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Ver día anteriorMartes 4 de diciembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La guerra de los mitos
V

eamos esta especie de planecito nacional de desarrollo que anunció el presidente Peña en su mensaje sabatino, que incluye 13 medidas para ser puestas en acto a la brevedad.

No hay ahí tema que no tenga relevancia nacional, pero falta una gran cantidad de detalles en esos anuncios iniciales para saber con certeza el alcance y los instrumentos que serán usados.

Dijo EPN que eran tiempos de romper mitos, para poder avanzar: el goberante ve una sociedad atrapada por prejuicios, mal entendidos, tabúes, obcecaciones que, en el mejor de los casos pudieron haber tenido algún sentido en el pasado, pero que es hora de despojarse de ellos para mirar el futuro con talante triunfador.

Ya nos hemos enterado de las primeras ideas que, para EPN son mitos, como el rechazo por un segmento considerable de mexicanos a la outsourcing (subcontratación), que con la llamada reforma laboral se ha legalizado (es un práctica con varios lustros de ejercerse en la economía mexicana). Algo similar ocurre con la inversión extranjera en Pemex (se practica hace varios lustros), o con los derechos sociales que tienden a ser proveídos por el mercado (la educación superior privada).

Veremos dónde se coloca EPN en esa frontera que él mismo trazará, entre los que son desafortunados mitos ideológicos provenientes del pasado convertidos en verdades inamovibles por los mexicanos, y/o que son parte del ideario del nacionalismo revolucionario –que es un trozo políticos de su propio partido–, y la visión joven, modernizadora, libre de mitos, como se ve a sí mismo el novísimo Presidente. El juez para dirimir las diferencias no será otro que EPN.

Veremos pronto hasta dónde EPN comparte el devastador conjunto de mitos que configuran lo que, para economía de lenguaje llamamos neoliberalismo globalizador y Consenso de Washington.

En este primer discurso como Presidente de la República ya nos ha prometido un conjunto de programas sociales y de infraestructura cuyo financiamiento quedó en lo oscurito ¿de dónde saldrán los recursos para los aparentemente magnos programas anunciados? Nadie sabe. Sobre todo porque en el mismo discurso ha dicho que el paquete fiscal que enviará para 2013, será formulado con un déficit de cero.

Un anuncio así implica que habrá una drástica reducción de gasto en unos sectores que serán trasladados a los programas anunciados, o bien que la ley de ingresos para 2013 conllevará algún tipo de reforma tributaria que elevará los ingresos: una elevación generalizada del IVA, por ejemplo.

EPN comparte el mito, con las llamadas agencias calificadoras (tenazmente favorecedoras de los intereses del capital financiero internacional), y que hoy predomina entre los desarrollados y modernos, del significado del déficit fiscal. De modo que tendremos una pugna de mitos contra mitos, o sea, visiones de política económica distintas, que desde luego no se convencerán una a otra, con discursos. Así, en esta pugna saldrán ganando los mitos modernos porque serán impuestos desde el poder. De manera contraria a la tumultuosa evidencia empírica que procede de la carnicería a la que tienen sometida a Europa (haciendo a un ladito a Alemania que ha sido hasta ahora una beneficiaria), para los neoliberales no es que la medicina no sirva, sino que las dosis han sido excesivamente pequeñas.

Si no ocurre una movilización social de una magnitud tal que logre al menos atemperar una política hecha para enriquecer más y más a los ricos, seguiremos disminuyendo las tendencias que podrían llevarnos a un crecimiento más alto, que debiera canalizarse hacia la salud y la educación de quienes están en el sumidero de la escala social.

En temas como este, EPN no podrá cumplir su promesa del discurso de Palacio, en el que se comprometió a ser un gobierno que sabrá prestar oídos a la sociedad a efecto de gobernar con las mejores ideas de los mexicanos: quienes no compartimos el ideario del Consenso de Washington, está más claro que nunca, estamos incapacitados para contribuir con las mejores ideas para el bienestar de la sociedad mexicana. Los halcones del déficit tomaron el control del G-20 con posiciones aún más radicales de oscurantismo económico que las del FMI o del BM, desde 2009.

El déficit se financia naturalmente con deuda. Pero los neoliberales no entienden nada sobre el significado de la misma. No es extraño que Krugman haya escrito mil veces –también Stiglitz, Kenneth Rogoff, James K. Galbraith y muchos más– alguna versión de esta tesis: es de todo punto increíble que eso ocurra (la prioridad: abatir el déficit), con un desempleo al alza en la eurozona en niveles hace mucho desesperantes, con una economía al borde del precipicio fiscal en Estados Unidos.

Sí, necesitamos preocuparnos por la deuda pública. Sí, pero abandonar el gasto público cuando la economía está profundamente deprimida es, además de extremadamente costoso, una forma bastante ineficaz de reducir la deuda futura. Costoso, porque deprime más la economía; ineficaz, porque, deprimiendo a la economía, la contracción fiscal resultante se reduce la posibilidad de servir la deuda.

En enero de 2011 escribió Krugman: Estados Unidos experimentaba una recuperación técnica (en 2010 y 2011), pero seguía sufriendo un desempleo muy alto. Pero en Washington no se hablaba de desempleo, sino del problema supuestamente urgente de reducir el déficit público.

La mente financiera se ve a sí misma como técnica; en los hechos es pensamiento de derechas, y es disfuncional respecto al desarrollo.