Opinión
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México SA

Oro para Calderón

Menor crecimiento

El peor de cuatro sexenios

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n 28 días más Felipe Calderón formalmente dejará Los Pinos y, más allá de esa excelente noticia, entre sus grandes logros nadie le puede regatear la medalla de oro por él obtenida en lo que a menor crecimiento económico se refiere en los últimos cuatro sexenios (dos priístas, dos panistas), con el tremendo impacto social negativo que ello implica. Tras de sí deja un horrendo tiradero de cadáveres, un enrarecido ambiente político, un incremento sustancial de la deuda social (15 millones adicionales de pobres) y se especula si huirá a Estados Unidos o a España, cobijado por Mariano Rajoy, pero el campeonato por el peor resultado económico nadie se lo quita.

En el balance, Felipe Calderón (2006-2012) hizo la hombrada de que la economía mexicana creciera 53.5 por ciento menos que durante el salinato (1988-1994); 45.9 por ciento por debajo de lo reportado a lo largo del zedillato (1994-2000) y, ya en el exceso, 13.6 por ciento menos que lo registrado en el foxiato (2000-2006). Resultado: primer lugar en raquitismo económico en casi cinco lustros. Sus antecesores se esforzaron por obtener el máximo galardón, pero nadie como el michoacano, que consolidó un crecimiento 3.3 veces inferior al mínimo requerido por el país (6 por ciento anual) para comenzar a salir del hoyo.

Con Carlos Salinas instalado en la residencia oficial, la tasa promedio anual de crecimiento económico fue de 3.96, más de dos veces lo logrado por Calderón, aunque muy por debajo del mínimo requerido (el citado 6 por ciento). Zedillo reportó 3.4 por ciento anual, casi el doble de lo alcanzado por el presidente del empleo, pero menos que su antecesor e igualmente lejano de lo requerido por el país. De mal en peor fue con Fox, quien reportó 2.13 por ciento anual, una tercera parte del mínimo requerido, pero por arriba de la marca de quien ya se va. Resultado: oro, indiscutiblemente, para el tal Felipe.

A punto está la residencia oficial de estrenar inquilino, quien algo deberá inventar para contener la caída económica que registra el país desde hace tres décadas, y lo tendrá que hacer ante una perspectiva nada grata, pues, como anota el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, la tendencia descendente de la actividad económica en los últimos años es de preocupación ante el desfavorable entorno externo que se presenta. Se anticipa que la economía de Estados Unidos (de la que México depende en grado sumo) continúe creciendo a un ritmo moderado dado que prevalecen los problemas estructurales y se mantiene la incertidumbre sobre su proceso de consolidación fiscal para 2013.

Igualmente, apunta, el recrudecimiento de los problemas fiscales y del sistema bancario en diversos países de la zona del euro ha ahondado la debilidad de su actividad económica. Esto se ha traducido en una mayor aversión al riesgo por parte de los inversionistas y de volatilidad en los mercados financieros internacionales. A ello se agrega que un número considerable de las economías emergentes se ha desacelerado. Este ambiente ha propiciado un ajuste a la baja a las de por sí reducidas expectativas de crecimiento económico mundial.

Lo anterior podría traducirse en la reducción en la captación de recursos externos, menor actividad turística y disminución de llegada de remesas familiares, lo que incidiría en la dinámica de las exportaciones mexicanas. Inquieta el entorno nacional debido a que la demanda interna modera su comportamiento, como lo muestra la menor inversión, mientras la caída de la confianza de los consumidores y su decisión de posponer la compra de bienes de consumo duraderos, estaría reflejándose en el comportamiento mixto de las ventas de los establecimientos comerciales.

Además, el consumo interno se ve afectado por las precarias condiciones en el mercado laboral, en el que se observa una baja generación de empleos formales, lo que ha propiciado que la tasa de desocupación se mantenga aún por arriba del periodo previo a la crisis. Simultáneamente se ha materializado un incremento del empleo informal que se caracteriza por bajos salarios y carencia de prestaciones, al tiempo que se observa alza en la tasa de subocupación de la población trabajadora ante la necesidad de complementar el ingreso, dadas las condiciones de bajos salarios ante la holgura en el mercado laboral. El panorama se ve ensombrecido por el resultado del indicador adelantado que, por quinto mes consecutivo, se ubicó en fase de desaceleración, por lo que se prevé que se tengan tasas de crecimiento más moderadas en los próximos meses. Por lo expuesto, en la medida en que no se fortalezca de manera significativa la demanda interna del país, la tendencia descendente de la tasa de crecimiento promedio anual de la economía mexicana podría mantenerse.

En el sexenio calderonista, anota el citado centro de estudios, la actividad productiva nacional continuó perdiendo fortaleza pese a la estabilidad macroeconómica. El producto interno bruto se desplomó 6.5 por ciento en 2009. El pobre desempeño de la economía mundial, la estadunidense en particular, propició que las exportaciones mexicanas continuaran perdiendo celeridad. A pesar de que la demanda interna se amplió, no fue suficiente para compensar el menor dinamismo de la demanda externa. Si bien la economía repuntó y subió 5.5 por ciento en 2010, no mantuvo su dinámica al crecer 3.9 por ciento en 2011 y se espera continúe reduciendo su ritmo de expansión en 2012, dado que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público anticipa que sea de sólo 3.5 por ciento. Así, se prevé que el promedio anual en el sexenio sea de apenas 1.84 por ciento, por lo que se situaría como la más baja de los últimos cuatro sexenios.

En síntesis, el crecimiento económico mexicano ha ido de menos a mucho menos, y la situación empeorará mientras en el gobierno se aferren y sigan aplicando el mismo manual. Por lo anterior, Felipe Calderón obtuvo la medalla de oro; Vicente Fox conservó la de plata y Ernesto Zedillo la de cobre. Y allí viene el copetón.

Las rebanadas del pastel

Recién inaugurada, rechinando de nueva, la línea 12 del Metro colapsó en su primer día de funcionamiento: problemas de energía causaron que trenes quedaran varados; a la hora pico, saturación en estaciones y suspensión del servicio; retrasos hasta de 50 minutos en el paso de convoyes; la gran afluencia generó las fallas; se agregarán unidades; miles de usuarios resultan afectados, etcétera, etcétera. Y como Marcelo Ebrard es muy práctico, lejos de resolver los problemas, ayer viajó en bicicleta, por si las moscas.