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Ansiedad y problemas de aprendizaje, otros efectos: alerta el IPN

El alto nivel de ruido en el DF, capaz de causar hipertensión y pérdida auditiva
 
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de marzo de 2013, p. 3

Las condiciones actuales de urbanización en la ciudad de México –incremento del transporte público y privado, instalaciones industriales, comercios y servicios–, exponen a por lo menos cinco millones de personas a niveles de sonido capaces de ocasionar hipertensión arterial, impactos cardiovasculares y pérdida paulatina de la capacidad auditiva, entre otros males.

Así lo informó Ilhuicamina Trinidad Servín Rivas, investigador de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), Unidad Zacatenco, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), durante su participación en la Expo Acústica, realizada en el Centro Cultural Jaime Torres Bodet de esta casa de estudios, en Zacatenco, donde advirtió sobre los daños físicos que tendrá la población capitalina en la próxima década.

Tras señalar que el ruido es todo sonido indeseable, molesto y dañino, el académico del IPN consideró que diariamente la población de la ciudad de México está expuesta a decibeles muy superiores a los permitidos por la normatividad mexicana y la que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Indicó que la Secretaría del Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal estableció desde el año 2006 una norma oficial del límite máximo permisible que establece los 65 dB (decibeles) de las 6 a las 22 horas, y hasta los 62 dB para el horario que comprende de las 22 a las 6 horas.

Sin embargo, dijo que estos niveles se rebasan de manera continua en el entorno urbano de la capital del país, toda vez que hay múltiples emisores de sonido que incrementan los dB y hacen insoportable el ruido al que se expone la ciudadanía.

El profesor integrante de la Academia de Acústica de la ESIME Zacatenco mencionó que la OMS estima que al menos 120 millones de personas en el mundo tienen problemas auditivos a consecuencia del ruido excesivo al que están sometidos, sobre todo en las grandes urbes.

Los estudios sonoros indican que las aglomeraciones de personas generan 50 decibeles; el paso del tren 80; el tráfico se ubica en los 90 y un avión al despegar alcanza 130, señaló.

Servín Rivas expresó que el nivel del dolor a consecuencia del ruido acumulado se ubica en los 140 dB y, en el entorno urbano, este punto se alcanza con mucha frecuencia, por lo que la ciudadanía tiende a manifestar males orgánicos relacionados con la exposición al ruido intenso.

El investigador politécnico sostuvo que algunos efectos sicológicos que provoca el ruido son: estrés, disgusto, dificultad en el aprendizaje, alteración del sueño, ansiedad, irritabilidad, depresión y efectos de índole social o conductas antisociales.

Otras consecuencias, agregó, son aumento en la secreción de adrenalina, las hormonas de la glándula tiroides, incremento de la presión sanguínea y alteración del sistema nervioso, circulatorio y digestivo. Todos estos males conllevan a un ciclo de enfermedad que afecta por igual a jóvenes como adultos, expresó.

Servín Rivas insistió en la necesidad de proteger a la población del ruido urbano y considerarlo parte integral de la política de protección ambiental; se debe incluir el ruido como un tema de salud pública en la evaluación del impacto ambiental, planteó.

Asimismo, reiteró su propuesta de promover una legislación para reducir los niveles de ruido en las ciudades más grandes del país y generar planes para reducir el ruido. Todo lo anterior tendrá que impulsarse a corto plazo para evitar graves daños a la salud de la población urbana, puntualizó.