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Reforma energética

Posible, un acercamiento entre Cárdenas y AMLO; el asunto lo merece, dice

Pide Muñoz Ledo a la izquierda poner a un lado intereses, historias y resentimientos
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Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador e Ifigenia Martínez durante un foro sobre la defensa del petróleo el 20 de febrero de 2008Foto María Meléndrez Parada
 
Periódico La Jornada
Domingo 18 de agosto de 2013, p. 3

La confluencia de las fuerzas progresistas en torno a un gran movimiento de resistencia contra la intención del presidente Enrique Peña Nieto de modificar la Constitución en materia energética es obligada, sostiene Porfirio Muñoz Ledo, miembro del consejo político del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y responsable del área de la reforma política en el Gobierno del Distrito Federal.

Muñoz Ledo, quien además de su larga trayectoria en la escena política ha dedicado años a la investigación en materia petrolera, la academia y en foros internacionales sobre fuentes alternativas de energía, considera que frente al peligro de sufrir un salto para atrás en la historia de México –así define él la iniciativa presidencial que está a debate– no sólo es posible que el PRD y Morena coincidan; no sólo es necesario que Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas vuelvan a actuar de manera conjunta; que él mismo supere el añejo distanciamiento que tuvo con el hijo del general Lázaro Cárdenas. “No sólo es posible…es nuestro deber”.

Añade: Debemos ser contundentes y sólo podemos lograrlo con una gran alianza de todas las fuerzas patrióticas. Debemos ser capaces de poner a un lado nuestros intereses personales y partidistas, nuestras historias y resentimientos. El asunto lo merece.

En esta coincidencia deben participar no sólo las fuerzas políticas, sino también las sociales. Y una corriente importante de opinión pública.

En cuando a un posible acercamiento entre Cárdenas y AMLO, Muñoz Ledo insiste: “Esta confluencia puede ser definitiva para cambiar el curso que se le quiere dar a esta reforma. Si no la logramos –advierte– querría decir que el proyecto de nación no nos interesó lo suficiente. Y si la reforma energética peñanietista se hace realidad, se corre el peligro de enfrentar dramáticamente a los mexicanos”.

En su trayectoria, tenaz en los temas de la reforma del Estado, hay una buena dosis de esfuerzo invertido por frenar la desnacionalización del petróleo mexicano. Porque ahí sí, se perdería todo el esfuerzo que hemos hecho por enderezar el rumbo del país.

Símbolo patrio

Al comentar sobre la intensa campaña propagandística desplegada por el gobierno para impulsar los cambios constitucionales que están hoy a debate en las cámaras, Muñoz Ledo rechaza que los principios de la soberanía mexicana sobre el petróleo, y en general sobre sus recursos naturales, sean –como dicen los simpatizantes de Peña Nieto– mitos. Expresa: El petróleo como recurso nacional es el símbolo patrio del siglo XX. Y por tanto tiene que ver con la identidad nacional.

Arremete: El proyecto presentado por Peña Nieto va en contra de los intereses concretos de la nación. Argumentar que con inversiones privadas y extranjeras la economía del país va a crecer no parte de la realidad ni del conocimiento de la historia. Desde la nacionalización del petróleo y el inicio de su producción por parte del Estado en 1939 hasta 1975, México no exportó crudo. Y la economía crecía en promedio en 6.4 por ciento. Ahora estamos exportando miles de toneladas y no crecemos ni el 2 por ciento. Esto nos está marcando una racionalidad económica a favor del proyecto original.

Admite, sin embargo, que no sólo el actual gobierno, sino las administraciones anteriores, sufrieron una presión muy fuerte por parte de los mercados internacionales, en particular las trasnacionales y el gobierno de Estados Unidos, por modificar la Constitución y abrir así el sector energético al capital global.

“La presión es muy fuerte porque el país no está creciendo. La sufrieron ya muchos presidentes. Y la resistieron. Si ahora se cede, aquí culminaría el ciclo neoliberal para entrar de lleno a un ciclo de dependencia económica, de pérdida ya no sólo de soberanía, sino de pérdida de símbolos nacionales fundamentales.

“Es –busca una metáfora que lo convenza– como si el arzobispo de México se volviera presidente. De ese tamaño sería la caída”.