La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) transfirió a los laboratorios Silanes un sistema de producción de proteínas híbridas recombinantes para elaborar una nueva generación de antivenenos contra la picadura de alacrán.

Ayer, en conferencia de prensa, se informó que después de 10 años de trabajo con el investigador emérito del Instituto de Biotecnología de la UNAM Lourival Domingos Possani se firmó el convenio de transferencia y licenciamiento de la tecnología a la farmacéutica mexicana, que ha hecho una inversión en la materia por más de cien millones de pesos durante esa década.

Possani indicó que la tecnología es resultado del estudio durante todos esos años y del descubrimiento de cuáles son los péptidos productores del veneno, clonar los genes que codifican para esos péptidos y desarrollar híbridos de proteína que, conjuntamente con las del veneno son inyectadas y funcionan como buen inmunógeno.

Áreas emergentes

El secretario académico de la Coordinación de la Investigación Científica, Miguel Lara Flores, dijo a su vez que esta transferencia muestra el estado actual de ese subsistema universitario, que ha incorporado a sus líneas de trabajo áreas emergentes y nuevas tecnologías.

Possani ha estudiado 38 años los componentes de las toxinas de diferentes especies de alacranes, su estructura y función, con lo cual generó el antiveneno existente en el mercado, con el nombre de Alacramyn.

Ahora, investigadores de Biotecnología profundizaron en el conocimiento de la estructura química de las toxinas del alacrán y descubrieron que son pocos los componentes tóxicos para producir el inmunógeno, en lugar de usar el veneno crudo que es complejo y se obtiene mediante el uso de gran cantidad de esos arácnidos, con posibles desequilibrios ecológicos en los sitios donde son colectados.

En los pasados tres años, en México se han registrado más de 280 mil casos anuales de individuos picados por alacranes y la existencia de Alacramyn ha permitido salvar muchas vidas.

Según la UNAM, es muy seguro y su uso ha reducido la cifra a menos de cien fallecimientos por picadura, cuando entre 1970 y 1985 se registraban cerca de 800 decesos al año.