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Inauguraron exposición con fotografías de 30 obras y 14 maquetas del artista

Abraham Zabludovsky recibe homenaje en el Museo Nacional de Arquitectura

El personaje desarrolló y consolidó un lenguaje estético que lo distingue en los ámbitos nacional e internacional, manifiesta Dolores Martínez Orralde, funcionaria del INBA

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Aspecto de la muestra-homenaje al arquitecto Abraham Zabludovsky (1924-2003) en el recinto ubicado en el Palacio de Bellas ArtesFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Sábado 1º de diciembre de 2012, p. 4

El Museo Nacional de Arquitectura rinde un merecido homenaje a Abraham Zabludovsky (1924-2003) mediante una exposición de fotografías de alrededor de 30 obras y 14 maquetas, expresa Dolores Martínez Orralde, directora de Arquitectura y Conservación de Patrimonio Artístico Inmueble (ACPAI), del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Zabludovsky, señala la funcionaria, es reconocido como uno de los grandes representantes de la arquitectura mexicana contemporánea, ya que en la práctica desarrolló y consolidó un lenguaje arquitectónico que lo distingue e identifica en el ámbito nacional e internacional.

El arquitecto originario de Bialystok, Polonia, llegado a México a los tres años de edad, más que pertenecer a una corriente arquitectónica, inició una: la de Zabludovsky, que destaca por el uso del concreto aparente y la volumetría, externa Juan Manuel Ortiz Híjar, coordinador del museo, ubicado en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes.

La exposición Abraham Zabludovsky: 1924-2003, inaugurada la noche del jueves 29, comienza con dos obras póstumas del Premio Nacional de Ciencias y Artes 1982, galardón que compartió con Teodoro González de León: el Museo Interactivo Papagayo, en Villahermosa, Tabasco, y el Auditorio y Centro de Convenciones, Coatzacoalcos, Veracruz. De hecho, fue gracias al impulso y compromiso de su esposa Alinka Kuper que ambas obras se terminaron.

El Premio a la Composición Arquitecto Abraham Zabludovsky fue instituido por Alinka Kuper tras haber donado la colección de planos, croquis y fotografías de su cónyuge a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma (UNAM) de México en 2003.

A partir de entonces la muestra prosigue en orden cronológico al empezar con su primera etapa, la cual consistió básicamente en obras con fines habitacionales, como casas y edificios de departamentos. Su propia casa, construida en 1969, marcó una transición, ya que empezó a usar otro tipo de materiales.

Construida en un terreno en forma de abanico y con una pendiente muy pronunciada, la edificación se asienta sobre una plataforma de concreto elevada a media altura de la pendiente y sus habitaciones se hallan orientadas hacia la barranca. Los muros exteriores son de concreto ocre con agregado de mármol blanco. De allí, trabajó en obras como auditorios, centros cívicos y embajadas de México.

En un texto publicado en 1999, el crítico Manuel Larrosa consideró que Zabludovsky logra en lo arquitectónico una fecunda reiteración compositiva, semejante a la que ofrecen, en la música las fugas de Johann Sebastian Bach.

La crítica Louise Noelle también escribe: La plasticidad y la abstracción del concreto, como única materia, le permitieron pasar del proyecto a la obra desde un discurso que entrecruzó las enseñanzas de Movimiento Moderno con una lectura personal de las culturas autóctonas.

Para la selección del material expositivo, se contó con el apoyo de la familia y la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Intuición, reflexión, ser interno, tenacidad, trabajo incansable con un genuino placer y un deseo legítimo por alcanzar un sueño, así es como Jorge Tamés y Batta, director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, se acuerda de Abraham Zabludovsky, con quien trabajó.

Un texto de Gina Zabludovsky Kuper, proporcionado por la dirección del ACPAI, subraya que durante los últimos meses se han rescatado e intervenido tres de sus obras (de su padre): el Auditorio de la Reforma en Puebla (1979), que contó con la ejemplar defensa de los comités ciudadanos ante autoridades que querían destruirlo por motivos comerciales, el Museo Tamayo, uno de los que más ha resistido el tiempo, y la biblioteca de la Ciudadela.