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La música espiritual de Henryk Nikolaj Górecki
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Henryk Nicolaj Górecki (1933-2010)
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Los Angeles Master Chorale/ Grant Gershon
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Periódico La Jornada
Sábado 24 de noviembre de 2012, p. a16

Despegando el avión que llevó al compositor estoniano Arvo Pärt de vuelta a su casa en Tallinn luego de una semana de intensidades en México, a finales de octubre, otro avión aterrizó con un cargamento de continuidad: el nuevo disco con música de Górecki, titulado Miserere (Decca).

La llegada a tierras mexicanas de este nuevo tesoro discográfico confirma, además de que no existen las casualidades sino las causalidades, el sistema de vasos comunicantes que permea la música contemporánea en Europa del Este y que puede sintetizarse en un valor supremo: la hondura espiritual.

Existen puntos de contacto, ciertamente, pero también de diferencia entre las obras espirituales de Arvo Pärt y Henryk Nikokaj Gorecki (6 de diciembre 1933-12 de noviembre 2010).

Con motivo de la reciente visita de Pärt a México, la mayoría de los medios de comunicación reprodujeron, de manera irreflexiva, lo que hallaron en la Wikipedia, sin notar el error: se le identifica con la música minimalista y más específicamente con el minimalismo sacro. Es considerado un pionero en ese estilo, como sus contemporáneos Henryk Górecki y John Tavener.

¿Minimalismo sacro? Tal cosa ni siquiera existe. El minimalismo es un movimiento gestado, cultivado y extendido en Estados Unidos a partir de los años 60 como consecuencia de experimentaciones contraculturales. Sus procedimientos formales, sus intenciones expresivas y sus formas compositivas no tienen nada que ver con la obra de los autores que citaron en sus notas los medios mexicanos.

La música sacra, en tanto, existe desde hace siglos y se distingue por su procedencia y destino litúrgicos. De manera que reducir a compositores cristianos como Messiaen o Bruckner a músicos sacros no solamente es injusto sino descalificador de las grandes innovaciones que aportaron al lenguaje sonoro.

Pärt, Górecki y Tavener suelen echar mano de repeticiones en sus partituras pero eso no los confina a la música repetitiva que es la otra manera de nombrar a las obras minimalistas. Los tres son cristianos.

Y esto viene a cuento porque el nuevo disco de Górecki en México, Miserere, contiene los elementos que pudieran confundir al escucha si tomara en cuenta el apelativo ese de minimalistas sacros.

Al igual que las obras de Arvo Pärt que escuchamos en vivo en México durante la visita del compositor, las tres obras de Górecki aquí contenidas están escritas para coro mixto a capella, o bien con intervención instrumental reducida al mínimo.

Tal economía de medios, esa austeridad que limita al mínimo de notas la escritura, no es minimalista, sino un procedimiento técnico que obedece a una profunda reflexión y estudio de la música antigua, que es un elemento que sí unifica a los citados Pärt, Górecki y Tavener.

El Miserere de Górecki (ya reseñado en el Disquero por su versión anterior, a cargo del Chicago Symphony Chorus para el sello Nonesuch) es una respuesta política del compositor frente a la masacre que el gobierno comunista polaco cometió, en 1984, contra trabajadores asociados al sindicato Solidaridad.

En lugar de responder con una música violenta, Górecki lo hace con misericordia (Miserere) en un tono extático que emparenta esta obra con su muy célebre Tercera Sinfonía, que rebasa ya los 3 millones de discos vendidos y que hace llorar de emoción profunda a los escuchas en las salas de sus casas, frente a las bocinas, o en las salas de concierto.

El procedimiento de Górecki en esta obra sí lo emparenta con la de Arvo Pärt en cuanto al uso de pocas notas, en la apariencia de sencillez cuando es de notable complejidad y en el uso de textos litúrgicos en latín. Las diferencias, en tanto, resultan abismales si pone enseguida el lector a sonar una obra de Pärt: frente al canto lamentoso de Górecki, el éxtasis de divinidad de Pärt resulta colosal.

Otro de los elementos distintivos de Górecki, su uso de materiales folclóricos polacos, se nota en la obra que abre el disco, Lobgesang y en las piezas que lo cierran: Cinco cantos a María.

Para oídos bien abiertos, he aquí una música profundamente espiritual. No necesariamente religiosa.

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