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Disquero
Girasoles en el pelo
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Portada del cd In Concert
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Contraportada del disco Anastasis
 
Periódico La Jornada
Sábado 4 de mayo de 2013, p. a16

Somos arcaicos, tan antiguos como el sol/ venimos del océano, nuestro hogar ancestral/ y un día pudimos retornar/ a nuestro lugar de nacimiento, el gran domo celestial./ Somos los niños del sol/ nuestro viaje apenas comienza/ con girasoles en nuestras cabelleras/ somos los hijos del sol/ hay espacio para todos/ con girasoles en el pelo.

Los versos anteriores pertenecen al inicio del nuevo disco de Dead Can Dance, ese grupo de culto que desde 1981 acompaña nuestras introspecciones más profundas.

Tras un paréntesis, luego de disgregarse en 1998 y vuelto a reunir brevemente en 2005, Dead Can Dance lanza su octavo disco y borra el silencio de 16 años durante los cuales, empero, Lisa Gerrard y Brendan Perry, fundadores, artífices y alma de Dead Can Dance, han mantenido actividad intensa.

Canta Lisa Gerrard y sus palabras se elevan como el humo ligero de un lenguaje espiritual inventado pero cierto, una glosolalia de gladiolo y alhelí, las curvas sonrosadas del velo de una bailarina de vientre cuyos párpados abren y cierran al impulso de unas campanitas atadas al índice y pulgar de la cantante, quien al entrechocar los dedos suelta ráfagas de caricias musicales, andanadas de suspiros, tumultos de almas anhelantes y serenas.

El nuevo disco de Dead Can Dance se titula Anastasis, vocablo griego que significa Resurrección.

Su track tercero, Agape, es una fiesta espiritual, una danza sinuosa y leve, voluptuosa y aromática, sensual y metafísica. Leves ritmos árabes coronan cada frase del lenguaje que inventó Lisa Gerrard de la misma manera que Cortázar inventó el glíglico y James Joyce su propia, irlandesa glosolalia.

Después de escuchar este disco confirmamos: Dead Can Dance nunca se ha ido. Su permanencia es una presencia en la mente y ahora suena como el alargamiento de las olas cuando se retiran de la playa: su sonido es inconfundible y dejan siempre un eco aromático en las mentes y los corazones. Dalis ensimismada.

El nuevo disco de Dead Can Dance es entonces un refrendo para quienes estamos ahí desde el principio y al mismo tiempo es una invitación excelente para quienes no conocen aún esta música de paraíso, adentrarse en este mar de paisajes sonoros de ensueño y extender el trazo hacia la discografía completa de este grupo que hizo del sello independiente 4AD un referente de la cultura alternativa.

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Lisa Gerrard y Brendan Perry en diversas épocas

Cocteau Twins, This Mortal Coil, Bauhaus, Dead Can Dance: grupos centrales de la escucha concentrada e intensa, del escuchar con los ojos cerrados y el corazón abierto, música de la ensoñación despierta, el pensamiento profundo, la cavilación en calma, música de levitación y ascenso. Dalis palpitante.

Es una música inclasificable sobre la que quienes se obstinan en construir compartimentos estancos le han puesto, entre otros, los siguiente epítetos: dark, gótica, neofolk, neoclásica, world music. En realidad, no necesita nombre para ostentar su poderosa identidad de música del alma. Dalis entera.

A la profusión de música de Europa del Este y del norte de África que ha caracterizado buena parte de la producción de Dead Can Dance, se concentra en este nuevo disco, Anastasis, la constelación de tradiciones sonoras mediterráneas, árabes, egipcias, en trazos de lienzo mural con los instrumentos propios del grupo: el yangqin y el bodhrán entreverados con insólitas invenciones desde el sintetizador y una poderosa sección percusiva.

Himnos, invocaciones, cánticos inspiracionales. Dalis baila con los brazos elevados.

El amplio rango canoro de Lisa Gerrard, sus notas vibrátiles, sostenidas y en ascenso, su zona contralto y su gemir soprano. La poesía de Brendan Perry. La magia de Dead Can Dance luce también en otro disco flamante de este grupo que se titula sencillamente In Concert, donde se vierte el contenido del cd Anastasis al igual que el de la gira que mantienen por el mundo y que los trajo a México, con Dalis, el 29 de noviembre de 2012.

Dead Can Dance.

Los vivos y los muertos podemos bailar por siempre.

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