Los que no le hacen al tolueno no lo entienden, nos juzgan; nos dicen que estamos mal de la cabeza, pero a nosotros que vivimos en este mundo, nos ayuda. Me acostumbré a esta vida porque es toda la vida, no es un año ni dos, es siempre: drogarme, prostituirme, reírme, sufrir… así vivo”.

Desde que hace unos años se triplicó el consumo de drogas en México, el tolueno se convirtió en el principal alucinógeno de los jóvenes, según un estudio del Instituto Nacional de Siquiatría, que considera que en 2015 el su consumo podría superar al de mariguana.

Petróleos Mexicanos (Pemex) produce y vende tolueno a empresas dedicadas a la industria química y existe un mercado negro dedicado a la comercialización de este producto con fines de drogadicción e incluso hay robo hormiga.

Pablo, quien dirige un pequeño consultorio en La coyotera desde hace 13 años, conoce los efectos mortales de este inhalante: “Desde que Felipe Calderón declaró la guerra contra el narco, aquí la drogadicción se triplicó. En esta colonia todo mundo se droga. Empiezan a los ocho años. La gente que no tiene lana para comprar droga, con puro tolueno. Lo venden en todas partes. Vienen y me piden paquetes de gasa porque le ponen tolueno y les dura horas. Lo inhalan por la boca o por la nariz. Le dicen la mona. Por 20 pesos les dan 50 mililitros de tolueno. Al mercado le entran todos: teporochos, migrantes, trabajadoras sexuales, las vestidas (transexuales)… esto no se acaba. Hay 50 por ciento más de droga en las calles. Es más fácil hallar una grapa de coca que una Coca Cola”.

El abismo

En la calle Miguel Nieto, donde María tiene su cuarto rentado, hay alrededor de 20 trabajadoras sexuales que atienden clientes en distintos turnos. Una camioneta Lobo del año se estaciona y un señor de unos 60 años bien vestido entra con una de ellas. Marisa es transexual y tiene VIH desde hace 15 años, es trabajadora sexual y confiesa que ha consumido todas las drogas: Se ha muerto mucha gente por el tolueno; se seca la boca del estómago. Ya lo dejé todo por mi enfermedad. Yo consumí de todo y por una jeringa me jodí.

Abel Quiroga, luchador social por las minorías sexuales, director de Acodemis, distribuye jeringas, condones y apoya a los consumidores de droga en estas calles a través de talleres y conferencias. Las trabajadoras sexuales y drogadictos hacen fila: Nosotros no estamos para criticar si es bueno o malo; trabajamos con ellas. En el tema de las drogas no podemos hablar de blanco y negro. Controlan la ansiedad con la droga más barata como el tolueno, pero es la más dañina. Les queman las neuronas. No hay reducción del daño. Les truena los neurotransmisores. Hay mucha droga en el trabajo sexual para poder aguantar el ritmo de vida. Por eso consumen. ¿Qué ser humano aguantaría todas estas situaciones de vida sin un escape?.