Opinión
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¿Quiénes verdaderamente saben lo que pasa?
D

icen los analistas de la historia que las acciones ejecutadas por los jefes de Estado o los líderes y dirigentes son diariamente las que dan materia informativa a los medios, desde el tradicional periódico en papel hasta los más sofisticados medios electrónicos que no están verdaderamente al alcance de las masas populares, aun cuando así se les denomine, por su extensión inigualable, y porque cubren hechos que, si pudieran ser leídos por todo el mundo, sin el ánimo de parecer pretenciosos, constituirían un verdadero corte diacrónico, en tiempo real, que pondría al alcance de todos los habitantes del planeta, que usaran para darse a entender un idioma cualquiera, que pudiera serlo, realmente, con capacidad de comunicar ideas, situaciones, o simplemente describir estructuralmente, con signos de validez universal, todo lo que realmente constituye un universo completo, que se va conociendo de él progresivamente, mediante la superposición de imágenes, que no expresan cabalmente todo lo que contiene un corte infinitamente delgado, de tal manera que cuando se integra en proporciones un verdadero bloque informativo, todo lo que contiene, lo que lo integra en dimensiones perceptibles, ya está en otro tiempo, que no es el tiempo real, sino que es un bloque estático para todo efecto práctico, que pone a nuestro alcance lo que ya no está representando nada que exista en tiempo real, y, sobre todo, que dimensionalmente corresponda al mundo imaginario que uno cree verdadero y coexistente.

Bien podría interpretarse este retraso vital como realmente coexistente, cuando lo que sabemos del mundo, y que determina por cierto el alcance real, nos ubica en un universo de determinadas dimensiones, que pudo haber sido una parte de nuestra realidad, pero que lo único que logra es dar vida a un mundo más grande o más chico que el que nunca conoceremos, fuera de los periódicos, los medios electrónicos, o bien lisa y llanamente, de las páginas de gran precisión actualmente, pero que cuando las vimos y las consideramos como retratos exactos correspondientes a un mundo que realmente no existió, en el mundo verdadero, en el tiempo en el que de alguna manera tomamos conciencia de él, en el mismo tiempo, en el que se dio y que fue para toda la humanidad de tal manera fugaz, que únicamente quienes como Einstein y quienes han podido tener el privilegio de conocer, en tiempo real, la verdadera fisonomía del mundo, mediante la aplicación de la teoría de la relatividad, en tales proporciones, que han sido muy pocos seres humanos que la han tenido a su alcance, y es tan difícil de entender y aceptar, que es mucho más lo que se ignora de ese mundo verdadero que lo que se sabe de él. Desde la prehistoria, pasando por la edad antigua, la Edad Media, los siglos XV, XVI, XVII, para llegar a la edad moderna y después desembocar a la edad contemporánea, y de los siglos XIX, XX y XXI, para quienes lleguen de esta manera al siglo XXII.

Dice la Wikipedia que la historia suele dividirse en cuatro grandes periodos: desde casi el año 3000 a.C. hasta alrededor del siglo VI, con Medio Oriente, el Mediterráneo cuna de la antigüedad clásica, de China e India; la Edad Media, entre el siglo VI hasta finales del siglo XV; la Edad Moderna, que va desde finales del siglo XV hasta 1789 (revolución francesa), que incluye el Renacimiento europeo, y la Edad Contemporánea, que comienza en 1789, con la Ilustración y la Revolución industrial, y que llega hasta nuestros días.

De esta manera, nuestro universo se ha ido agrandando, sin que por ello hubiera ganado precisión y amplitud. Más bien se ha ido poniendo una distribución histórica que ha hecho realidad un sistema estructural, cuya coincidencia con la diacronía universal, abriendo posibilidades para que en un futuro ya no muy lejano quienes participan en esta sistematización de la historia les permitirá tomar parte activa en la reducción del tiempo real que ahora nos separa del conocimiento más exacto del mundo que conoceremos en su totalidad y en tiempo real.

Parece ser que nos acercamos ya a la ampliación exacta del universo en el que vivimos. Nos conoceremos mejor, y podremos hacer posible la paz universal. Todo por la vía de la ciencia creada, por unos cuantos cerebros privilegiados. Sería la primera vez en tantos milenios, que la ciencia habría aportado a todo el universo una posibilidad de resolver a base de ayudarse a vivir, y no a matarnos unos a los otros para conseguirlo.