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Los de abajo

Los CCH y la reforma al sistema educativo

L

a reforma al sistema educativo de los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los convierte en escuelas centradas en la política del mercado, muy lejos del concepto original que promovía la formación de sujetos críticos y actuantes.

Los CCH, creados en 1971 por el entonces rector de la UNAM, Pablo González Casanova (el único que no firmó la carta de ex rectores que repudiaron la toma de la rectoría), están en peligro, y no porque algún grupo anarquista los quiera tomar, sino porque, como lo denuncia el colectivo Revuelta, están bajo una política neoliberal que tiende a su desaparición.

Lo que en su tiempo González Casanova definió como la creación de un motor permanente de innovación de la enseñanza universitaria y nacional, el cual deberá ser complementado con esfuerzos sistemáticos que mejoren a lo largo de todo el proceso educativo nuestros sistemas de evaluación, de lo que enseñamos y de lo que aprenden los estudiantes, ha sido ya modificado. Los 12 puntos que sustentan la reforma al plan de estudios sólo oficializan una tendencia que viene de hace más de cinco años.

Uno de los puntos de la reforma, del que se han valido diversos medios para descalificar a sus críticos, es la reglamentación de la enseñanza de inglés durante los seis semestres. Los alumnos, sin embargo, señalan que no se trata de que no quieren estudiar inglés. El problema, indican, es el autoritarismo, es que nadie pregunta a la comunidad universitaria qué quiere y se toman las decisiones desde arriba. “¿Por qué inglés y no otro idioma? ¿Por qué la enseñanza de un idioma a nivel técnico que sólo nos calificaría para trabajar en un call center? ¿Por qué no nos preguntan que necesitamos?”, son algunas de las preguntas que se hacen Pável y Andrea, del colectivo Revuelta.

Otro de los puntos se refiere a la obligatoriedad de la materia de Educación Física. Aquí, señalan, el problema no es que no queramos hacer ejercicio, sino que no se preocupan del perfil del estudiante del CCH, que es de zonas marginadas y que antes de ponerlo a correr, hay que preguntarle si comió.

La reforma planteada, señalan miembros de la comunidad universitaria, no corresponde a las realidades de los cinco CCH, sino al deseo de cambiar el perfil del estudiantado haciendo a un lado a los alumnos sin recursos para dar preferencia a las clases medias. Cada vez somos menos los hijos de obreros, maestros o gente del campo que podemos estudiar ahí. Lo que hay es una especie de limpieza de clase, advierten Andrea y Pável, activistas egresados de esa institución.