El desarrollismo de Mancera

y la destrucción de Xochimilco


San Blas Atempa, 2011. Foto: Eva Lépiz

Jaime Quintana y Adazahira Chávez

Xochimilco, Distrito Federal

La construcción de una gigantesca tienda de autoservicio Chedraui, la imposición de un corredor ecoturístico, el aprovechamiento mercantil de los panteones comunitarios y la extracción del agua en Xochimilco, “son parte de una estrategia de despojo que sufren los pueblos por parte de las empresas en la ciudad de México”, denuncia Alberto Guerra, veterano de las luchas indígenas de la capital del país.

Conocido entre los habitantes de la delegación como “el profe”, Guerra señala que Xochimilco, lugar reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1987, está en caos: desempleo, contaminación de las aguas, proliferación de asentamientos irregulares, descenso en la producción agrícola y escasez de espacios públicos gratuitos para esparcimiento son algunos de los problemas que existen en esta zona, que cuenta con 189 kilómetros de canales y con un 86 por ciento de su superficie como suelo de conservación.

Con la instalación del Chedraui, temen los opositores, los típicos mercados locales de los pueblos desaparecerán y, con ellos, la fuente de ingresos de centenares de chinamperos y locatarios. Además, se agravarán el tráfico vehicular y la escasez de agua que ya sufre la delegación

Una gran parte de la responsabilidad de esta situación está en las acciones y programas gubernamentales, ajenos a las necesidades de los habitantes, no sustentables y que rompen la comunalidad de los pueblos, señala. A pesar de que la clase política afectó a la organización comunitaria,  los habitantes originarios se están involucrando en la defensa de sus bienes, y realizan acciones como la clausura simbólica de las obras del Chedraui en Santiago Tepalcatlapa, las caravanas informativas por los pueblos y la toma de edificios donde despachan los coordinadores territoriales impulsados por el gobierno local.

Chinampas y autoservicios

“En lugar de apoyar a las personas que aún viven de los alimentos que siembran en las chinampas, el gobierno apoya a las empresas y a los ricos”, acusa María Jiménez, comerciante local y originaria de Xochimilco.

Los pobladores de Santiago Tepalcatlalpa se enteraron por casualidad de que una tienda de autoservicio Chedraui se instalaría en 16 mil metros cuadrados de su pueblo. Cuando buscaron información, empezaron a detectar las irregularidades, mientras el gobierno delegacional defendió la instalación de la tienda.

La demolición de las instalaciones que existían en el terreno comenzó sin los permisos necesarios en noviembre de 2012. La delegación concedió permiso para operar y la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) concedió cambio de uso de suelo del lugar a mixto (habitacional y comercial) pero, señala el poblador Juan Manuel Pérez, por la gran área que abarca, el permiso para construir necesita más trámites, estudios de impacto ambiental y urbano, que no han sido presentados.

Francisco Luna, originario de Xochimilco, apunta que para burlar la prohibición de construir tiendas de autoservicio en zonas Patrimonio Cultural de la Humanidad, la autorización de cambio de uso de suelo asentó que se permite edificar una tienda departamental, pese a que Chedraui señala en su página de internet que su naturaleza es ser autoservicio.

Xochimilco, señala Felipe Rosas, de San Mateo Xalpa, es un lugar de agricultores y comerciantes. Con la instalación del Chedraui, temen los opositores, los típicos mercados locales de los pueblos desaparecerán y, con ellos, la fuente de ingresos de centenares de chinamperos y locatarios. Además, se agravarán el tráfico vehicular y la escasez de agua que ya sufre la delegación.

Juan Alcántara, comerciante, pregunta: “¿Cuál es el progreso de una tienda de autoservicio? Se van a chingar lo típico”. Los opositores informan que por cada puesto de trabajo que crean las tiendas de autoservicio, se destruyen diez empleos locales. “Las grandes empresas rompen vínculos sociales, que son parte de las aportaciones de los mercados o pequeños negocios”, señala la joven Lina Arcaraz.

Turismo, contaminación y desastre urbano

En una caravana informativa realizada por los habitantes inconformes a finales de marzo, fueron señalados otros problemas: la proliferación de asentamientos irregulares, la apropiación gubernamental de la gestión de los panteones comunitarios y la destrucción ecológica.

“La destrucción del ecosistema es por el saqueo irracional de los mantos acuíferos”, señala Alberto Guerra. Por la contaminación de las aguas de los canales —aguas negras tratadas—, su bajo nivel en algunas zonas y la anegación de las chinampas en otras, los cultivos han sido abandonados. En la zona chinampera se cosechaba durazno, perejil, cilantro, espinaca, yerbabuena, lechuga, epazote, frijol. En la parte cerril  se sembraba chile, tomate, haba, capulines y tejocote. De los canales, hasta hace cincuenta años se podían comer almejas. Ahora, “para los campesinos es cada vez más difícil extraer recursos de sus tierras”, agrega.

Sin embargo, los esfuerzos gubernamentales para recuperar la zona van en otra dirección. Guerra denuncia que existe un proyecto para construir un corredor ecoturístico “de clase mundial” que abarcaría al menos la zona lacustre de Tláhuac y San Gregorio Atlapulco, que es una parte de Xochimilco.

Los pobladores señalan que se construirá un enorme acuario, una ciclopista, jardines flotantes y un museo. No saben el nombre del proyecto, pero la información parece coincidir con la creación por parte del gobierno de la ciudad, en diciembre de 2012, de una “Autoridad en Zona Patrimonial, Mundial, Natural, Cultural de la Humanidad en Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta”, que, advirtió el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera durante su presentación, busca impulsar “proyectos públicos y privados en materia turística y de desarrollo social”.

“No es que no estemos de acuerdo con el desarrollo, pero queremos que sea de acuerdo con nuestros usos y costumbres de acá”, precisa Francisco Luna. “Se trata de despojar al pueblo”, resume “el profe”.

El camino

“Si perdemos nuestra tierra vamos a perder no sólo nuestro patrimonio sino nuestra identidad y nuestras costumbres”, señala Alberto Guerra. “el profe” ha participado en las iniciativas del EZLN y el Congreso Nacional Indígena. “Indígenas no son nada más los de Chiapas o de Oaxaca, que no se olvide”, señala con firmeza, y agrega que ha pensado en la conveniencia de que Xochimilco se acoja al Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OTI) para la defensa de su tierra.

Como expresa Lina Arcaraz, “los habitantes de Xochimilco poseemos valores que nos guían a cuidar nuestra tierra y cultura, y no permitiremos que las grandes empresas vengan a destruirlas”.