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Rinde homenaje a Alfonso Esparza Oteo e impone su nombre a la casa del organismo

La SACM paga deuda pendiente con su fundador: Manzanero

La memoria del corazón es la gratitud, y estamos aquí para reconocer a una de las personas que nos enseñaron el camino, dijo Felipe Gil

Entre versos y canciones los creadores de letras y melodías recordaron al compositor de Un viejo amor, Por esa calle vive y El quelite, entre otras

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Armando Manzanero, actual líder de la SACM, durante el reconocimiento al primer titular de la organizaciónFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Domingo 4 de agosto de 2013, p. 8

En el 119 aniversario de su nacimiento, el pasado viernes Alfonso Esparza Oteo (Aguascalientes, 2 de agosto de 1894-DF, 31 de enero de 1950) fue objeto de un reconocimiento: su nombre se impuso a la denominada Casa Grande de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), de la calle Mayorazgo. Se paga así una deuda pendiente con quien fue el fundador y primer titular de nuestro organismo, expresó Armando Manzanero, actual líder de la citada sociedad que aglutina a creadores de letras de canciones y melodías.

Felipe Gil, autor de La felicidad, tema que hizo famoso Gualberto Castro, fungió como maestro de ceremonias. La memoria del corazón es la gratitud, y estamos aquí para reconocer a una de las personas que nos enseñaron el camino. Como diría el poeta: caminante, no hay camino; se hace camino al andar. Si se es capaz de imaginarlo, se puede hacer realidad, tarde o temprano, y por eso estamos aquí, donde están reunidas las ilusiones de México. Hoy damos un aplauso a la vida de don Alfonso Esparza Oteo. Y el aplauso fue largo.

Se recordaba a uno de los máximos compositores de México, autor de joyas que se cantan en todo el mundo, como Un viejo amor.

Plenitud, la primera

Esparza Oteo fundó en 1945 la primera agrupación de músicos, antecedente directo de la SACM. Fue el segundo de los 10 hijos de Luis R. Esparza y Concepción Oteo. El padre de Alfonso fue un músico distinguido. Desde temprana edad Alfonso mostró su inclinación por actividades musicales. A los 7 años decía que había heredado de su padre la afición por la música y tocaba el piano ante audiencias pequeñas.

De su padre recibió las primeras lecciones de solfeo y piano. Más adelante asistió a la academia del presbítero Fermín Ramírez, donde tuvo la oportunidad de instruirse con maestros como Juan María Cisneros, Arnulfo Miramontes y Manuel M. Ponce. En 1914 llegaron a la ciudad de Aguascalientes los efectos de la Revolución Mexicana y Alfonso se enlistó en las filas de Francisco Villa. Tras dos años de campaña, fue distinguido con el grado de mayor. Una vez calmados los ánimos bélicos, en 1917 regresó a la vida artística con la interpretación de la primera pieza musical que compuso, el foxtrot Plenitud, en la Escuela de Artes y Oficios de Aguascalientes.

En marzo de 1919 viajó a la ciudad de México en busca del triunfo que le permitiera, además de alcanzar sus metas, apoyar a sus padres. Ya en la capital se instaló en una casa de huéspedes, y decidido comenzó a tocar puertas en busca de oportunidades. De esa forma llegó a la Casa Wagner, una de las más reconocidas, donde le ofrecieron un empleo.

En el Teatro Lírico, en 1920, estrenó su obra de mayor proyección internacional: Un viejo amor, en coautoría con el Güero Adolfo Fernández. A finales de ese año tuvo que ir a Aguascalientes por el triste suceso de la muerte de su padre. Poco después regresó a la ciudad de México, ahora con la responsabilidad económica de su madre y hermanos. En la época del gobierno del general Álvaro Obregón (1920-1924), Esparza Oteo se convirtió en el compositor de moda en México, gracias a lo cual pudo conocer al Presidente, quien lo nombró director de la Orquesta Típica Presidencial, que fue disuelta por Plutarco Elías Calles cuando llegó a la Presidencia.

El 17 de julio de 1928, en atención a la invitación del general Álvaro Obregón, entonces candidato a la Presidencia, asistió a amenizar con la antigua Orquesta Típica una comida en honor del candidato, en el restaurante La Bombilla. Mientras interpretaban la melodía Limoncito, de su autoría, se acercó a la mesa del general un caricaturista de nombre José de León Toral. Se escucharon varios disparos y el general Obregón se reclinó sin vida sobre la mesa. Es sorprendente la similitud con lo que pasó durante el asesinato del candidato Luis Donaldo Colosio, quien recibió un balazo cuando de fondo se oía La culebra, interpretada por la Banda Machos. Antes fue Limoncito.

Los Ases de la Canción

Formó parte del famoso cuarteto Los Ases de la Canción, con los maestros Miguel Lerdo de Tejada, Tata Nacho y Mario Talavera. Tras el fallecimiento de Lerdo de Tejada, el grupo tomó el nombre de Trío Veneno.

Fundó la Sociedad de Autores y Compositores de México, institución de la que él fue el primer presidente del Consejo Directivo.

Retornó a sus actividades de compositor, presentaciones, conciertos y programas en la XEW. Produjo entonces la emisión Así es mi tierra. El martes 31 de enero de 1950, apenas pasadas las 10 de la noche, salió de su casa para dirigirse a un homenaje que le ofrecería la Casa Madero, y en el momento en que se disponía a poner en marcha su auto, quedó inmóvil, sentado frente al volante. La dicha que minutos antes había en su casa de Altadena 31 se tornó en locura y desesperación. Había muerto el autor de Un viejo amor, La rondalla, Dime que sí, con letra de Alfonso Espriú; Te he de querer, Albur de amor, Cenizas de olvido (en coautoría con Gustavo Hoyos Ruiz), La chaparrita, Déjame llorar, No vuelvo a amar, El quelite, Estrellita marinera, Te vengo a decir adiós, Mi gusto es, Hermosas fuentes, Por esa calle vive (su mamá tuvo la culpa), Golondrina mensajera y Pajarillo barranqueño. En coautoría con Felipe Bermejo hizo Juan Colorado y Mi tierra mexicana.

En 2009, la SACM lo galardonó con el reconocimiento póstumo Juventino Rosas, una presea post mortem instituida para honrar a los autores mexicanos cuya obra ha trascendido las fronteras lingüísticas y culturales para gloria de México en el mundo.

La Orquesta Clásica de México, bajo la dirección de Carlos Esteva, interpretó algunas de las clásicas del homenajeado.

Gil Rivera cantó Un viejo amor y Díme que sí, la cual en un fragmento fue coreada por Manzanero y el público. Un viejo amor dice verdades, que se acentuaron con el vino que se repartió en esos momentos.

Se develó la placa alusiva del acto y se leyó que en adelante ese espacio se llamará Casa Alfonso Esparza Oteo. En atriles se colocaron las partituras originales de las gloriosas composiciones, escritas con un trazo impecable y definido.