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Ver día anteriorDomingo 21 de octubre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la mitad del foro

La inverecunda levedad del interregno

U

sted primero, señor presidente. –De ninguna manera, después de usted, señor presidente. Uno es presidente constitucional todavía. Cuarenta días más. Presidente electo desde principios de septiembre, el otro. Ya era largo el interregno del presidencialismo omnímodo. El de la alternancia es interminable, tentador; es tiempo perdido y ficción tragicómica de encuentros y desencuentros en la farsa de entrega-recepción colectiva del poder que se deposita en un solo individuo.

Enrique Peña Nieto integró el equipo que, aclaró, no será el que formará su gabinete. Y se fue de viaje al sur del Suchiate, mientras Felipe Calderón recaía en las tentación golpista y jugaba al niño artillero con la iniciativa de reforma laboral enviada la Cámara de Diputados. Después de mí, el diluvio de exigencias patronales, de consejos empresariales ya habituados a designar regente o gerente y la racionalización suicida del sindicalismo siamés. El PAN, amasado por Gustavo Madero y Javier Lozano, reclama el monopolio de la oposición, mientras ofrece a las izquierdas, a la segunda fuerza electoral, el dudoso honor de aliarse con la patronal para entonar la misa de réquiem de la lucha de clases.

Aparece en escena Manuel Bartlett y rinde servicios profesionales, jurídicos y políticos a los extraños compañeros de lecho que en 1988 lo satanizaron por la mítica y metafórica caída del sistema. Voten en contra, y si llega a imponerse la reforma pidan amparo. Los ganarán todos, porque ni siquiera hay ley reglamentaria de la reforma que con tanta premura decidió estrenar Felipe Calderón. Y en vísperas del debate y votación en el pleno del Senado, la bancada del PRI, pastoreada por Emilio Gamboa, se reúne con Enrique Peña Nieto, recién llegado de Europa, donde se entrevistó con los jefes de Estado y/o de gobierno de Alemania, Inglaterra, Francia y España. Van a pedir línea, dice la izquierda. ... desde Los Pinos se va a ordenar a los legisladores priístas qué hacer en el Congreso.

Menos mal que el senador Luis Sánchez dijo en el futuro, porque la levedad del interregno conducía a presuponer que la línea vendría de quien todavía despacha en Los Pinos; o que se había roto la renovada alianza PAN-PRD por el peso retórico del PRIAN, el alineamiento de los astros de la democracia sin adjetivos en el caos cósmico de la creación que niega la evolución pero practica el darwinismo social. No importa. Gamboa llevó a los suyos con Enrique Peña Nieto... y se fue a Mérida. Y el presidente Calderón se autonombra Felipe el Taumaturgo: toda mi vida me he dedicado a aliviar el dolor, particularmente en estos seis últimos años, dice.

Y lo dice seriamente, emocionado. La inverecunda levedad cede por un instante al término fatal del mandato. Se irá a Austin, Texas, decían; será maestro visitante en Harvard, dicen. Por lo pronto, gira, gira, gira. Hace recuento de sus logros, afirma que ningún gobierno hizo tanta obra de infraestructura como el suyo; que en su sexenio alcanzó México la cobertura universal en salud; que construyó más cárceles de alta seguridad y más carreteras de peaje. Y se ríe. En la ONU apareció la sombra de la terca realidad. Hay que cambiar la estrategia y ver la posibilidad de establecer controles legales en el mercado de las drogas. Pero atento a la estatua heroica que le erigirá el mundo agradecido habló de constituir un organismo internacional que se haga cargo. Para la acción directa en México: El que venga atrás, que arríe.

Felipe el Taumaturgo alivia el dolor con risas incontenibles. En Chihuahua, para apuro de César Duarte, gobernador en pena, una víbora reptó entre los reporteros que escuchaban hablar al señor presidente. No resistió la tentación; se rió, se rió, se rió; ofreció disculpas y cedió a la tentación de atribuir la presencia de la serpiente en el edén sexenal a una conspiración: –No, ¿cómo decía? Ah, un compló. ¿Qué se hizo el del compló, por cierto. Andrés Manuel López Obrador organiza el registro del partido Morena. Y ahí va, con la vista fija en Carlos Salinas de Gortari. Será porque lo han dejado solo los gobernadores hechizos de las coaliciones con el PAN. Ángel Aguirre y Mario López dieron la voz de alerta: ¡Vámonos con Peña Nieto!

