Opinión
Ver día anteriorJueves 20 de diciembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
México SA

Minisalarios: mayor pobreza

Cuatro décadas de pérdidas

De JLP a FC, sólo retrocesos

P

ues nada, que el nuevo gobierno ha refrendado la sólida estrategia que en materia salarial aplicaron sus cinco predecesores, esto es, mátenlos de hambre. Una vez más, el Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos decidió mantener inamovible su política de autorizar aumentos por debajo de la inflación, con lo que no sólo condena a los trabajadores a la pobreza y continua abaratando la mano de obra, sino que por enésima ocasión viola lo ordenado en la Constitución, es decir, que los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos.

El citado Consejo de Representantes –integrado por gobierno, patrones y líderes obreros– determinó que para 2013 el aumento general a los salarios mínimos de las dos áreas geográficas en que dividió a la República (hasta noviembre pasado eran tres) será 3.9 por ciento, con lo que a partir del próximo 1 de enero en el área A el mini ingreso nominal diario será de 64.76 pesos, y en la B de 61.38 pesos (sin embargo, hasta la propia Comisión Nacional de los Salarios Mínimos reconoce que el valor real del salario mínimo apenas sobrepasa los 10 pesos). El incremento en líquido es igual a 2.43 y 2.3 pesos, respectivamente. Entonces, mal arranca un gobierno –y los patrones que dicen apoyarlo– con una decisión de esa naturaleza, cuando en el discurso no deja de mencionar su decisión de mejorar el nivel de vida de los mexicanos, especialmente aquellos menos favorecidos.

Con tal decisión, el organismo que, por ley, es el encargado de llevar a la práctica lo que en la materia ordena la Constitución, acumula casi cuatro décadas haciendo caso omiso y deteriorando el poder adquisitivo de los salarios mínimos, los cuales, en dicho periodo, crecieron tres veces por debajo de la inflación. Aunque parezca mentira, el último sexenio en el que se registró un avance real del mini ingreso fue el de Luis Echeverría (1970-1976). A partir de allí, el resultado ha sido sostenidamente negativo. En esas casi cuatro décadas, el aumento acumulado nominal del salario mínimo general fue de 217 mil 508 por ciento (1970-2012), mientras el crecimiento de la inflación general fue de 634 mil 134.08 por ciento (la información proviene de la propia CNSM y del Inegi), y el incremento para 2013 ni de lejos acorta la distancia.

Con base en lo anterior, nadie sabe cómo es que el flamante titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, sostiene que el incremento a los salarios mínimos para 2013 tendrá una repercusión (positiva), aunque ligera, en el poder adquisitivo de los trabajadores. De acuerdo con el funcionario, sí habrá recuperación salarial de nueve décimas con el incremento del 3.9 por ciento que se dio a los salarios mínimos, ya que la inflación proyectada para el próximo año es del 3 por ciento. También habría recuperación, según dijo, en la medida que se vayan cumpliendo los compromisos de campaña del presidente Enrique Peña Nieto y el país tenga un crecimiento económico de 5 por ciento, para que a los trabajadores les alcance para más bienes y servicios. Así, siempre según él, es positivo el incremento acordado en el seno de la CNSM.

De acuerdo con la información estadística que maneja la propia Secretaría del Trabajo, al cierre del tercer trimestre de 2012 cerca de 7 millones de mexicanos obtienen hasta un salario mínimo diario, quienes a partir del primer día de enero aumentarán su ingreso entre 2.43 y 2.3 pesos por día. Once millones 200 mil adicionales se allegan entre uno y dos salarios mínimos, y otros 10.4 millones entre dos y tres. Esa es la escalera de ingreso de casi el 60 por ciento de los mexicanos ocupados (la mayor parte de ellos en la informalidad), los cuales sobreviven entre la pobreza y la miseria. ¿Realmente es positivo que su expectativa aumente entre 2.43 y 2.3 pesos diarios?

El poder adquisitivo de los salarios mínimos se ha deteriorado sistemáticamente desde tiempos de José López Portillo, es decir seis sexenios al hilo. Todos los inquilinos de Los Pinos involucrados en ese periodo juraron, y perjuraron, que es notoria la recuperación del ingreso de los mexicanos más desprotegidos y que gracias a su gobierno el salario mínimo se recupera. Por saliva no pararon, pero en los hechos hasta la propia estadística oficial los desmiente tajantemente.

Con Felipe Calderón en la residencia oficial (léase el autodenominado presidente del empleo en el sexenio de para vivir mejor) los salarios mínimos generales se incrementaron nominalmente, de forma acumulada, 24.2 por ciento; en igual periodo la inflación general fue de 28.96 por ciento, con lo que queda claro que el deterioro de los mini ingresos se mantuvo. Y lo anterior sin considerar que el grueso del ingreso de los menos favorecidos (léase de los más jodidos) se destina a la adquisición de alimentos, renglón en el que el crecimiento de precios ha sido, es, muy superior a de la inflación general. Con Calderón, pues, mayor deterioro.

Nada distinto sucedió en tiempos de Vicente Fox, quien prometió el cambio: el aumento nominal acumulado fue de 25.2 por ciento, contra una inflación general de 30.43 por ciento. Con Ernesto Zedillo (el del bienestar para la familia) la relación fue de 135 contra 225 por ciento, favorable, obvio es, a la inflación. El predecesor, Carlos Salinas de Gortari (el de la solidaridad) los salarios mínimos generales crecieron 52 por ciento nominalmente, mientras que la inflación general lo hizo en 142 por ciento. Y con Miguel de la Madrid (el de la renovación moral de la sociedad) el incremento acumulado a los salarios mínimos fue de 128 por ciento, contra una inflación general de 4 mil 30 por ciento.

Con el último presidente de la Revolución en Los Pinos (como se autodenominó José López Portillo, el de la solución somos todos) los salarios mínimos reportaron un incremento sexenal acumulado de 249 por ciento, contra una inflación general de 418 por ciento. Y con Luis Echeverría (el de arriba y adelante) los primeros aumentaron 196 por ciento y la segunda 126 por ciento. Éste es el último caso documentado (CNSM e Inegi) de que los salarios mínimos aumentaron más que la inflación; es decir, que el poder adquisitivo se fortaleció en los hechos y no en el discurso, y eso fue hace 37 años (incluido el aumento para 2013).

Las rebanadas del pastel

Felizmente, Javier Lozano ya no es secretario del Trabajo, ni Felipe Calderón inquilino de Los Pinos. Entonces, ¿qué tal un cambio en el discurso laboral?