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Ver día anteriorLunes 1º de abril de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Incendios forestales
L

os incendios forestales en varios municipios de San Luis Potosí despertaron la solidaridad pública y de varios gobiernos estatales. El de la ciudad de México exhortó a la ciudadanía a donar víveres para los damnificados e instaló 18 centros de acopio en el Zócalo y en las estaciones de bomberos. También envió brigadas de apoyo integradas por bomberos y expertos en manejo de emergencias y que participaron en combatir el fuego. El número de hectáreas siniestradas fue de entre 4 mil y 10 mil.

Las autoridades potosinas sospechan que casi todos los incendios fueron provocados para luego habilitar las zonas siniestradas como de cultivo. ¿Se localizará y castigará a los culpables? La legislación vigente no permite dicho cambio, sino 20 años después de ocurrido el siniestro, a fin de evitar que se expanda la frontera agrícola y ganadera a costa de las áreas forestales. Los incendios de San Luis Potosí se vieron agravados por la sequía que afecta desde hace tres años al estado y entidades vecinas.

Apenas comienza la temporada de calor y en Oaxaca la situación también está que arde. No solamente por los conflictos con los maestros, o entre comunidades por el agua y la tierra, o los que se oponen a la construcción de parques eólicos en el Istmo de Tehuantepec. También por los incendios. Suman ya más de 100 los ocurridos este año. Especialmente en la preciada región de los Chimalapas, de enorme importancia ecológica por la flora y la fauna que alberga y por los invaluables servicios ambientales que presta. Allí la lucha no sólo es contra el fuego, sino contra quienes desde Chiapas la invaden desde hace lustros.

No está de más insistir en la necesidad de que las instancias oficiales estén preparadas debidamente para enfrentar los incendios en Chimalapas, de atención prioritaria en Oaxaca, junto con la costa, Yautepec y la cordillera Norte/Valles Centrales, por el alto riesgo de que allí abunden los incendios. En apenas una semana Chimalapas perdió casi 3 mil hectáreas de árboles y arbustos, como detalló el responsable del área forestal del estado, el ingeniero Félix Piñeiro. Otras 2 mil ardieron en el resto de la entidad.

Una de las causas de los incendios es el mal manejo del fuego en la práctica agrícola de roza-tumba-quema que utilizan los lugareños. Por eso se espera que el gobierno prohíba durante la época en que más calor hace en la región dicha práctica. Prevenir es siempre mucho mejor que después apagar el fuego. Esa debe ser la consigna en todo el país. Y cuesta muchísimo menos.

Los que defienden los Chimalapas de la invasión por los intereses ajenos a sus comunidades originales y luchan por evitar su destrucción, recuerdan ahora cómo hace 15 años el gobierno estatal ordenó suspender temporalmente la roza-tumba-quema. De todas formas, el fuego afectó más de 200 mil hectáreas en el corazón de tan importante reserva natural, que se extiende por casi 600 mil hectáreas pertenecientes a las comunidades agrarias, y en las que hay selvas altas, medianas y bajas, y bosque de niebla. Ecosistemas que sus pobladores logran tener en buen estado de conservación, pese al conflicto agrario (en parte debido a la invasión de personas ajenas a las comunidades originales) y que las instancias oficiales no acaban de resolver. También contó en el desastre de 1998 el no estar listos para enfrentar los efectos negativos del fenómeno de El Niño.

Uno de los problemas para combatir ahora el fuego en el país es la carencia de agua y de suficiente personal preparado para esas labores. La tarea de los brigadistas es muy peligrosa, admirable, y no siempre reconocida por la población y las autoridades. Oficialmente los últimos 45 años han muerto 170 personas en esas labores. Los brigadistas serán ahora fundamentales, pues los tres primeros meses del año ha habido más de 2 mil incendios, el triple que el año anterior y con 24 mil hectáreas afectadas. Este mes y mayo, cuando habrá muy pocas lluvias, se calcula que habrá unos 150 incendios diariamente, de distinto tamaño y peligrosidad. Lo prioritario deben ser entonces las medidas de prevención y que los brigadistas y la población cuenten con los recursos suficientes, a fin de que México no arda como en años de tan ingrato recuerdo.