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Alimentación en Brasil

E

s interesante conocer la amplia reflexión ideológica que se ha dado en Brasil desde hace varias décadas, en distintos ámbitos, por lo mucho que puede aportarnos. El libro Cultura e alimentacao: saberes alimentares e sabores culturais, publicado por el SESC en 2007 y coordinado por Danilo Santos Miranda y Gabriele Cornelli, muestra un mosaico de puntos de vista en relación con la alimentación, considerada como expresión de la cultura de un pueblo.

Brasil ha ido a la vanguardia en el tema de la seguridad alimentaria (concepto que saben discutible); la han definido –según escribe Francisco Menezes en el ensayo El Brasil en la vanguardia del tema alimentario– como la realización de un derecho de todos al acceso regular y permanente de alimentos de calidad, en cantidad suficiente, sin que se impida cubrir otras necesidades esenciales, teniendo como base prácticas alimentarias que promuevan la salud y respeten la diversidad cultural, que sean además económica y ambientalmente sustentables. Se trata de una propuesta, añade, que incluya lo mejor de la cultura brasileña.

Esta relación entre alimentación y cultura es analizada ampliamente por Marcelo Carvalho en el ensayo El alimento: del espacio privado a mercancía. Ahí podemos apreciar cómo se parece la evolución de Brasil a la de México en más de un sentido. Destaca la transformación de una sociedad rural todavía en los años 50, a una sociedad urbana. Hoy 82 por ciento de los brasileños vive en ciudades; en México casi 80 por ciento de las personas habitamos en zonas urbanas.

Esto tiene gran impacto en las formas de alimentación. Si aceptamos –escribe Carvalho– que la manera en que nos alimentamos proviene de un pasado histórico común, de una religión determinada y de un aprovechamiento económicamente viable del entorno natural, hay que aceptar que tiene atrás un saber dietético heredado, de transmisión oral, que se expresa en una tradición alimentaria dentro del hogar, en las distintas regiones del país, y que es expresión de la cultura de un pueblo; un hecho cultural del más alto grado.

Hoy que la oferta de alimentos ha salido del ámbito doméstico, habrá que encontrar el punto de equilibrio mínimo entre la tradición y la presencia de las hamburguesas en el entorno cotidiano, para construir nuevos equilibrios, teniendo en cuenta que una de las características de la sociedad capitalista es la universalización del valor de cambio: todo se transforma en mercancía. En relación con la alimentación, salta la contradicción entre mercancía y cultura. Esa es la discusión que está sobre la mesa.