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Carrillo Gil: Ukiyo- e
L

os términos Ukiyo-e y Makura-e aluden a una producción gráfica centrada en lo comercial, como explica el curador de esta sección de estampas japonesas de la colección del museo Carrillo Gil, el destacado especialista de El Colegio de México Amauri García Rodríguez, quien con la curadora Ibari Ortega son responsables de la presente exposición. Tuve la fortuna de encontrarlos en pleno trabajo de montaje: dada la increíble demanda de trabajos impresos, tanto escriturales como visuales, un público numeroso consumía estos productos a partir de la segunda mitad del siglo XVII, a lo largo del XVIII y hasta el XIX, de manera similar a lo que sucedió en la contemporaneidad con la fruición por las historietas ilustradas del siglo XX, que continúa hasta ahora.

Lo que causa deleite en este conjunto se refiere al pasado: es la increíble belleza, producto de cualidades de ejecución, de los grabadores japoneses en madera, trabajada al hilo.

Los personajes representados en Ukiyo e (se traduce como imágenes del mundo flotante) en el contexto popular de la zona Edo, actualmente Tokio, se fincaron en tres temas o rubros fundamentales: las mujeres bellas, el sexo y los actores del teatro Kabuki.

El refinamiento más detectable está en la línea, en la distribución de los elementos, en los ropajes y en las actividades diríase que cotidianas de estas admiradísimas mujeres que, dedicadas a ejercer la prostitución poseían atributos que iban más allá de tal servicio, eran buscadas por su cultura, su maestría en la escritura –como lo indican algunos ejemplares– y por la galanura que ostentaban al mostrar sus lujosos ropajes.

Sólo en tres ocasiones se han mostrado selecciones de este conjunto patrimonial que reunió el doctor Carrillo Gil durante su primer viaje a Japón en 1955. La parquedad de exhibiciones está en relación con la fragilidad de los productos sobre papel, la estabilidad de sus colores y el deterioro que pueden acusar debido a la iluminación. Este es un aspecto que el espectador actual, aunque armado de buenos anteojos, se ve obligado a padecer, porque hay escasa luz en la sala de exhibición, situación que si bien permite apreciar las estampas, dificulta en demasía la lectura de las cédulas que acompañan los ejemplares y éstas contienen pormenores que acrecientan el interés que las estampas suscitan.

La mayoría de las imágenes no representan objetos de deseo como ocurre en el arte gráfico de occidente, por ejemplo con los grabados de los amores de los dioses de Gulio Romano y MarcoAntonio Raymondi. Aquí no hay escenarios, sólo connotaciones de los mismos en algunas composiciones, domina la presencia de la figura aislada o en grupo, presentada mediante la soberana pureza de la línea sin sombreados tonales y en el caso de las mujeres bellas, tampoco existió por parte de sus hacedores, la intención de mostrar rasgos expresivos en los rostros, que resultan casi intercambiables con facciones escuetamente señalizadas, cartas siempre vistas de tres cuartos para mejor entregar la forma de la cara, la boca, las ranuras de los ojos, el trazo de las cejas y la línea de la nariz, no se trata de retratos, son arquetipos femeninos de la época, cuya gracia y donaire está dado por sus ritmos y sus flexiones corporales, los cuerpos siempre recubiertos de suntuosísimos kimonos a veces parecen flotar o volar por acción del aire.

Así, la cuarta figura, sin título, de los 12 capítulos del gengi representa a una de estas bellas mujeres sosteniendo en la mano derecha una cajita de luciérnaga, cosa que indicaría el verano, al fondo se advierte otro personaje de menor escala. Su contraparte, con el título Refinada flor de nieve pudiera ser el mismo personaje, con otro atuendo, desplegando un paraguas que la resguarda.

Una de estas mujeres está escribiendo, sostiene el rollo de papel en el que lo hace y entre sus labios aprieta el pincel con el que realiza su menester. En esta estampa hay una versión, a modo de cuadro dentro del cuadro, de un paisaje de Hiroshige en el que se advierte una parvada de pájaros en vuelo bifurcado. Los enseres de la escritura están posados en lo que denominaríamos el suelo, sin que haya línea divisoria que lo separa de la pared, los objetos flotan a su lado.

En las representaciones de actores Kabuki, si existe la intención de connotar, más que los ánimos personales, la capacidad de actuación como reacciones consabidas a los hechos que se protagonizan.

Entre las piezas contemporáneas adheridas a este conjunto las hay sumamente vistosas e ilustrativas, como el kimono nupcial concebido como texto cartográfico. Destacan las dos fotografías del famoso fotógrafo japonés Ken Kitano, pertenecientes a una serie de 2008, conocida como Our Faces, que corresponden cada una a impresiones de más de 40 negativos aglomerados en una imagen final.