Política
Ver día anteriorJueves 6 de junio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Consejo del penalista chileno Roberto Garretón a familiares de esas personas

Aunque le competa al Estado, ‘‘nunca dejen de buscar a sus desaparecidos’’

‘‘Tampoco abandonen la denuncia de la mentira oficial, emitida por incapacidad o falta de voluntad’’, expresa en Saltillo, ante la evidente incomodidad de la subsecretaria de Gobernación, Lía Limón

‘‘Mienten presidentes, gobernadores, policías, jueces, diplomáticos, la prensa...’’

Enviada y corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 6 de junio de 2013, p. 11

Saltillo, Coah., 5 de junio.

Con el aprendizaje y la experiencia adquiridos durante los años de la dictadura pinochetista, después de haber presentado casi 10 mil recursos de habeas corpus para la presentación de desaparecidos políticos en Chile, siempre sin resultado, el penalista Roberto Garretón, quien fuera representante jurídico de la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago en los años de la persecución en su país, recomienda a las familias que han llegado de gran parte del territorio nacional a este Foro Internacional sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias en México: ‘‘Nunca dejen de buscarlos, aunque le competa al Estado hacer ese trabajo que no hace’’.

Añade: ‘‘Nunca dejen de denunciar la mentira, porque el Estado que no protege a sus ciudadanos, aunque sea por incompetencia, no por perversidad, siempre va a mentir’’. Sentada a su lado, la subsecretaria de Gobernación para Derechos Humanos, Lía Limón, se incomoda.

Garretón continúa, dirigiéndose a las familias de desaparecidos: ‘‘A ese Estado incompetente, que no ofrece soluciones, no le queda otra más que mentir para encubrir su incapacidad o su falta de voluntad. A una mentira le suma otras. Y miente el Estado completo: el presidente, los gobernadores, los ministros, la policía, los jueces, el Ministerio Público, los fiscales, los diplomáticos, la prensa’’.

En la contraparte, añade: ‘‘El defensor de los derechos humanos tiene la obligación de nunca mentir, ni siquiera por equivocación, porque nosotros tenemos un solo capital, la verdad, y un único instrumento de trabajo, nuestra credibilidad’’.

Para avanzar hacia la verdad, preludio de la justicia, dice Garretón, ‘‘ustedes tienen que hacer la chamba que no está haciendo el Estado, para así forzarlo a cumplir su obligación’’. Se perciben murmullos de aprobación en la sala. Entre el público, la mayoría ha tenido que hacerla de detective, de investigador, de oficialía de partes, para que sus expedientes no decaigan del todo en las oficinas de las diferentes procuradurías de Justicia.

Y una recomendación más, recibida con una ovación: ‘‘Tienen que conseguir que el drama que viven ustedes ahora sea el drama de todos los mexicanos’’.

El público, que en buen número se acomoda hasta en los pasillos de un auditorio de la Universidad Autónoma de Coahuila, intercambia miradas de comprensión. Madres y padres que llegan a la capital de Coahuila –donde el obispo de la diócesis local, Raúl Vera, abrió la brecha para un vigoroso movimiento de derechos humanos– con las fotografías de sus seres queridos colgadas al pecho entienden lo de las mentiras de los gobernantes, lo del drama inexplicable que llevan dentro, lo que dice este abogado chileno: ‘‘Nunca, pero nunca bajen los brazos y se den por vencidos’’.

En su caso, cuenta para conjurar la desesperanza, que al final, muchos años después, hubo un juez, Baltasar Garzón, que resolvió que el dictador Augusto Pinochet debía ir a la cárcel. Los esfuerzos de las familias chilenas y de los aparentemente inútiles recursos de habeas corpus habían rendido su fruto.

Palabras que calan, que necesitaban escuchar, cuando el ex representante del Alto Comisionado de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para América Latina les dice: ‘‘Su partida de nacimiento como defensores de derechos humanos la obtuvieron cuando empezaron a confrontar al Estado en busca de respuestas’’.

En otro momento, el presidente del Comité de la Convención Internacional contra las Desapariciones Forzadas de la ONU, Rainer Huhle, se pregunta: ‘‘¿Cómo es posible que el crimen de la desaparición forzada, que el régimen nazi denominó como una operación de ‘noche y niebla’ (Nacht und Nebel), y que se tipificó como tal gracias a las arduas luchas latinoamericanas en Naciones Unidas desde los años 70, que se desarrolló bajo dictaduras que ya no existen, sea hoy en día mayor y más grave en países que tienen democracia, como Colombia y México?’’.

Huhle se presenta. Es nativo de Nuremberg, la ciudad donde nació la ley para exterminar a los judíos, bajo la pluma de Adolf Hitler en 1935. La ciudad donde, décadas después, se asentó el tribunal que juzgó, en procesos jurídicos históricos, a esos mismos nazis, con lo que se produjo el nacimiento del derecho humanitario internacional.

‘‘Cerca de 24 mil desaparecidos son demasiados’’: Huhle

Explica cómo fue ‘‘la larga travesía en el desierto’’ de esta nueva convención en los laberintos de la ONU para llegar a ser una realidad a partir de 2010 y la ofrece como una herramienta útil para abordar la realidad mexicana, con sus cifras de cerca de 24 mil desaparecidos en menos de una década. ‘‘Son demasiados’’, concluye.