Maravillas y sombras que vio
Carlos Monsiváis

De por sí habitante y pasajero todoterreno de la modernidad, en pocos territorios de la cultura mexicana debió sentirse tan en casa Carlos Monsiváis como en la fotografía, con su condición democrática y su proverbial “incapacidad de mentir”. Ésos fueron los días (de guardar). En un verdadero acierto, sus editores compilaron Maravillas que son, sombras que fueron. La fotografía en México (Era-Museo del Estanquillo, México, 2012), un clásico instantáneo, el manual básico para entender nuestro siglo fotográfico (el XX). De los orígenes en daguerrotipo y fijeza teatral, al doble parto: como crónica y retrato de la realidad y La Historia, y como arte a partir, todos dicen (Monsiváis también) de los visitantes Edward Weston, Paul Strand, Tina Modotti, Serguei Eisenstein y EduardTissé. El volumen abre y cierra con amplios ensayos panorámicos de las dos vertientes centrales en el río de nuestras imágenes.

Entremedias, el autor visita, resucita, enumera, imita, ilumina y agradece a los Casasola (“la persuasión estética de la Revolución”) y los Mayo, a Sotero Constantino, los Álvarez Bravo, Gabriel Figueroa, Héctor García, Mariana Yampolsky, Graciela Iturbide, Rafael Doniz, Lourdes Grobet, Francisco Mata, Francis Alÿs y muchos más en 270 páginas de texto y un generoso encarte con decenas de obras inseparables de lo escrito, a manera de demostración. Unas cuantas se reproducen este mes en Ojarasca.