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Toda mi vida me he dedicado a aliviar el dolor, particularmente en estos seis últimos años, ha dicho el presidente Felipe Calderón. En la imagen, al recibir las cartas credenciales de 16 embajadores, el pasado día 18
Francisco Olvera
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El de los viajes que ilustran, dan lustre, dan tiempo al tiempo. Y porque en la versión de Felipe el Taumaturgo la transición ha de ser y parecer suave, tersa, un acuerdo de voluntades con velo de pudor democrático. No bastan los respectivos equipos para preparar la entrega-recepción. En la segunda alternancia hubo acuerdos directos del Presidente que se va y el que viene. Y de acuerdo con la era del espectáculo, informe mediático al concluir cada reunión. ¿Cada acuerdo? Pero en la tercera reunión se anunció la presencia del heraldo y no la hubo. Nada se dijo a los medios de comunicación. ¿Olvido? ¿Cambio de táctica? ¿Disgusto o desacuerdo?

Si no hubo tal, esa impresión dejó el ensayo de gobierno dual, la pretensión de exhibir coincidencias donde debieran confirmarse las diferencias irreconciliables, precisamente las que dieron lugar a la alternancia, al cambio de rumbo, al mandato para el candidato de otro partido. Pero persiste al ánimo de cofradía. Enrique Peña Nieto va a Europa. Le ofrecen nave de la flotilla presidencial. El TP2 está en reparaciones. Y el presidente electo vuela en el avión presidencial, el TP1, mientras el constitucional viaja en aeronave militar. La Unión Europea es la vieja Europa. El protocolo impone recepción oficial, acorde con el rango, cargo, carácter del visitante.

Peña Nieto emprendió el vuelo con el lastre de los cargos de fraude, con los usos y costumbres del priato tardío y la impronta de la dualidad gobierno-oposición. El brote juvenil de 2012 lanzó la consigna de 1924: ¡Si hay imposición, habrá revolución! Recuerdos del porvenir. Nada alteró la buena voluntad de los anfitriones. Angela Merkel no tiene que lidiar con la recesión mexicana. Recepción formal y respaldo al encuentro del presidente electo mexicano con los dueños del capital y empresas alemanas. En Londres, encuentro en el 10 de Downing Street con el primer ministro David Cameron, y con el legado de Burke, Disraeli, Churchill, así como la amarga permanencia de Margaret Thatcher y el dogma neoliberal en el Consenso de Washington y el colapso que amenaza a la Unión Europea.

Luego el buen ambiente en el Elíseo. François Hollande, socialista que elevó los impuestos a los de muy altos ingresos, expresó su acuerdo con Peña Nieto; que Francia y México comparten el respeto a la autonomía del Poder Judicial. Se acabó el desacuerdo absurdo provocado por la tozudez de Sarkozy y Calderón. Luego, recepción de la familia real en España. Cordialidad y cortesanía como prólogo al encuentro con Mariano Rajoy, la ultraderecha sometida a la voluntad de Alemania en Bruselas, paro atada y bien atada a los negocios gallegos y campechanos con Pemex.

Ahí dijo estar de acuerdo Peña Nieto. Pero ahora tendrá que hablar de la reforma energética y la obligada reforma hacendaria para abandonar la dependencia de los ingresos petroleros y liberar a Pemex. Aquí, extensamente y con mayor detalle, sin limitarse a manifestaciones en términos absolutos: privatizar y no privatizar. Lo recibieron los congresos del SNTE y el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana; el de-safío de Elba Ester Gordillo y el precario, cuestionado, control de Carlos Romero Deschamps.

Ahí te dejo esos dos pesos, dice la carta de Felipe el Taumaturgo.