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Toledo lo creó en 2006

Séptimo aniversario del CaSa

Entregan premios del Centro de las Artes de San Agustín Etla, Oaxaca

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La poeta Natalia Toledo, integrante del jurado del Premio CaSa de creación literaria en el género de narrativa, en la sede del Centro de las Artes de San Agustín, que ocupa una antigua fábrica textil en Etla, OaxacaFoto Alondra Flores
Enviada
Periódico La Jornada
Sábado 23 de marzo de 2013, p. 2

San Agustín Etla, Oax., 22 de marzo.

Fortalecer los perfiles de las culturas originarias de Oaxaca será una de las prioridades del Centro de las Artes de San Agustín Etla (CaSa) durante 2013, espacio que celebró su séptimo aniversario con la inauguración de dos exposiciones y la entrega de los premios CaSa para creación literaria en lengua zapoteca.

La apertura a las artes, la innovación y la cultura popular que han caracterizado al espacio fundado por Francisco Toledo se hicieron presentes en la antigua fábrica de textiles que desde la noche del pasado jueves acoge las exposiciones Viviendo la materia, con obra del danés Palle Seiersen, y la colectiva Los artistas dialogan con Posada.

Destaca el papel fundamental del Centro de las Artes de San Agustín Etla en el movimiento cultural de nuestra entidad, su compromiso en la formación, creación y experimentación artística. Su apertura como un foro plural que fortalece la reflexión y el análisis, pero fundamentalmente, es un espacio que fomenta la diversidad de la creatividad contemporánea de Oaxaca con una clara convicción de que todas las culturas son iguales en dignidad y el programa de la celebración de este séptimo aniversario es una muestra, afirmó Alma Rosa Espíndola, subsecretaria de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura del estado, durante una ceremonia con motivo de la celebración.

Autorretrato en lugar incómodo, óleo sobre madera, oro y pla-ca de metal, obra reciente realizada por Francisco Toledo, se muestra por primera vez en la galería principal del CaSa, como parte de la exhibición colectiva que rinde homenaje a José Guadalupe Posada en su centenario luctuoso. Resultado de una convocatoria en la que se llamó a artistas contemporáneos a reinterpretar la producción del grabador mexicano, 377 obras se distribuyen por la amplía galería, de las cuales 79 son de creadores oaxaqueños.

A las piezas hechas en diversas técnicas, como grabado, pintura, escultura y arte objeto –que juegan con Posada y sus calaveras–, las acompañan casi un centenar de impresiones originales del autor de La Catrina, provenientes de la colección José F. Gómez.

Gusibá, sequía en lengua zapoteca, personificada como una mujer golpeada por los años, ya sin dientes, con el pelo lacio, caído y su andar es lento, hizo ganar a Antonio López Pérez, de Juchitán, el premio CaSa de creación literaria en el género de narrativa.

Ella camina entre rastrojos, buscando el alimento cotidiano. Pero la gente del pueblo la desprecia, porque su identidad representa la miseria, relató el profesor de preparatoria antes de la ceremonia de premiación en la que recibió 30 mil pesos.

Gajo de sol fue su seudónimo, explicó, porque siempre he dicho que Oaxaca es un sol, es energía, vitalidad, alimento. Con esa pequeña luz podemos alumbrar algo de lo que hacemos.

El calentamiento global y la conciencia de que podemos quedarnos con la sequía permanente, lo cual sería letal, inspiraron a Antonio López, quien comentó que realiza un proyecto con jóvenes para impulsar la plástica y la narrativa; aportamos un granito de arena, porque el arte deja mucha satisfacción.

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Autorretrato en lugar incómodo, óleo sobre madera, oro y placa de metal, obra reciente de Francisco Toledo que por primera vez se muestra en la galería principal del Centro de las Artes de San Agustín, como parte de la exhibición colectiva que rinde homenaje a José Guadalupe PosadaFoto Alondra Flores

Cuando el ocaso de rayos rosados partía, en la planta alta del centro fundado por Francisco Toledo se realizó la reunión que celebró al CaSa al premiar a los creadores en lengua zapoteca con la tercera edición del certamen, en el que los poetas Natalia Toledo y Víctor Cata fungieron como jurado.

Pescador y músico

En el género de canción, Jesús Antonio Herrán ganó con Labor de pescador, en la que entona cómo maneja su balsa y su esposa en el pueblo cambia lo que han capturado las redes por algo para comer.

Originario de Álvaro Obregón, en la región del Itsmo, desde hace siete años Herrán se dedica a la pesca; ese ha sido mi trabajo, cuando no hay chamba en la música, en un grupo llamado Profecía Musical, pues desde niño, cuando tocaba en las banquetas soñaba con formarlo. Su repertorio incluye cumbias, corridos, de todo, hasta son zapoteco, que por allá sí pega, porque en su pueblo casi no se habla español.

Contento, con su diploma en la mano, además de haber recibido el estímulo pecuniario, Jesús Antonio Herrán expresó la esperanza de ahora sí ser escuchado, porque lanzó la queja: “He mandado proyectos, pero me dicen: ‘¿Quién eres?”’, y al responder que es un aficionado preocupado por rescatar a la juventud en el pueblo, lo único que ha oído es: No se puede. Se necesita que seas agente municipal, un regidor o algo, y orgulloso expresa: Por lo menos, ahora Dios me escuchó y gané.

Lourdes Báez, directora del CaSa, destacó que Francisco Toledo se ha interesado mucho en fortalecer la riqueza de las culturas originarias, y como parte de ese quehacer una vez más se entregaron los premios a los creadores en lengua zapoteca.

Y un grabado de Toledo fue parte del premio de Eleazar García Ortega, quien es de Tlacolula, en los Valles Centrales. Hombre de 61 años, que envió el poemario que traducido al español se titula Sólo fuimos un sueño. Lo que hago es una reflexión sobre nuestra historia como pueblo, nos está ganando el neoliberalismo, las lenguas se están muriendo, deploró.

Hoy tenemos que reiniciar un proceso de reaprendizaje, afirmó, mientras sostenía el grueso conjunto de hojas impresas que lo hizo ganador.

Para escribir los 120 poemas, en versión bilingüe, comentó que tras estar comisionado como profesor rural por muchos años, al regresar a mi pueblo vi ese cambio tan terrible.

Entonces, decidió dejar algo escrito para mostrar cómo era el zapoteco antiguo y tratar de recuperarlo, pero le costó investigar para encontrar vocablos para la expresión correcta e incluso la invención de un alfabeto minimalista, porque comprendió que entre menos grafías tenga, las personas leerían con mayor facilidad. Su lengua, lamentó, ya no se habla, ¿Por qué se siente un menosprecio de sí mismo?, por eso digo: sólo somos un sueño.