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Asedian farmacéuticas saber ancestral maya

Buscan monopolizar el legado de medicina tradicional, alerta el experto John F. Chuchiak IV

Corresponsal y enviada
Periódico La Jornada
Sábado 29 de junio de 2013, p. a40

Campeche, Camp., 28 de junio.

En medio del debate sobre el origen divino, innato o adquirido del don de curar de los chamanes, brujos o curanderos mayas, el investigador estadunidense John F. Chuchiak IV advirtió sobre ‘‘el riesgo real’’ de que se pierdan los conocimientos de la herbolaria y la medicina tradicional mayas, ante la falta de conservación y recopilación, o que por la insuficiencia de recursos presupuestales gubernamentales las grandes farmacéuticas monopolicen ese legado con fines lucrativos.

Durante el simposio Sacerdotes, hechiceros y brujos: discusiones en torno al chamanismo, del noveno Congreso Internacional de Mayistas, los mayas en el contexto de las culturas americanas, los investigadores Erik Velásquez García y María Elena Vega Villalobos, de la Universidad Nacional Autónoma de México, presentaron los resultados de sus estudios sobre ‘‘el papel de los chatan uinik en la sociedad maya clásica’’ y sobre ‘‘los chamanes y naguales, títulos, funciones y desempeños políticos de los gobernantes mayas del clásico’’, en que fundamentaron el origen histórico de los brujos, o curanderos mayas, hoy conocidos como x’menes.

Los chamanes, satanizados

John F. Chuchiak IV, de la Universidad Estatal de Misuri, Estados Unidos, presentó su ponencia sobre los ‘‘Ah Mak Ikob, curanderos y chamanes mayas: el mestizaje de la medicina y la influencia de los curanderos mayas en la medicina colonial en Yucatán’’, y subrayó que desde la Colonia, los chamanes o brujos fueron satanizados y perseguidos por la Inquisición, pues asociaban sus conocimientos de medicina con rituales prehispánicos y sus deidades.

Sin embargo, los resultados de su saber sirvieron a la sociedad colonial, y persisten en la actualidad, a pesar de que todavía son discriminados por ser considerados ‘‘brujos’’, y hostigados en algunas comunidades de mayoría evangélica.

En entrevista con La Jornada, Chuchiak narró el caso de Marcelino Moo, curandero de Hocabá, Yucatán, quien murió a los 86 años, prácticamente aislado, pues lo discriminaban los evangélicos, y con él se perdieron sus conocimientos sobre la herbolaria y la medicina tradicional mayas. ‘‘El problema es que se han perdido o se han avergonzado de estas raíces, y cuando un pueblo se olvida de estas raíces está perdido, acabado’’, subrayó.

Chuchiak sostuvo que la validez del conocimiento de la medicina maya se mantiene y numerosos curanderos y x’menes se pierden porque las nuevas generaciones no buscan quedarse con este legado. ‘‘Cuando el último de estos yerbateros muera, vamos a perder mucho de estos conocimientos. Hay que apreciarlos, hay que tomarlos con respeto, pues ellos tienen amplio conocimiento de la herbolaria maya, y a lo mejor hasta la cura del cáncer está en estas yerbas’’.

El decano de la Universidad Estatal de Misuri advirtió que hay otras formas de persecución o discriminación, como las leyes que en México obligan a los curanderos a tener un laboratorio. “Los x’menes no lo tienen y los quieren obligar a contar con uno, lo que es una falta de respeto”.

Las que sí tienen laboratorios son las grandes farmacéuticas, que muestran enorme interés por esos conocimientos ancestrales y actualmente tienen a sus etnobotánicos haciendo investigaciones en varios países, como Perú y México, para quedarse con ese legado, ‘‘pero no se debe olvidar que estas corporaciones son para ganar dinero y le buscan cómo”.

Más que el gobierno o las grandes corporaciones, el pueblo es el que debe proteger esta sabiduría, no confiar ni en compañías ni en gobiernos. La conciencia de la preservación es más importante que cualquier ley, institución o corporación.

El investigador maya Lázaro Hilario Tuz Chi, de la Universidad del Oriente (Uno), con sede en Valladolid, Yucatán, lamentó que no haya un conocimiento a profundidad de esta práctica médica de la cultura maya, pues se ha dado más importancia a la arqueología y muy poca difusión a la medicina tradicional maya. Rechazó que estos conocimientos carezcan de rigor científico, pues todo lo que han llegado a nuestros tiempos ha pasado por varias etapas, se han tenido prácticas, experimentos y perfeccionamientos, con nuevas maneras de curar. No se trata sólo de saber qué yerba usar, sino la porción, las mezclas, etcétera.

Lamentablemente se le da una importancia mínima y por eso los oficiantes actuales son desplazados por otras prácticas, y se involucran otros elementos como los charlatanes, que se autonombran médicos tradicionales pero que sólo tergiversan esos conocimientos.