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Balance de la Jornada

El Tri, obligado a ganar el clásico de Concacaf

Chicharito y Borja: semejanzas

L

o último que pierde un hincha por su equipo es la fe. Y si no, que lo digan los aficionados cementeros, que pasan de un subcampeonato a otro, pero se mantienen con la camiseta bien puesta a pesar de tantas desventuras. Eso mismo sucede con los fanáticos del Tri, que dejaron en el pasado preocupantes empates ante Jamaica y Honduras y este martes llenarán el Azteca con la esperanza de celebrar el primer triunfo del hexagonal final de la Concacaf y enderezar así el camino rumbo a Brasil 2014.

Ponte la verde, dice el eslogan televisivo en busca no de apoyo, sino de rating. Pero el fanático parece llevar dentro un mártir futbolero dispuesto a todo y ya olvidó el juego ante Jamaica, donde el equipo caribeño estuvo más cerca de la victoria que el Tri en el mismísimo Coloso de Santa Úrsula.

Contra Honduras, México enmendaba sus yerros con dos tantos de Javier Hernández, a quien no se le da el crédito necesario al ser un artillero de estirpe y se le tacha sólo de cazagoles (como si eso no fuera, también, una virtud).

El equipo catracho había apostado todo al calor y al público, pero se olvidó del futbol. Y revivió de la nada, gracias a errores de Francisco Rodríguez, del árbitro y de José Manuel de la Torre.

En este espacio ya se había criticado al central del América no sólo por su mazaseñal –que ahora ya imitó el federativo Justino Compeán–, sino porque olvidó todo lo que había aprendido en Europa y con las Águilas regresó a ser ese defensa tosco que militaba con las Chivas.

Del arbitraje de la Concacaf se puede esperar eso y más, pero lo que en realidad preocupa es que al Chepo se le nublaron las ideas en una tarde pletórica de sol. Después del 2-0 renunció al ataque, se equivocó en los cambios (fue insólito el ingreso del delantero Raúl Jiménez cuando no había quien surtiera balones) y al final se fue por la fácil al criticar a un silbante localista.

Las gradas estarán llenas, a pesar también de que el último antecedente ante los gringos es una derrota en el Azteca, que poco a poco deja de ser una aduana infranqueable. Fue en un partido amistoso y por la mínima diferencia, pero igual dolió y se espera que no se haga costumbre.

Para tranquilidad de los fanáticos –y de las televisoras, que ya tienen muchas preocupaciones con todo lo que está haciendo Carlos Slim en el balompié y en el ámbito olímpico–, se confía en una victoria tricolor, no tanto porque los nuestros anden bien, sino porque los otros están peor: hace mucho no se veía a un equipo estadunidense tan bajo de nivel y para vencer a Costa Rica tuvieron que ir al congelador de Denver, donde transformaron el soccer en hockey sobre hielo, un deporte que se les da más.

El triunfo es una obligación y una necesidad, aunque a muchos no les agraden estas palabras. Y para ello se cuenta sobre todo con un inspirado Chicharito: ya llegó a 30 goles con la casaca nacional y rebasó a Hugo Sánchez, quien por su parte dio sus mejores partidos con otras playeras y en los momentos importantes con el Tri le aquejaban los calambres.

De anotar un gol, el ariete que padece la banca en el Manchester United llegaría a 31 anotaciones, precisamente la cantidad que logró otro grande de nuestra sufrida historia futbolera: Enrique Borja.

Muchos comparan al Chicharito con Borja por las extrañas formas con las que manda el balón a las redes (con la nariz, la nuca, la boca, entre otras rarezas). Cazagoles, les dicen para insultarlos, pero ambos tienen en los botines lo que más se goza de este deporte: el gol.

Este martes el Tricolor debe ganar; de lo contrario Chepo tendrá que mandar a algún auxiliar a Nueva Zelanda, equipo que enfrentará al cuarto clasificado de Concacaf por un cupo de panzazo para el Mundial.

Después del clásico de la Concacaf tendremos el nacional, que esta vez será nocturno y al que el América llegará con un bajón admitido por Miguel Herrera y el Guadalajara con el regreso de Marco Fabián, lo que anticipa un duelo nivelado.

La nota de la semana fue la contratación de Francisco Palencia como director de futbol de las Chivas mexicanas y estadunidenses. Sorpresiva decisión del emblemático jugador de la cola de caballo, quien tiene la virtud de ser añorado por aficiones tan distintas como la cementera, la rojiblanca y la puma, pero que como directivo parece que cometió su primer error.