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La Galería Kurimanzzuto monta exposición con obras del fallecido autor eslovaco

Artista tailandés reactiva a Július Koller, quien trabajaba en el filo de las cosas
 
Periódico La Jornada
Martes 11 de diciembre de 2012, p. 5

Desconocido para el gran público, el eslovaco Július Koller (1939-2007) es una especie de artista para artistas. De allí que no es de extrañarse que Rirkrit Tiravanija (1961), quien lo conoció en la Bienal de Venecia en 2003, haya elegido reactivarlo mediante U.F.O.-NAUT JK (Július Koller), exposición impulsada por el artista tailandés nacido en Buenos Aires, para la Galería Kurimanzutto.

Para la muestra, Tiravanija trae a colación piezas como Universal futurological question mark (U.F.O.), un signo de interrogación –a su vez el logo de Koller– formado por un grupo de niños y el artista sobre una colina en Bratislava, en 1978.

El mismo interrogante fue coreografiado en el Zócalo, a la manera de un performance, justo antes de las elecciones del primero de julio, cuya imagen en gran formato da la bienvenida a la exhibición de fotografía e instalación.

Otra pieza reactivada consta de siete mesas de ping pong, originalmente instaladas en 1970, en una galería de arte como modelo de intercambio directo intersubjetivo. Las mesas llevan escrita, en diferentes colores sobre la superficie, la frase mañana es la cuestión. El visitante puede jugar ping pong y los sábados la galería de la calle Gobernador Rafael Rebollar 94, colonia San Miguel Chapultepec, organiza torneos. El último será el 15 de diciembre, cuando concluye la exposición.

Entrevistado, Tiravanija expresa que cuando conoció a Koller no entendía del todo su obra, así que empezó a buscarla. Atribuye su interés a la manera en que trabajaba, en que sobrevivía, al estar en este espacio muy periférico (Bratislava), también con muchas condiciones políticas difíciles. Me interesaba cómo era capaz de realizar ideas con muy poco, de la nada.

Tiravanija describe Koller como una obra por sí mismo, es decir, al entrar al cuarto “ya es el show”. La exposición incluye varios retratos del artista eslovaco, supuestamente tomados por un amigo, no obstante se sabe que su esposa siempre estuvo a su lado, así que ella viene a ser “la otra artista. Es como un performance que Koller llama un antihappening, ya que es algo que sucede, pero no existe”.

Si Tiravanija halló muy inspiradora la obra de Koller, y se interesó por exhibirla, es porque es docente en la Escuela de Artes Visuales de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y le importa que los jóvenes artistas piensen en cómo hacer una obra o cómo sobrevivir en el medio.

Al precisar lo que podría tener en común con Koller, el entrevistado reflexiona: Siempre me he interesado por cómo funciona la relación del arte con la sociedad, algo que encuentro en su obra. El signo de interrogación, esta especie de firma que Koller coloca en diferentes lugares, de distintas maneras, de repente se ha vuelto una anotación importante para mí, que quiero utilizar.

Tiravanija se refiere a Koller como un artista conceptual o Fluxus, en la medida en que trabajaba en el filo de las cosas. Pero, al mismo tiempo es como el antiartista de manera extendida. En 1965, Koller publicó su primer manifiesto: Anti-happening (sistema de objetividad subjetiva). Los antihappenings son actos conceptuales u objetos que al ser presentados generan situaciones culturales subjetivas. Según el artista, la finalidad es una reforma cultural del sujeto, la conciencia, el entorno y el mundo real.