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Los miembros del consejo se reúnen en la casa sagrada Kantiyán

Renace la cultura totonaca gracias al legado del abuelo don Juan Simbrón
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Los abuelos reciben a los visitantes y hablan sobre el temaFoto Roberto García Rivas
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Periódico La Jornada
Lunes 25 de marzo de 2013, p. a12

Papantla, 24 de marzo.

Con la guía y enseñanzas del jefe supremo del Consejo Totonaca Juan Simbrón para cuidar y preservar la semilla que ha hecho revivir la cultura del Totonacapan, los abuelos tienen la encomienda de dedicar sus esfuerzos a hacer renacer las costumbres y tradiciones del pueblo de los tres corazones.

Por eso en Cumbre Tajín, en el Parque Takilhsukut se abrieron las puertas y en la casa principal destaca el altar en el que parte del Consejo de los Abuelos de la región del Totonacapan. Los integrantes se reunieron en la casa sagrada del Kantiyán, en la que los abuelos reciben a los visitantes y hablan sobre el tema de la 14 edición del festival: el renacimiento del ser.

Para el abuelo Ubaldo Santiago Santes, de la comunidad El Lucero, en el municipio de Papantla, el origen es esta casa, en la que todos son bienvenidos. Afirmó: El Kantiyán es un lugar sagrado, en el que nuestras enseñanzas de abuelos se hacen escuchar; son para todos. El renacimiento es porque está reviviendo lo que se estaba perdiendo de la cultura totonaca: la lengua, las ceremonias, las tradiciones. Hoy está renaciendo por el legado de don Juan Simbrón, quien empezó a revivir nuestra cultura. Por ejemplo, sobre la fiesta de Todos Santos, muchos no creen que las ánimas regresan ese día. Pero sí vienen. No como conocíamos a los difuntos, sino convertidos en animales como moscos o pájaros, pero sí vienen. Entonces, nuestra labor como abuelos es mostrar que nuestras tradiciones sí existen y son importantes.

Sobre la revaloración de ser totonaca y su cultura, en la actualidad, el abuelo Ubaldo señaló: Cumbre Tajín es una forma de difundir la cultura totonaca, porque en muchos lugares ya nos reconocen; identifican nuestra lengua, las danzas y las ceremonias, así como nuestros trabajos, como el que realizamos con el algodón, la alfarería, la medicina tradicional, incluso el trabajo de las parteras, que ya estaba por desaparecer. Por eso quisiéramos que toda la gente que viene al festival se lleve lo que hacemos, desde nuestros conocimientos hasta nuestras prácticas.

Escucha y aprendizaje

Entre talleres, sesiones de sanación, ceremonias, terapias, danzas y sensoramas, parte de la vasta programación de Cumbre Tajín, los abuelos aportan momentos de reflexión y pausa, marcan un tiempo diferente, el de la escucha y el aprendizaje.

Sobre este tema el abuelo Anastasio García Luna, de la comunidad de La Laguna, en Papantla, reflexiona: Hablar del renacimiento es referirse a este tiempo de primavera, en el que la naturaleza florece; todo vuelve a nacer después de la época de invierno. De hecho, este parque Takilhsukut quiere decir que es el principio; estamos en un momento en el que después de años de llevarse a cabo, también está renaciendo. Sobre todo es transmitir las enseñanzas de nuestro guía, don Juan Simbrón, quien ha dicho que nuestra cultura es como sembrar una pequeña semilla, a la que hay que cuidar muchísimo para que crezca bien. Ahora ya creció y hay que recoger sus frutos, resultado de la actividad que emprendió don Juan hace años. Por eso a nuestros hijos hay que enseñarles a sembrar, cuidar y hacer crecer lo nuestro.

En la inauguración de Cumbre Tajín el auditorio del Nicho de la Universidad Veracruzana fue rebautizado con el nombre de don Juan Simbrón, lo que se hizo oficial mediante un homenaje y la develación de la placa.

Para el abuelo Gregorio Bernabé Hernández, también de Papantla, todo lo que se ha mencionado de la naturaleza y nuestras tradiciones las vamos hacer florecer por medio de su difusión para que las nuevas generaciones las conozcan. Don Juan mediante sus dones ha hecho crecer nuestra cultura. Renacer es enseñar todo lo que sabemos, desde los símbolos y el arte hasta nuestras ceremonias. Nosotros no queremos que esto se acabe, sino que florezca y la gente que viene al festival nos ayuda en esta misión; al hablar de lo que vio y lo que aquí se hace está haciendo germinar esa semilla en sus lugares de origen.

Los abuelos sonríen e invitan a platicar a quien entra al Kantiyán. Frente al altar, una pareja se detiene a observar cada uno de los elementos que lo componen y pide la bendición de los anfitriones.

Es un hecho, la semilla se entrega en Cumbre Tajín y sigue esparciéndose por todos los rincones.