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Alberto Blanco presentó ayer su libro en el Museo Rufino Tamayo

El eco de las formas ayuda a develar los misterios de la intención del artista: Sainz
 
Periódico La Jornada
Domingo 16 de diciembre de 2012, p. 3

No pienso escribir más sobre artes visuales; aunque de pronto sigue habiendo una excepción cada vez más aislada, siento que lo que está reunido en este libro es lo que me toca decir en estos temas, afirmó el poeta Alberto Blanco durante la presentación del libro El eco de las formas, que se realizó este sábado a mediodía en el Museo Rufino Tamayo en una charla con el investigador Luis Ignacio Sainz.

El eco de las formas, publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, reúne 64 ensayos en los que el también articulista de este diario mira y descubre para el lector el trabajo de artistas como Remedios Varo, Edward James, Alberto y Francisco Castro Leñero, José Luis Cuevas, Manuel Marín, Xavier Sarraga, Sandra Pani y Rodolfo Morales, entre muchos otros

Este título partió de otro escrito hace 14 años, llamado Las voces del ver. El de ahora es un libro que no ha merecido mayor revisión, más que la incorporación de nuevos textos, y nos da la posibilidad de aquilatar el trabajo y mirada de una de las voces más privilegiadas de México. Una obra consistente y reveladora de la producción de importantes artistas. Buena parte de la sensación visual y de la primera impronta que tenemos de la producción de muchos artistas se la debemos a los textos de Alberto Blanco, y quizás desde su sensibilidad nos ofrece formas de aproximación a estas diversidades, señaló a su vez el investigador Luis Ignacio Sainz.

Blanco y Sáinz hicieron de la presentación un diálogo al que asistieron artistas como Vicente Rojo y Gabriel Macotela, y escritoras como Bárbara Jacobs y Miriam Moscona.

El eco de las formas lleva entre sus 700 páginas muchos años de escritura, “es la versión mínimamente corregida, pero muy aumentada, del libro publicado hace 14 años, que se llamó Las voces del ver. De aquella edición original aparecen todos los ensayos, menos tres: el encargado de hablar de la obra de Vicente Rojo, que ha crecido, se independizó y formó un libro, y quizás habrá de formar uno más grande. No está incluido el trabajo acerca de Rodolfo Nieto, por las mismas razones, y el que habla de la obra de Francisco Toledo. Salvo esos tres casos, todos los demás ensayos que aparecieron en la primera edición están incluidos aquí y muchos más”, precisó Alberto, quien rechaza reconocerse como crítico de arte.

Sin embargo, sí hay una capacidad de entender las vísceras más profundas de las cosas sin una pretensión canónica, en un esfuerzo más sensual y seductor. Sí hay un aporte sustantivo para develar los misterios de lo que el artista intenta hacer, respondió Sáinz.

Falta la visión del poeta sobre el arte contemporáneo, pero aunque le interesan –dijo– “no sé a qué grado nos damos cuenta de cómo ha cambiado el juego en los años recientes. Es otro mundo el que vivimos ahora: ver arte no es lo mismo, lo que entendíamos por leer no es lo mismo, amigo o pareja no son lo mismo que eran para nosotros; ahora todo es distinto.

“Lo que sí hay es muchísima más gente que se dedica al arte o las artes, más oferta que demanda, muchísimos canales alternativos, técnicas distintas que son muy recientes; estas nuevas posibilidades –instalación, performance, videoarte, por ejemplo– reclaman un modo de aproximación distinto al de ensayos como los que se presentan en este libro que responden a la manera en la que se hacía el arte antes.

Estas nuevas formas, técnicas, de aproximarse generan también una literatura y una manera de responder distinta; los chavos se mueven en Internet con más tranquilidad que dentro de su propia recámara, habitan esa realidad, la utilizan, le dan un sentido lúdico y creativo, y se manifiestan de otra manera. Respeto eso, pero reconozco que es un mundo distinto.