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Con siete décadas en la música vernácula, dio a conocer sus memorias en Garibaldi

Miguel Martínez convirtió la trompeta en símbolo del mariachi

En la presentación del libro, prologado por el violinista Rubén Fuentes, colegas reconocieron su aportación al género

Se inauguraron dos exposiciones en honor del artista de 92 años

Foto
Imagen tomada del libro Mi vida, mis viajes, mis vivencias: siete décadas en la música del mariachi
 
Periódico La Jornada
Sábado 24 de noviembre de 2012, p. 9

Me dediqué a mariachi por hambre, expresó Miguel Martínez el pasado miércoles, en el corazón vernáculo de México: la plaza Garibaldi, hasta donde el considerado mejor trompetista de la historia llegó para presentar su libro autobiográfico Mi vida, mis viajes, mis vivencias: siete décadas en la música del mariachi (Dirección General de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes).

En 2011, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura incluyó al mariachi, música de cuerdas, canto y trompeta, en la lista de patrimonio cultural inmaterial de la humanidad; en este logro la aportación de Miguel Martínez es innegable.

En conferencia de prensa en la Escuela de Mariachi Ollin Yoliztli, en Garibaldi, Martínez, de 92 años, habló de su trayectoria, una vida de trabajo y aciertos.

En la contraportada de su obra se lee: “Nunca en la historia del mariachi ha existido un instrumentista con trascendencia semejante a la de Miguel Martínez, cuya aportación fue imprescindible para convertir la trompeta en el instrumento más emblemático del género. En sus humildes inicios en la Plaza Garibaldi, durante los años 30, la trompeta era poco deseada, pero Martínez –como trompeta solista del Mariachi Vargas de Tecalitlán– la llevó a su reconocimiento y aceptación. Posteriormente, como miembro fundador del Mariachi México de Pepe Villa, produjo y popularizó el dueto de trompetas, que sigue siendo la norma para los grupos de mariachi hoy en día.

Además de ser un eximio trompetista de mariachi, Miguel Martínez es un magnífico relator de anécdotas e historias. En esta reseña autobiográfica nos cuenta de manera amena y ocurrente su vida como protagonista principal de la evolución del mariachi en el siglo XX, sus andanzas por varios continentes y la convivencia con las grandes figuras del mundo artístico.

Con paso cansino, Martínez acudió a la inauguración de dos exposiciones montadas en su honor, donde estuvo acompañado de Jonathan Clark, asesor biográfico, y de su sobrino Eduardo Martínez.

Ahí, dijo que escribió sus memorias para compartirlas con sus hijos. Varios amigos me alentaron a hacerlo, precisó el llamado Patriarca de la Trompeta.

Las exposiciones se titulan Miguel Martínez: vida y obra y Son de mariachi; estarán abiertas al público durante un mes.

El libro fue prologado por el violinista Rubén Fuentes.

Labor por el gremio

En sus inicios, Miguel llamaba pistón a la trompeta. A mediados del siglo pasado deambulaba por las calles y se ganaba unos centavos en el Tenampa con don Concepción Concho Andrade, con influencia del Mariachi Tapatío de don José Marmolejo.

No deja de reconocer la influencia del mejor trompetista del mundo, el michoacano Rafael Méndez Arceo, a quien le compuso la polka El travieso don Rafael.

Algunos mariachis asistentes se mostraron sorprendidos por lo realizado por Martínez; otros lamentaron no haberlo conocido antes, pero la mayoría se manifestó feliz de saber que un mariachi haya hecho tanto por el gremio, cuyos integrantes, informaron, ganan un promedio de 2 mil pesos al día, cuando hay trabajo, mil cuando está regular y 500 cuando la cosa está fea. Claro, hay que arriesgar el pellejo cada que correteamos coches, dijeron. Lo que sí ya no se ve en la plaza Garibaldi son los cubeteros, quienes conseguían el alipuz adecuado para seguir la fiesta.

Escribió Rubén Fuentes en el prólogo: Escribo estas líneas para felicitarlo por el esfuerzo que debe haber hecho para escribir estas memorias, las cuales seguramente servirán a los aspirantes a seguir esta carrera tan necesaria para preservar la obra de tantos y tan buenos compositores de nuestra música mexicana.

Hoy, don Miguel ya no puede tocar la trompeta, pues los años le han restado fuerza, pero sigue con una disciplina de vida sana que le permite jugar con sus nietos, caminar, ver el cielo y seguir platicando anécdotas sobre la música de mariachi, la música de los mexicanos.