Opinión
Ver día anteriorDomingo 9 de diciembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Balance de la Muestra
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Fotograma de la cinta César debe morir, de Vittorio y Paolo Taviani
L

a Cineteca Nacional consiguió sortear con relativa fortuna las dificultades que suponía exhibir una actividad tan importante como la Muestra Internacional de Cine en un nuevo espacio inaugurado por etapas y en condiciones azarosas, debido a la premura impuesta por los tiempos oficiales. La afluencia del público fue considerable y las nuevas salas apenas pudieron satisfacer la demanda. A pesar de los esfuerzos para informar a los espectadores sobre la programación y su recorrido por algunas sedes alternas, persistió la desorientación de los espectadores y fue insuficiente la cobertura mediática. Lo importante, sin embargo, fue dar continuidad a una muestra que es toda una tradición entre los cinéfilos capitalinos y un contrapeso puntual a una cartelera sin sorpresas, plagada de blockbusters estadunidenses. Y sobre todo afianzar una apuesta cultural que, aunada a lo que proponen diversos festivales (Ficunam, Ambulante, Docsdf), hacen de la ciudad de México una capital del cine alternativo con una extensión sostenida y diversificada en el país.

Cabe destacar como puntos sobresalientes de esta nueva edición de la Muestra tres títulos de realizadores europeos: en primer término, Amour, de Michael Haneke, cinta ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes, y posiblemente la propuesta más redonda del realizador austriaco, después de El listón blanco. A pesar de haber sido injustamente maltratada por la influyente revista francesa Cahiers du Cinéma, la cual atribuye a su autor una tenaz visión de misantropía y un propósito manipulador en verdad inverificable, la película es una crónica emotiva y franca de las inclemencias de la enfermedad y el envejecimiento, y de la solidaridad sentimental que permite a una pareja de octogenarios (soberbios, Jean Louis Trintignant y Emmanuelle Riva) afrontar de manera muy digna la fatalidad de una penosa enfermedad y su desenlace. Viene luego como segunda gran sorpresa Holy motors: vidas extrañas, la notable y muy anárquica cinta del francés Léos Carax, desde los años 80 realizador inclasificable, que de un debut romántico de lirismo exacerbado, Boy meets girl, pasa a un thriller que es metáfora sugerente del sida y captura de turbias atmósferas citadinas, para culminar en su mayor éxito internacional: Los amantes del Pont-Neuf (1988-91). Carax, el cronista más atinado de una década terrible, da 20 años después un paso agigantado en Holy motors, cinta saturada de elementos libérrimos y surrealistas, tributo a París y a momentos emblemáticos en la historia del cine, con el despliegue histriónico del camaleón estrella Dennis Lavant, interpretando a 12 personajes distintos. Una pirotecnia visual fascinante. El tercer momento vigoroso de la muestra es La caza, del danés Thomas Vinterberg (Festen: La celebración), exploración incisiva de una espiral de intolerancia colectiva que culmina en el linchamiento moral de un profesor a quien se acusa injustamente de haber abusado sexualmente de los niños a su cuidado, y en particular de la niña de seis años que, sin mayor trámite ni malicia, endereza contra él una mentira infamante. Otras cintas perturbadoras son Paraíso: amor y Paraíso: fe, primeras dos partes de una trilogía de Ulrich Seidl, donde con humor corrosivo se exponen algunas de las obsesiones y miserias morales de la sociedad austriaca; una visión entre la genialidad y el fácil trazo caricaturesco, que integra con solvencia las ficciones del autor a su reconocido trabajo como documentalista. Dos trabajos muy originales relacionados con la invención teatral son las cintas del portugués Manoel de Oliveira (Gebo y la sombra) y la de los italianos Vittorio y Paolo Taviani (César debe morir); también los documentales Marley, del escocés Kevin MacDonald, y Diario de Francia, del fotógrafo y cineasta Raymond Depardon. Otros títulos sobresalientes: En la niebla, del bielorruso Serguei Loznitsa; El viento, del húngaro Benedek Fliegauf, y El romance y la culpa, del surcoreano Shion Sono; también las cintas latinoamericanas La sirga, del colombiano William Vega, La demora, del uruguayo-mexicano Rodrigo Plá, y Los mejores temas, del mexicano Nicolás Pereda. De todas ellas se ha hablado ya en la cobertura de este diario y sobre ellas habrá que abundar en entregas posteriores. Baste por el momento el rápido balance de una Muestra de novedad y calidad indiscutibles.

La 54 Muestra Internacional de Cine prosigue este mes sus funciones en diversas sedes de la ciudad de México: Cinépolis Universidad y Diana; Cinemex Polanco, Altavista, Insurgentes, Santa Fe; Cinematógrafo del Chopo, Sala Julio Bracho CCU, The Movie Company, Lumiere Reforma, y en el Cine Morelos, en Cuernavaca.

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