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La historiadora Ida Rodríguez Prampolini abarca la producción de 1920 a 1940 en tres tomos

Muralismo mexicano, el movimiento a detalle y en toda su complejidad

Aborda a artistas poco visibles y a mujeres, de quienes se creía no hacían obra monumental

De este libro surgirán más investigaciones, asegura el investigador Cristóbal Andrés Jácome

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De Diego Rivera, Las fuerzas subterráneas, 1923-1927Foto Bob Schalkwijk
 
Periódico La Jornada
Domingo 3 de marzo de 2013, p. 2

El muralismo como corriente pictórica de vanguardia y expresión del movimiento social, cultural y político que fue la Revolución Mexicana, es abordado con toda su singularidad y carácter controversial en la obra Muralismo mexicano 1920-1940, concebida en tres tomos, cuya edición fue coordinada por la historiadora de arte Ida Rodríguez Prampolini.

Crónicas es el primer tomo que reúne una serie de ensayos que permiten actualizar la lectura en torno a uno de los movimientos más interesantes de la pintura moderna mexicana. Los dos tomos restantes constituyen un catálogo razonado con información pormenorizada de 160 murales, realizados durante esas dos décadas.

En conversación con La Jornada, el historiador de arte Cristóbal Andrés Jácome, quien participó en la edición de Muralismo mexicano..., afirmó que uno de los aportes más significativos es que los libros dan cuenta de la complejidad del movimiento muralista a partir de la inclusión de artistas a los cuales la historia del arte no había prestado atención.

El muralismo no se compuso únicamente por tres grandes figuras y sus respectivos alumnos, sino por una serie de diálogos y colaboraciones que se extendieron por gran parte del país. Cuando se toman en cuenta estas otras visiones del muralismo, el panorama se vuelve menos reduccionista y coadyuva a problematizar uno de los capítulos esenciales en la historia del arte moderno en México.

Después de Rivera, Siqueiros y Orozco, el reto para los nuevos artistas fue vencer la retórica plástica a la que había llegado la figuración en México, lo cual no fue posible. Es sumamente notorio cómo después de los años 40 comienza a entrar en decadencia el discurso figurativo, no sólo en los murales, sino en la pintura de caballete, en la escultura y en la gráfica, consideró Jácome.

Enfatizó que Muralismo mexicano 1920-1940 brinda información de base para que se generen nuevas investigaciones. Estoy seguro de que será un gran estímulo para que surjan más estudios, sobre todo de aquellos artistas poco visibles en nuestra historia del arte. Ese fue, de inicio, el propósito de la doctora Ida Rodríguez Prampolini y de los investigadores participantes del proyecto.

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Detalle de La cena del capitalista (1928), de Diego Rivera

Después de realizar la investigación que comprende dos décadas del muralismo en el país, en la que participaron investigadores como Renato González Mello, Leticia López Orozco, Adrián Soto Villafaña, Diana Briuolo Destéfano y Larissa Pavlioukova, Jácome confirmó que “hay un sinnúmero de murales en deterioro. Muchos se han perdido no sólo por falta de interés de los organismos gubernamentales, sino también de particulares.

Si bien el rescate de muchos de ellos ha comenzado, aún hay mucho por hacer, en especial por aquellos murales que están en los estados de la República.

Según el historiador de arte, entre los muralistas olvidados de México figuran Ramón Sosamontes, Miguel Tzab Trejo, Gabriel García Maroto, Antonio Pujol y Feliciano Peña, cuya obra fue poco visible, porque su producción no fue muy extensa; pintaron únicamente dos o tres murales.

“Eso no quiere decir que su obra no sea importante –aclaró Jácome–; también dedicaron su carrera al grabado, a la ilustración o a diversos proyectos culturales. El olvido también se debe a los lugares donde los pintaron, muchos en los estados y ahora desaparecidos.”

Un aspecto interesante del libro es que contradice la idea de que no hubo mujeres muralistas o que si las hubo, su trabajo estuvo supeditado al de los pintores, y no fue así; al respecto, el historiador indicó: “En la edición incluimos la obra de Aurora Reyes, Isabel Villaseñor, Marion y Grace Greenwood.

La producción de estas dos últimas, pintoras estadunidenses residentes en México en la década de los 30, es sumamente interesante, es parte de la intensa red de intercambios artísticos entre México y Estados Unidos durante la década.

Muralismo Mexicano 1920-1940 consta de tres tomos y es publicado por el Fondo de Cultura Económica, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Bellas Artes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Veracruzana.

Los tres tomos surgieron a partir del seminario El Muralismo producto de la Revolución Mexicana, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidd Nacional Autónoma de México, a cargo de Ida Rodríguez Prampolini de 1997 a 2006.