Opinión
Ver día anteriorLunes 19 de agosto de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Juego Limpio

¿Un Abramovich nacional?

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oman Abramovich es hoy dueño del club de futbol Chelsea F.C. de Inglaterra. Anteriormente, su empresa Sibneft (hoy Gazprom) era propietaria del equipo profesional de futbol CSKA Moscú. El CSKA es un equipo ruso, de donde Abramovich es nativo. Abramovich tenía muchos amigos, entre ellos el ex presidente Boris Yeltsin, esto le representó la posibilidad de comprar la empresa petrolera pública Sibneft para privatizarla. Abramovich y su socio lograron adquirir por 200 millones de dólares una empresa valuada en 300 millones. No cabe duda que tener amigos en el poder, para Abramovich, vale mucho.

La posibilidad de acceso privado a bienes públicos que se planea con la reforma energética en México deja una pregunta en el campo deportivo: ¿tendremos también algún día un Abramovich en nuestro país? Suena muy posible, porque la Femexfut sólo requiere a los dueños que tengan capital monetario para hacerse de un equipo. La permanencia en primera división del equipo de Querétaro, que perdió legítimamente la continuidad por los pocos puntos conseguidos, deja constancia de que en esta liga no se toma en cuenta un plan de desarrollo socio-deportivo, sino que lo que les importa es cuánto pueda pagar alguien por mantener una plaza.

Todo se vende

Es un tanto ridículo observar con qué facilidad se venden recursos públicos o plazas deportivas para beneficio de una minoría. La empresa Petróleos Mexicanos es, como su nombre lo dice, de todos los mexicanos, no sólo porque hasta el día de hoy la Constitución lo señala, sino porque si revisamos un poco la historia, el 23 de marzo de 1938, el pueblo mexicano, solidario en el respaldo a la decisión del entonces presidente Lázaro Cárdenas, contribuyó hasta con gallinas para cubrir la indemnización a las empresas extranjeras. Lo anterior simboliza la confianza que el pueblo tenía en su propia fuerza para intentar un camino común.

Un Abramovich en nuestro país tendría consecuencias desastrosas, no sólo por la explotación extranjera de recursos nacionales, sino por la pérdida de control para construir nuestras propias decisiones. Sólo faltaría que alguno de los futuros inversionistas extranjeros en Pemex también compre un equipo mexicano. En el deporte, como en todo, no se puede priorizar el corto plazo por el beneficio de una minoría.