Cultura
Ver día anteriorDomingo 4 de agosto de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Dos exhibiciones analizan la imaginería en torno a las mujeres de habilidades mágicas malignas

En GB, nuevas exploraciones artísticas del mito de la brujería y su carga sexual

Representaciones de estos seres a lo largo de la historia se exhiben en Brujas y cuerpos malvados, que incluye piezas de Durero, Goya, Mielich y Blake, entre otros artistas

The Independent
Periódico La Jornada
Domingo 4 de agosto de 2013, p. 3

Londres, 4 de agosto.

Las extrañas hermanas del Macbeth de Shakespeare, que provocaron el asesinato de un rey. Los viejos seres de sexo indefinido que aparecían en populares grabados del siglo XVI con túnicas y penes alargados. Las figuras semidesnudas sentadas junto a cadáveres en la pintura seminal de Salvator Rosa Brujas en sus encantamientos. La hechicera de cara verde de El mago de Oz, que alimentó las pesadillas de los niños. Esas son algunas de las representaciones más memorables de las mujeres aparentemente herejes, excéntricas y sexualmente perversas que a lo largo de las épocas han sido conocidas, y condenadas, como brujas.

La noción de la bruja –mujer de habilidades mágicas malignas– es discernible en el mundo antiguo primero en figuras seductoras de hechiceras como Circe y Medea, y luego en sociedades medievales cristianas que libraron batallas sectarias, en las que mujeres hacían el papel de chivos expiatorios, desde Juana de Arco a los juicios de brujas de Pendle y Salem.

Dos exhibiciones en Gran Bretaña examinan en estos días la imaginería en torno a la bruja: entre los principales atractivos de la temporada gótica del Instituto Británico de Filmografía, el próximo otoño, estará la proyección de la película muda de terror Häxan (La brujería a través de las eras), basada en la histeria colectiva que rodeaba las cacerías de brujas, la cual causó bastante controversia en su estreno, en 1922, al punto de ser prohibida en algunos países.

Imprenta y hechicería

Heather Stewart, directora creativa del festival, señala que la cultura británica, en especial en las remotas tierras celtas, donde en un tiempo prevaleció el paganismo, parece haber estado obsesionada por las brujas. La ejecución más reciente conocida de una bruja en Europa fue en Escocia, en fecha tan tardía como 1727, agrega.

Entre tanto, Brujas y cuerpos malvados, exhibición de la Galería Nacional de Arte Moderno de Escocia que abrió en Edimburgo el 27 de julio, es uno de los recuentos más amplios de este tema que se hayan realizado. En él se muestra la forma en que las brujas han sido representadas en el lienzo, del Renacimiento en adelante, e incluye obras de Goya, Durero, William Blake y Lucas Cranach El Viejo, así como de artistas contemporáneos como Paula Rego y Cindy Sherman.

Si bien la figura de la bruja siempre causó inquietud en las sociedades antiguas, Deanna Petherbridge, curadora de la muestra, considera que el concepto de la hechicería adquirió popularidad en la Europa del siglo XV. La brujería, señala, se vincula de manera directa con la revolución de la imprenta, por la propagación no sólo de textos demonológicos, sino también de documentos individuales que contenían imágenes perturbadoras o estimulantes de brujería.

El grabado Las cuatro brujas, de Alberto Durero (1497), muestra cuatro mujeres desnudas paradas en círculo, cuya postura clásica casi parece imitar la de las Tres Gracias.

Reunión de brujas, de Hans Mielich (1535), refleja la pervertida sexualidad que según se creía encarnaban las hechiceras: una mujer desnuda blande una gran salchicha fálica y otra se mete la mano por debajo de la falda en un gesto provocativamente lascivo.

Las brujas eran temidas y odiadas por su carnalidad y sus emisiones corporales. Entre las muchas representaciones de Goya hay un dibujo en el que una mujer de sexualidad indeterminada sostiene un bebé rígido que se echa un pedo.

Foto
Las cuatro brujas, de Alberto Durero
Foto
¡Linda maestra!, de Goya

La puta de Babilonia, de Blake, transforma a la bruja en una hechicera mucho más seductora, de senos al aire, pero la peligrosa sexualidad persiste: esa acuarela representa el juicio bíblico de “la gran puta… con quien los reyes de la Tierra han cometido fornicación”. Cabalga sobre una diabólica figura jorobada, sosteniendo una copa llena hasta el borde con sus pecados. Stewart dice que el desencadenamiento de una sexualidad femenina demoniaca es un tema que se aborda en filmes góticos y de terror, como El bebé de Rosemary y The Wicker Man.

En la Edad Media la bruja se relacionó de cerca con el dogma religioso. Hasta entonces se consideraba que los judíos eran peligrosos y que mataban niños. La bruja tomó ese papel alrededor de ese periodo, reflexiona Petherbridge. Uno de los textos demonológicos más potentes y más leídos –el profundamente misógino Malleus Maleficarum (conocido también como el martillo de las brujas–, escrito por dos frailes dominicos, era una guía germánica para inquisidores que apareció en 1486/7 y causó el mayor daño al propagar el pánico moral a la brujería.

Historia visual de la misoginia

Hoy día se puede ver con facilidad a la bruja como una invención misógina y patriarcal, que refleja tanto un temor cultural como un odio hacia la mujer. Por esa razón, la exhibición en Edimburgo ha comenzado a ser etiquetada de manera informal como una historia visual de la misoginia.

Para muchos feministas académicos e historiadores del arte, estas imágenes de salaz desinhibición sexual y obscena corporeidad (las mujeres aparecen invariablemente desnudas, con las piernas abiertas, echando pedos y con rasgos femeninos tales como barbas y pene) surgen de antiguos temores que han rodeado el deseo sexual femenino, así como del miedo aún mayor a su capacidad de castrar al hombre.

¡Linda maestra!, de Goya, captura a la perfección las ansiedades en torno a la libido femenina liberada. El grabado muestra dos mujeres desnudas de cuerpo distendido y rostros secos que vuelan empinadas sobre una escoba. El texto explicativo de la obra, que pertenece al Museo del Prado, señala: “La escoba es uno de los implementos más necesarios para las brujas… en momentos convierten la escoba en una mula de silla (un consolador)”.

Los motivos que rodean a las hechiceras han sido a menudo domésticos –escoba, caldero, pociones mágicas–, que surgen de los tradicionales papeles femeninos de cocineras, enfermeras y parteras, los cuales requieren de un conocimiento especializado de las hierbas, pero también dotan a las mujeres de un poder único, incluso en culturas patriarcales prohibitivas.

Hacia finales del siglo XVIII, la bruja fue saneada y rehabilitada en cuentos para niños, en los que se convirtió en una figura de gorro puntiagudo que daba un poco de miedo, pero sin la amenaza religiosa o sexual que representaba en siglos anteriores. Hoy día, artistas como Rego y Kiki Smith usan la figura con sentido político; en el caso de Rego, para ilustrar la brutalidad de la mutilación genital femenina o para reflejar cómo se percibe a las mujeres mayores. La bruja no es ya alguien a quien temer o condenar, sino una víctima de la historia, que inspira fascinación y refleja los deseos y temores ocultos, y la asombrosa crueldad que la historia infligió a sus mujeres más subversivas.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya