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El poeta presentó Obra suspendida..., compilación de textos realizados entre 1997 a 2012

Nueva antología de Francisco Hernández nos deja saber cómo se lee a sí mismo

Es un panorama magnético de la lírica contemporánea, señaló Víctor Cabrera

 
Periódico La Jornada
Domingo 7 de julio de 2013, p. 6

Obra es un saco que me ha quedado grande, ironizó el poeta Francisco Hernández durante la presentación de su Obra suspendida: antología personal 1997- 2012, en la Capilla Alfonsina.

Con los comentarios de Víctor Cabrera y Manuel Iris, el reconocido escritor realizó una lectura de poemas de ese volumen, editado por Posdata y nombrado en alusión a un letrero que el autor vio en una calle de la ciudad de Oaxaca.

Creo que no me llega el momento de retirarme, porque me sigo poniendo nervioso antes de leer un texto, dijo Hernández (San Andrés Tuxtla, Veracruz, 1946); luego ofreció a los asistentes poemas como En el salón de baila, El diente de Onetti, El hambre del pintor, El mejor retrato de Rilke, A quien corresponda, y fragmentos de los incluidos en Soledad al cubo, La isla de las breves ausencias y Mi vida con la perra.

Tras ofrecer anécdotas que dan luz sobre el nacimiento de los versos que recita, el escritor afirmó con sencillez: me voy saltando muchos, porque no me gusta aburrir; mientras, el público lo escuchaba en silencio y aplaudía cada vez que terminaba la lectura.

Entre indignado y deprimido por el asesinato irresuelto del escritor poeta Guillermo Fernández, ganador del Premio de Poesía Aguascalientes 1982, cerró su participación con un poema dedicado al traductor mexiquense.

Antes, Iris realizó un recorrido en torno a los libros y poemas incluidos en esta compilación muy bellamente editada, a los que calificó como íntimos, personales, casi sin máscara, y en los que se encuentra el desasosiego, la melancolía, la soledad y el vértigo de las letras de “uno de los poetas más serios y respetados de México.

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El escritor veracruzano leyó para los asistentes a la presentación de su antología en la Capilla AlfonsinaFoto Pablo Ramos García

Esta antología de un poeta que gusta encarnar a otros artistas para hablarnos de ellos, y va de un mascarón a una máscara, ambos artefactos de ocultamiento son el único rostro del poeta. No ha sido caprichosa la selección de esta suspensión, de esta obra.

Y concluye que esta edición “hecha por la mirada del autor nos ofrece la oportunidad de saber cómo se lee a sí mismo. Esta Obra suspendida... nos deja en azoro y consigue con plena suficiencia abrir la puerta de las inquietudes del lector y obligarlos después de la lectura de este libro a salir a conseguir una por una cada recámara en la que quiera hospedarse”.

Durante su participación, Cabrera afirmó que para Hernández “la conquista radica en tender una cuerda entre sus paisajes interiores para, al ir de unos a otros, de estos a aquellos, superponerlos hasta proyectar las imágenes nacidas de ese tránsito.

Sostenida en ese tenso equilibrio entre lo real y lo intangible, entre la revelación y el enmascaramiento, la poesía de Francisco Hernández constituye en sí misma un panorama vasto, magnético, vertiginosamente estático de la lírica contemporánea.

Los textos reunidos provienen de nueve poemarios, entre los que se encuentran Mascarón de prosa (1997), Imán para fantasmas (2004), Diario sin fecha de Charles B. Waite (2006), Mi vida con la perra (2007) y Población de máscara (2010).