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Elaborarán plan de alerta temprana, entre otras acciones

Participan 20 universidades e institutos en programa nacional contra la sequía
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En la ciénega de Lerma, en Texcalyacac, estado de México, en una imagen captada en 2008Foto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Martes 26 de marzo de 2013, p. 3

La sequía es un fenómeno recurrente en México y actualmente 43 por ciento del territorio nacional enfrenta esa problemática, por lo que el pasado enero se anunció un programa nacional, que contará con la colaboración de 20 universidades e institutos de investigación de todo el país, informó Felipe Arreguín Cortés, subdirector técnico de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

Entre las líneas de acción del Programa Nacional conta la Sequía (Pronacose) están la elaboración de un plan de alerta temprana, el desarrollo de programas para los 26 Consejos de Cuenca y la creación de una comisión intersecretarial, anunciada por el presidente Enrique Peña Nieto, informó el también miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).

Declaratorias de desastre

El término sequía se refiere al déficit de precipitación y de la humedad del suelo, a la ausencia de caudales en ríos, niveles bajos en los acuíferos y las presas. Según el libro El agua en México, cauces y encauce, elaborado por la AMC –con la participación de 75 especialistas de 27 instituciones– y producido por Conagua, las principales declaratorias de desastre en el país han sido por ciclones tropicales (40 por ciento), siguen las lluvias (33 por ciento) y las sequías (21 por ciento).

Éstas, aunque tienen un desarrollo lento, provocan la disminución en la producción agrícola y ganadera, y con ello el desabasto para la población y pérdidas económicas. Se estima que dos terceras partes del territorio son desérticas o semidesérticas, y la ubicación de la población no corresponde con las zonas de mayor disponibilidad natural del recurso. A esto se suma que en algunas cuencas, como las de Sonora norte y sur, Cuencas Cerradas del Norte, Río Bravo, Lerma Chapala y Río Balsas no tienen disponibilidad del líquido.

La primera etapa del Pronacose implica el desarrollo de indicadores, basados en los índices de precipitación y escurrimiento, para conocer el grado de sequía. Al respecto se han publicado mapas en los cuales se identifican las regiones y estados que la padecen, información disponible en la página de la Conagua, que permite alertar a los usuarios sobre la situación en cada estado.

La calidad del agua de acuíferos se deteriora por la sobrexplotación y las descargas de contaminantes, ya sea por aguas residuales al suelo o directamente en los mantos freáticos, y también las sustancias provenientes de los basureros, que no cuentan con un diseño adecuado.

Según el informe Estadísticas del agua en México de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, de los acuíferos sobrexplotados se extrae 53.6 por ciento del recurso subterráneo para todos los usos; en 2009 eran 100 los acuíferos en esa situación.

En México, los datos sobre la calidad del agua se obtienen por medio de la Red Nacional de Monitoreo, la cual cuenta con cinco mil sitios, y entre los parámetros que se analizan están la demanda química de oxígeno, la demanda biológica de oxígeno y los sólidos suspendidos totales. Debido a que la calidad del agua varía en cada región, en ocasiones es necesario realizar análisis para determinar la presencia de flúor y arsénico, señaló el también investigador y profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Otra de las problemáticas, es el cambio climático y sus efectos en el ciclo hidrológico. En este sentido Arreguín mencionó que en Conagua se generan datos para definir escenarios de las consecuencias de ese fenómeno y determinar medidas de mitigación y adaptación.

Conagua junto con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) tienen estaciones climatológicas e hidrométricas, que en conjunto cuentan con ocho mil instrumentos que generan datos de la humedad y de la dirección y velocidad del viento, entre otros, con el propósito de identificar, por ejemplo, cambios en los patrones de lluvia y comparar los datos con los modelos globales del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).