Opinión
Ver día anteriorDomingo 21 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿La Fiesta en Paz?

Sindicalismo taurino, ¿para qué?

El 27, cartel de lujo en Santa Ana Chiautempan

Rafael Ortega, alcade electo

D

esde sus orígenes el movimiento sindical fue visto como gran amenaza por los poderes político y económico –históricamente lerdos para entender que trabajadores y patronos van en el mismo e intransferible barco–, por lo que a estos poderes sólo se les ocurrió reprimir y debilitar a las organizaciones y movimientos, corromper y politizar a los líderes sindicales y unir sus fuerzas, los del dinero y los gobernantes, para cavar todos, beneficiados y perjudicados, la tumba del verdadero desarrollo con la engañifa de un progreso suicida: ganancias enormes para algunos, sobrevivencia de la mayoría y deterioro irreversible del planeta.

A nivel nacional esas miopes medidas de ambos poderes adquirieron tintes de tragicomedia al imponer, manipular y destituir a voluntad líderes y sindicatos, a ciencia y paciencia de los trabajadores, más ocupados y preocupados por conservar un empleo que en reivindicar sus derechos y exigir congruencia y resultados a sus representantes. El efecto inmediato de esta falta de claridad para ver y actuar fue un sindicalismo deformado y acomodaticio, sin responsabilidad gremial ni compromiso social.

Heroica y visionaria fue entonces (1933) la convencida, tenaz y coordinada acción del picador Saturnino Bolio Barana, del banderillero Román El Chato Guzmán, del abogado Alfredo Freg, primer Secretario General, del licenciado Leonardo Zenteno, eficiente asesor jurídico, del monosabio Simón Cárdenas y del periodista Enrique Arizmendi, entre muchos otros, para crear la Unión Mexicana de Picadores, Banderilleros y Monosabios, como originalmente se denominó a la agrupación que, como los de la Con-federación Regional Obrera Mexicana, la Confederación General del Trabajo y luego la Confederación de Trabajadores de México, buscaba defender los intereses de sus miembros, concretamente de los abusos de que eran objeto por parte de sus patrones, en este caso empresas y matadores.

Transcurridos 80 años de aquella venturosa iniciación, los picadores, banderilleros y puntilleros que hoy integran la Unión, una vez que los monosabios formaron su propia agrupación, podrían hacer un sereno examen de conciencia y revisar si su sindicato ha contribuido al engrandecimiento de la fiesta de los toros en México o sólo al aseguramiento de sus fuentes de trabajo, objetivo fundamental pero no único en toda agrupación que se respete.

A diferencia de los matadores, los subalternos, con los altibajos que se quiera, han sabido mantenerse unidos ante las diversas embestidas patronales, aunque no siempre con la flexibilidad suficiente para apoyar a empresarios modestos y sí como incondicionales del todopoderoso duopolio taurino. Si Barana y El Chato, acertadamente asesorados, supieron enfrentar el voluntarismo del empresario de El Toreo, Eduardo Margeli, por cierto asesinado tres años después por el novillero Antonio Popoca, ¿qué impide a subalternos y matadores, protagonistas de la fiesta, no sólo empleados, influir, mediante propuestas fundamentadas, para que los del dinero revisen criterios y enderecen rumbos?

Con conocimiento de causa, autoestima torera y perspectiva, tendrían que evaluar las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas que enfrenta la tradición taurina de México, disminuida principalmente por los propios taurinos. Analizar la situación de la fiesta en los otros países para corregir desviaciones y mejorar cualidades. Convocar a eventos y a foros de consulta que ilustren sobre su importante desempeño y arrojen luz para una fiesta de toros digna, atractiva y consciente de sus valores. Reforzar pues la influencia y el sentido social y cultural de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, no sólo como protagonistas sino como gremio sensible y participativo.

Cartel de lujo anuncia la empresa de Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala, para el sábado 27 de julio a las 14 horas: una muy bien presentada corrida de Piedras Negras para los finos toreros Federico Pizarro y Jerónimo. Con el apoyo decidido del Ayuntamiento que preside Ángel Meneses Barbosa y la coordinación taurina de Antonio Moreno Durán, Santa Ana Chiautempan se ha caracterizado por dignificar la fiesta a partir de la presencia del toro. En las dos ferias anteriores se lidiaron reses de De Haro con edad y trapío, en contraste con el resto de las plazas tlaxcaltecas, por lo que Santa Ana, como Santa Clara en el estado de México, es referencia y ejemplo de lo que entraña respetar, sin pretextos, a la fiesta y al público.

Saludo y sugerencia. Por apretadísimo margen –8 votos– obtuvo la presidencia municipal de Apizaco el priísta y aún matador en activo Rafael Ortega. Pundonoroso, inteligente y variado con los toros, Rafael sin embargo nunca contó con un equipo que lo catapultara como el gran torero que es. Ojalá como alcalde sepa rodearse de colaboradores que transparenten su administración y conviertan en realidad sus promesas ya que carácter e imaginación le sobran.