Opinión
Ver día anteriorDomingo 17 de marzo de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Deslumbrante
A

sí quedó con la restauración de la Alameda Central el hemiciclo de homenaje a Benito Juárez, cuyo aniversario de natalicio se conmemora el próximo día 21. Hace casi dos décadas escribimos una crónica en la que comentábamos que el mausoleo se encontraba muy deteriorado y que estaba siendo restaurado por Julián Arce, altruista mexicano que tiene una empresa dedicada a esas labores en todo el mundo y que periódicamente regresa a su patria para limpiar gratis algún monumento público. El resultado fue magnífico pero... el paso de los años no perdona y el hemiciclo volvió a sufrir menoscabo.

Ahora se recuperó con nuevas técnicas y materiales que lo protegen, entre otras, de las nefastas pintas. El vandalismo del primero de septiembre dejó la recién renovada Alameda hecha una desgracia, incluido el hemiciclo que quedó todo pintarrajeado; increíblemente, a los tres días estaba como nuevo.

La llegada de la primavera, que festejan gozosas las jacarandas con sus exuberantes flores violáceas, invita a darse una vuelta por la flamante Alameda, admirando de paso el monumento a Juárez. ¿Qué les parece si recordamos la historia de su construcción?.

Fue Porfirio Díaz quien llevó a cabo la idea que había venido proponiéndose desde la época del fallecimiento de Juárez, de hacerle un mausoleo. Se convocó a un concurso y se integró un jurado con los arquitectos Nicolás Mariscal, Antonio Rivas Mercado y el ingeniero Manuel Velázquez de León, quien falló en favor del proyecto del arquitecto Guillermo de Heredia.

En noviembre de 1909 se iniciaron los trabajos de la cimentación de concreto y meses después la colocación de mil 620 bloques de mármol. El costo total de la obra que dirigió el ingeniero Ignacio León de la Barra fue de 229 mil 438 pesos. Un amplio semicírculo custodia el grupo escultórico que representa al Benemérito sentado y a la Gloria en actitud de colocar una corona sobre sus sienes y a la República descansando su espada en tierra con la mano izquierda, mientras con la derecha levanta en alto la antorcha del Progreso.

El grupo escultórico realizado en Italia mide siete metros de altura y pesa 70 toneladas. Lo flanquean cuatro columnas dóricas de cada lado y para completar el impacto dos grandes leones flanquean el hemiciclo. El monumento al ilustre oaxaqueño se erigió en el lugar en donde se encontraba el Kiosco Morisco que actualmente se ubica en la Alameda de Santa María la Ribera.

Y ahora demos un brinco a esa encantadora colonia para hablar del célebre kiosko que se ha vuelto el símbolo de la Santa María, como suelen nombrarla con afecto sus habitantes. Recientemente la añeja alameda también tuvo su remozada junto con el colorido kiosko, que quedó igual que el hemiciclo, ¡deslumbrante! Originalmente era un pabellón cerrado que diseñó el ingeniero José Ramón Ibarrola para representar a México en las exposiciones internacionales de San Luis Missouri y de Nueva Orleáns, que se llevaron a cabo a inicios del siglo XX. Finalmente, en 1910 se colocó en la entonces joven colonia Santa María la Ribera.

Otro atractivo de la bella alameda es que está rodeada de sitios para comer y beber que ofrecen una variada oferta: comida yucateca, oaxaqueña, quesadillas de 45 centímetros, carnes, cafetines, una buena cantina y un restaurante ruso.

A ese vamos a ir hoy; se llama Kolobok y lo atiende Vladimir, un ruso rubio, ojiverde con fuerte acento. La comida es auténticamente rusa: las sopas campesinas: borsch de betabel y rasolnik de cebada, así como ensaladas de otoño, de verano y del mar; una clásica es la shuba con arenque.

Platos fuertes: los famosos befsrtoganov y el gulyash. Muy suculento el golubtsy, que es carne molida envuelta en hoja de col, bañada en salsa de jitomate, acompañada de puré de papa o espagueti. Para beber, el kompot, que es un ponche frío de frutas secas o un vasito de vodka bien frío. De postre, pastel de miel o blinis, que son crepas rellenas de dulzuras. Está en la esquina de Díaz Mirón y Dr. Atl.