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El Kremlin quiere acusarlo de incitar a tomar el poder por la fuerza y otros delitos

Interrogan autoridades rusas al dirigente de izquierda Udaltsov; le prohíben salir de Moscú
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Serguei Udaltsov, líder opositor ruso, al salir del edificio del comité de instrucción donde fue interrogado tras permanecer varias horas en detenciónFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 18 de octubre de 2012, p. 26

Moscú, 17 de octubre. Dentro de su estrategia para descabezar el movimiento de protesta contra el Kremlin, el comité de instrucción de Rusia interrogó este miércoles a Serguei Udaltsov, coordinador del Frente de Izquierda, organización radical de corte comunista.

Tras ser retenido durante muchas horas en la sede del comité, sobre las diez de la noche Udaltsov salió del edificio en calidad de testigo y tiene prohibido abandonar Moscú.

Por ahora no le han formulado cargos, en cuyo caso quedaría en prisión preventiva como imputado hasta que se celebre el respectivo juicio. Todo indica que se le quiere acusar de incitar a tomar el poder por la fuerza y a realizar desórdenes en la vía pública, delitos por lo que podría ser condenado a 10 años de cárcel.

Ganas no le faltan a las autoridades. El problema es que resulta muy endeble el fundamento legal de las evidencias en contra de Udaltsov: un programa de televisión que pretende presentarlo como traidor a la patria con base en una conversación grabada con cámara oculta, con audio que no corresponde a las imágenes con poca luz y mínima resolución, entre el dirigente de izquierda y un supuesto diputado georgiano que afirma estar dispuesto a dar dinero para derrocar al presidente Vladimir Putin.

Udaltsov asegura no conocer al georgiano que se supone le da instrucciones y éste –se afirma que se trata de Givi Targamadze, entonces presidente del comité de defensa y seguridad del Parlamento de Georgia–, jura que nunca ha cruzado palabra con el radical moscovita.

En el verano de este año Udaltsov, conforme admitió en sus declaraciones, se entrevistó con unos ciudadanos de Georgia en Minsk, la capital de Bielorrusia, pero no con Targamadze, quien carece de visado para entrar en territorio bielorruso, e insiste en que el audio está trocado mediante una hábil edición.

No deja de ser extraño que el comité de instrucción ni siquiera haya preguntado a los anónimos autores del programa televisivo por qué no denunciaron a Udaltsov, si tan grave es lo que se supone estaría planeando con financiamiento extranjero.

Resulta que las poderosas instituciones de seguridad del Estado se enteraron por televisión de que las protestas de Udaltsov las paga un georgiano. Podría ser un mal chiste, pero se usa –muy en serio– como recurso para neutralizar a la oposición política.