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En charla-performance habló sobre el dibujo del cuerpo y la tensión

Gritón explica su obra reciente, donde conjuga desnudo y pintura abstracta
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“El desnudo es, dentro de las artes visuales, un tema sui generis: no muchas personas le ponen atención”, sostuvo el artistaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Domingo 7 de julio de 2013, p. 3

Con la conferencia-performance Dibujo al desnudo, el artista Antonio Ortiz Gritón habló de las particularidades de esa práctica y de lo más reciente de su quehacer plástico, en el que se conjugan la pintura abstracta y la representación del cuerpo al natural, en la Galería Ligia Fenollosa.

Al inicio de la charla, una de las asistentes se dijo en desacuerdo cuando el pintor afirmó que mientras realiza los trazos rectos se crea una tensión entre lo estético y lo sexual en la experimentación que está realizando con el uso de las líneas rectas a partir de una figura desnuda. En seguida, la mujer se ofreció para demostrar que esa tensión no existe, solamente es un bloqueo mental, lo cual serviría para desmitificar la tensión sexual.

De esta forma, al parejo de la conferencia dictada por Ortiz, la modelo se desnudó y realizó diferentes poses para que los participantes efectuarán, a partir de esta acción artística, un ejercicio de dibujo.

“Actualmente, el desnudo es, dentro de las artes visuales, un tema sui generis: no muchas personas le ponen atención; sin embargo, hay muchísimos talleres en la ciudad que contratan modelos. Y muchísimas personas, que por mejorar un poco su manera de realizar los trazos se mete a estos talleres”, dijo el artista con más de 40 años de trayectoria.

Refirió que hace poco tiempo hizo instalaciones en las que con hilo de rafia unía dos puntos hasta que sin modificar los entornos se formarán geometría extrañas; estás intervenciones tuvieron lugar, por ejemplo, en la Asociación Psiconalítica Mexicana y en la estación Chapultepec del Metro. Esta inclinación por las líneas se conjuntó con su interés en el dibujo desnudo hasta crear pinturas de gran formato, de tipo abstracto a partir de unir puntos específicos en los cuerpos de los modelos de un taller en el que participa.

El artista mostró, con ayuda de una computadora y un monitor, algunos de sus trabajos resultantes en los que fue descubriendo trazos al azar y esa tensión que ya se nota en el dibujo al final. Y cuya complejidad se fue incrementando: De pronto imaginaba rayos que salían de los ojos. Y llenaba completamente de líneas el cuerpo. Luego, pasaba las líneas a un cuadro.

Ortiz exhibió también algunas imágenes hechas a partir de esas líneas, a las que agregaba colores y más rayas. Más tarde, dijo, consiguió pinturas de mayor formato en los que utilizó colores que remitieran a la persona que prestó su imagen, por ejemplo, el color de lápiz labial que se había puesto. Destacó que al presentar las pinturas acabadas éstas no reflejaban el proceso que las originó a partir de un cuerpo humano, lo que resolvió mostrando al modelo frente al cuadro que hizo de ella.

Definió a la pintura abstracta como la más intelectual y algo de este siglo, y que uno de los grandes modelos del abstracto es cómo se hace, ya que en este género pictórico lo que queda al final es la intuición. Señaló que es un caso parecido al de la música, en la que no hay nada igual en la naturaleza, como la obra de Ludwig van Beethoven o los Conciertos de Brandeburgo, de Johann Sebastian Bach (Turingia, 1685-Leipzig, 1750).