Opinión
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México SA

Nuevo gobierno, viejas piezas

Gabinete tricolor de larga cola

Garantizado más de lo mismo

P

ues nada, que la oferta del nuevo PRI es gobernar con selectos cuadros del viejo PRI, al tiempo que notifica que su decisión es que durante la estadía de Enrique Peña Nieto en Los Pinos su enfoque económico será político, en aras de concretar la privatización de Petróleos Mexicanos y concluir la de la Comisión Federal de Electricidad, mientras que su perfil político será económico en pos de mantener la venta del país a los mejores postores internacionales.

Con el anuncio de ayer, en voz del flamante secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong –quien no hizo más que oficializar muchos de los nombres ya manejados, aunque con algunas sorpresas–, Peña Nieto (o mejor dicho lo que está atrás de él) lanza inequívoco mensaje: calmaos, mexicanos incrédulos, que el nuevo gobierno no se moverá un milímetro de lo por ustedes conocido y padecido a lo largo de los últimos 30 años, o si prefiere, más de lo mismo.

Los titulares de Gobernación y Hacienda estaban más que cantados. Osorio Chong es indicio de la mano dura que está dispuesto a aplicar el nuevo gobierno, mientras que Pedro Aspe regresa a (paradójicamente) la ala izquierda de Palacio Nacional, donde por interpósita persona, Videgaray, manejará los dineros de las nación y todas las demás gracias inherentes al puesto, entre ellas los cargos que distribuirá entre la famiglia financiera del sector público, que se ramifica al manejo de la política exterior.

José Antonio Meade Kuribreña, hasta ayer secretario calderonista de Hacienda, e integrante de la citada famiglia, se va a la cancillería peñanietista para fungir como gerente de la venta de garaje del país ante la comunidad de naciones, aunque obvio es que no todas. La nueva política exterior mexicana parece simple: México es un negocio, y quien tenga con qué será bienvenido; ese es el principio rector, y lo demás es lo de menos (cuando alguien llame a su oficina, del otro lado de la bocina se escuchará: México, Sociedad Anónima, a sus órdenes).

Y como parte del ritual, ayer se conocieron los nombres definitivos de quienes integran el gabinete económico, y otros más. Así, de la escuela salinista (en 1984 arrancó su carrera pública como director de finanzas en la Secretaría de Programación y Presupuesto, cuando su titular era Salinas de Gortari), Ildefonso Guajardo Villarreal ocupa la oficina principal de esa entelequia conocida como Secretaría de Economía, que hace de todo menos promover la economía, aunque justo es decir que es pieza fundamental de esta república concesionada (minería, por ejemplo). Este personaje fue uno de los promotores de la ya aprobada Ley de Asociaciones Público-Privadas, uno de los grandes amarres para proseguir con la privatización a ultranza.

La Secretaría de Desarrollo Social está a cargo de un cartucho más que quemado: Rosario Robles Berlanga despachará en la oficina principal, y tal vez su jefe de asesores será Carlos Ahumada o Carlos Salinas (para que de nueva cuenta le muestre su colección de bandas presidenciales). De entrada, deberá reducir la cuota de pobres en el país, comenzando con los 15 millones adicionales con los que Felipe Calderón, el de para vivir mejor, engrosó el de por sí nutrido ejército nacional de depauperados.

Como parte del nuevo PRI, en la Secretaría de Energía aparece Pedro Joaquín Coldwell, un viejo político que de energía –especialmente de petróleo– nada sabe, pero que fue puesto allí para negociar, en el ámbito político, la privatización de Petróleos Mexicanos y la puntilla a la Comisión Federal de Electricidad. Su función es no vender barriles de crudo, sino la industria (aún nacional) del ramo.

Muy cerca de Pedro Joaquín aparece Emilio Lozoya Austin (originalmente mencionado para ocupar la Secretaría de Relaciones Exteriores) como director general de Petróleos Mexicanos. Es hijo de quien fuera secretario salinista de Energía, Minas e Industria Paraestatal, Emilio Lozoya Thalman (también director del Issste con el mismo personaje) y tiene larga carrera en el sector privado. Cuando menos hasta ayer fungía como integrante del consejo de administración de la trasnacional española OHL, a la que nada mal le cae el nombramiento.

Igualmente cercano a la encomienda de Pedro Joaquín aparece otro salinista, Francisco Rojas Gutiérrez, primer secretario de la Contraloría (después Función Pública) con Miguel de la Madrid, y director general de Pemex con Carlos Salinas. Ahora Enrique Peña Nieto le encarga la Comisión Federal de Electricidad, de la que a partir de hoy es director general, en la que no tendrá otro objetivo que el de cerrar el círculo privatizador iniciado dos décadas atrás por el propio Salinas de Gortari. He allí a la tercia privatizadora del sector energético (aún) mexicano.

En la Secretaría de Comunicaciones y Transportes fue designado quien fungía como tal en el estado de México, cuando Peña Nieto era el gobernador. Se trata de Gerardo Ruiz Esparza, quien en 1988 fue coordinador de giras del Presidente de la República, y posteriormente ocupó algunos puestos de media tinta en el salinato y el zedillato. Encontró el paraíso en el estado de México en tiempos del ahora inquilino de Los Pinos.

En la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación fue nombrado Enrique Martínez y Martínez, predecesor de Humberto Moreira en el gobierno de Coahuila. Cuando concluyó su mandato, en 2005, se autonombró como uno de los precandidatos priístas a la Presidencia de la República, pero no pasó de allí. La vida política le regresó cuando, en 2007, fue designado como delegado del CEN tricolor en el estado de México.

Como secretario del Trabajo y Previsión Social del nuevo gobierno, Peña Nieto designó a otro dinosaurio tricolor: Alfonso Navarrete Prida, ex procurador mexiquense con Arturo Montiel en el gobierno mexiquense, cuando se encargó de investigar y encontrar a los responsables del asesinato de Enrique Salinas de Gortari, algo que, dicho sea de paso, se mantiene entre sus pendientes. Y en la Secretaría de Turismo otra integrante del clan Salinas: Claudia Ruiz Massieu, sobrina del susodicho.

En síntesis, más de lo mismo, reloaded.

Las rebanadas del pastel

Dicen que el de Peña Nieto es un gabinete con amplia experiencia. Y sí, tienen razón, pero eso no ayuda, porque buena parte de sus integrantes ha ocupado cargos de primer nivel en los últimos gobiernos y sus resultados contribuyeron decididamente a que México se encuentre como está. Entonces, amparaos, mexicanos sumisos, que esto apenas comienza.