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Colegas del dibujante realizaron un debate en el Centro Universitario Tlatelolco

Naranjo enseña que los caricaturistas deben estar cerca de las luchas sociales
Foto
Rogelio Naranjo, de pie, en el Centro Cultural Universitario TlatelolcoFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Domingo 5 de mayo de 2013, p. 4

Una de las más importantes enseñanzas de Rogelio Naranjo es que el caricaturista debe estar cerca de las causas y los movimientos sociales y no sólo regodearse con el dibujo.

En ello coincidieron los moneros Antonio Helguera, Darío Castillejos y Ángel Boligán durante la mesa que tuvo lugar la noche del jueves en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, en el contexto de la muestra retrospectiva Vivir en la raya: el arte de Rogelio Naranjo, que se encuentra abierta al público en ese recinto hasta finales de julio.

Los participantes, moderados por el diseñador Alejandro Magallanes, exaltaron la obsesión por el trazo y la búsqueda de la perfección en el dibujo del artista (Morelia, 1937), considerado una de las figuras señeras de la caricatura política mexicana de la segunda mitad del siglo XX y de nuestros días.

Entre anécdotas chuscas y revelaciones confidenciales, en las que salió a relucir la camaradería y el sentido del humor de Naranjo, los caricaturistas lo reconocieron como referente y modelo de inspiración para sus respectivas carreras profesionales.

Los cartones de Rogelio son referencia obligada para muchos de nosotros. Los caricaturistas que empezamos líricamente teníamos como anhelo imitar sus dibujos, pero cuanto más nos aferrábamos a copiarlo, más nos alejamos de él, señaló Darío Castillejos.

Su estilo y sus maneras son únicos. Me encanta la forma en que maneja las líneas y su precisión milimétrica. Cada uno de sus dibujos es una obra de arte. Esto es sobresaliente, porque a la caricatura se le califica como la pariente pobre del arte, pero con Rogelio Naranjo entra a éste por la puerta grande.

Para Antonio Helguera, caricaturista en La Jornada, una de las virtudes más grandes y dignas de imitar de su colega es el conocimiento político y el compromiso social que hace patente en su quehacer cotidiano.

“El de Naranjo –subrayó– es un trabajo de enorme importancia porque siempre ha estado cerca de los movimientos sociales de izquierda y de protesta en México y el resto del mundo”.

Crítica puntual de un artista

En lo que fue más una charla coloquial entre cuates, con la presencia entre el público del maestro Naranjo, Ángel Boligán reconoció de éste su capacidad para ejercer la crítica de manera puntual y detallada, además de mantenerse como luchador social, aunque definió que sobre todas las cosas es un artista.

Nunca me canso de descubrir algo nuevo y diferente en sus dibujos. Lo considero una especie de constructor, un arquitecto de dibujos. Cada uno de éstos es como una obra arquitectónica que si les quitan una rayita, sucumben. Ha sido una influencia innegable para muchos de nosotros, aunque es imposible copiarlo. Hay un antes y un después de Rogelio Naranjo en la caricatura mexicana, dijo Boligán.

Eduardo del Río Rius fue otro de los invitados a la mesa, aunque no pudo asistir por motivos de salud; según dijo, cierto padecimiento en la próstata lo tendría haciendo pipí a cada rato. Sin embargo, envió un texto festivo y jocoso en el que recalcó que no obstante conocer bien a Naranjo desde hace medio siglo, lo sigue queriendo.

A lo largo de ese tiempo, “hemos llegado a compartir espacios en El mitote ilustrado, La garrapata, Por qué?, Oposición, Siempre! y Proceso, entre otras publicaciones. Hemos compartido gustos y disgustos, viajes (viejas no me acuerdo), exposiciones, partidos políticos, candidatos, premios, pasiones y aficiones como el jazz y la música clásica, amor a los perros (yo todavía mantengo a cuatro, ninguno de los cuales trabaja aún)”, escribió Rius.

Hemos compartido vicios, ilusiones, como el socialismo y la Revolución cubana (desilusiones a su tiempo), organizaciones de caricaturistas, luchas por las causas perdidas y cosas así como el 68... El 69 no lo compartimos, me lo tuve que echar yo solo. Pero también hemos compartido el amor por esta especie de país llamado México.